Episodio Disney de Alien a modo de fan service, con tapas y montaditos de la filmografía anterior
Algo que no se tiene demasiado en cuenta cuando se machaca a ciertas películas de la saga Alien (en concreto, a todas las que vinieron después de Aliens: El regreso), es lo mucho que cuesta añadir nuevos elementos y ampliar el foco de un universo fílmico cuyo marco narrativo original era limitadísimo: una nave, siete tipos y un gato, un monstruo del espacio y ya. Incluso un fan incondicional como yo, reconoce que la trilogía original quemó casi toda la pólvora temática (sí, a mí no me van a mover de la colina donde se defiende que Alien 3 es, a pesar de todo, un cierre valiente y subversivo para el arco narrativo de Ellen Ripley), y que lo que ha venido después han sido un poco palos de ciego para intentar reverdecer laureles, ya fuera echándose en brazos de la fan fiction de entretenimiento más descarada (Alien: Resurrección o los Alien vs. Predator), o tratando de vestirse de “ciencia-ficción importante” y dándonos tremendas turras metafísicas (Prometheus). Hacer una secuela con la capacidad de sorpresa de Aliens: El regreso pero evitando la autoparodia ha demostrado ser algo MUY complicado.
Curiosa, Alien: Covenant, aún con sus problemas de guion y de personajes inanes, lograba un adecuado equilibrio entre las dos vertientes que he apuntado arriba, con auténticos momentos de peliculón de acción y una mala hostia filosófica que lograba inquietar sin caer en el ridículo. Ello la convertía en la entrega post-Alien 3 más satisfactoria hasta ahora. Y digo “hasta ahora”… porque Alien: Romulus ha resultado ser, por fin, la secuela desacomplejada y molona que puede liberar a la franquicia de la losa de su pasado y llevarla al siguiente nivel. Es un excelente tren de la bruja para fans, con un ritmo tremendo y lecciones bien aprendidas de varias fuentes que llevaban mucho tiempo aportando material de calidad, como los tebeos de Dark Horse/Marvel, el videojuego “Alien Isolation” o el juego de rol de “Alien”. No es ni mucho menos perfecta (ni tan solo es la mejor película posible), pero sabe lo que quiere ser y lo plasma con carisma, aplomo y cariño hacia el material de base.
Alien: Romulus se sitúa en un momento indeterminado (y un tanto extraño, viendo el prólogo) entre Alien, el octavo pasajero y Aliens: El regreso, y nos presenta a un grupo de jovencísimos mineros que malviven en estado de semiesclavitud, y de virtual miseria, en una colonia de Weyland Yutani donde nunca sale el sol, y de la que no parece haber modo de escapar (la compañía, para sorpresa de nadie, siempre encuentra excusas con las que alargar el contrato forzoso de sus empleados). Los dos personajes principales de esta pandilla son Caylee Spaeny, una muchacha que recién empezada la película pierde toda esperanza de poder llevar algún día una vida distinta, y su “hermano” David Jonsson, en realidad un sintético cuya programación principal consiste en proteger a Spaeny como si de verdad fueran familia. En estas, el grupo descubre que justo encima del planeta hay una nave de gran tamaño flotando a la deriva y aparentemente abandonada, y deciden usarla para largarse de allí a cualquier otro punto de la galaxia, antes de que alguien más tenga la misma idea. Un plan perfecto… que por supuesto se irá a tomar viento antes de lo que tarda en deletrearse la palabra “xenomorfo”.
"Ya me advirtió Sigourney Weaver que le diera un Eucalipto antes de rodar"
Alien: Romulus es, en sus mejores momentos (que son muchísimos), una cinta astuta, bien armada, de ritmo trepidante y pautada de una manera bastante fiel a lo que uno desea ver en un film de la saga: inicio pausado, con mucha atención por el detalle y buena construcción de sinergias entre los protagonistas, y súbito acelerón de ritmo en cuanto aparece la bichería, culminando en la media hora más frenética que se le recuerda al subgénero de terror espacial en unas cuantas décadas. Aparte de esto, expande de forma guapa el “lore" del universo Alien y fija ciertos cambios de canon que, si bien ya los habíamos visto antes, por una vez están justificados a nivel argumental (por ejemplo, la velocidad de gestación del revientapechos, que en cada película parece ser más rápida, aquí tiene toda la lógica). Todo ello enmarcado en una puesta en escena flipantemente minuciosa, orgánica y tangible, con entornos que parecen sacados de las alucinantes ilustraciones del artista Martin Grip para el juego de rol de “Alien” o del diseño gráfico del videojuego “Alien Isolation”, y con una utilización primorosa de efectos especiales prácticos a los que se ha añadido la dosis justa de CGI (salvo por un elemento concreto, que afea un poco el conjunto y que comentaré dentro de un par de párrafos).
En lo narrativo, Alien: Romulus, abandona cualquier atisbo de complejidad para volver sobre una historia sencilla que recupere parte del espíritu del primer Alien, con algunas sorpresitas. La más acertada de ellas es romper y desordenar la estructura clásica de “exploradores espaciales atrapados en un sitio cerrado mientras un bicharraco los mata uno a uno", a base de separar al grupo y hacer que a todos sus integrantes les pasen cosas a la vez. Estas viendo lo de siempre, pero resulta fresco; y a nivel de construcción de personajes, recupera y mejora fórmulas de Alien: Covenant, con una protagonista igual de amargada que la de aquel título pero bastante más carismática y un secundario, el sintético Andy, que va directo al top de personas artificiales más memorables de la saga. Sus cambios de personalidad a medida que su programación evoluciona son un nuevo y certero ejemplo de las paradojas morales que siempre han planteado los androides del universo Alien.
"Alien: Romulus ha resultado ser, por fin, la secuela desacomplejada y molona que puede liberar a la franquicia de la losa de su pasado y llevarla al siguiente nivel"
Y sin embargo, Alien: Romulus se ve lastrada por una serie de autodisparos en el pie que le impiden ser la grandísima obra que apunta en bastantes momentos. El más fastidioso de todos ellos es su obsesión por homenajear a machamartillo situaciones, personajes y diálogos de TODAS las entregas anteriores, en un popurrí de referencias a ratos muy forzado. Dos o tres guiños a escenas molonas que todo el mundo recuerda están ok; veinte acaban pareciendo un sketch del “Saturday Night Live”. Estamos hablando de un chorreo constante de giros de guion, planos e incluso frases calcadas (“¡Aléjate de ella, puerca!”,“No tenéis ninguna posibilidad pero contáis con mi simpatía”, “Es un organismo perfecto”…), que no hacían puñetera falta. Yo, al menos, no necesito volver a ver cosas de las películas antiguas. Me las sé de memoria.
Uno de estos giros particularmente grosero es cierta conexión argumental con Alien, el octavo pasajero que mejor no revelar, pero que está resuelta con unos efectos digitales tirando a mediocres (el único momento de la película en el que no convence) y que, además, sirve para colar en la trama otro elemento autoreferencial que sobra por completo. Son hasta cierto punto comprensibles estos intentos de enganchar a la audiencia tirando por el camino más fácil, en un momento muy delicado para la franquicia (Alien: Romulus tenía que funcionar sí o sí), pero resultan un abuso de fan service tosco y poco espontáneo, que le resta personalidad y verosimilitud al relato, que incluso llega a estropear alguna escena importante y que le da cierto aire de producto pensado para estrenarse directo en plataformas (lo cual, de hecho, era el plan original).
"Si la pánfila de Katherine Waterston pudo ser Ripley en Covenant, yo también puedo"
Aparte de eso, una vez la trama básica ha sido planteada, el resto del metraje se resuelve como una sucesión de secuencias autoconclusivas similares a pantallas de videojuego o pruebas de escape room, en cada una de las cuales los protagonistas deben sortear un peligro principal resolviendo uno o dos puzzles tecnológicos, a menudo repetitivos (la mayoría están relacionados con el cierre o la apertura de alguna puerta). Es todo un poquito histérico y se echan en falta momentos de reflexión en grupo, como cuando en Alien, el octavo pasajero discutían sobre qué hacer con el bicho, o en Aliens: El regreso debatían sobre qué tipo de criatura estaba poniendo todos esos huevos. En Alien: Romulus hay varias escenas explicativas para ir entendiendo lo que va a ocurrir a continuación, pero suelen ser monólogos con mucha exposición y muy poca chispa.
Todos esos “tropezones", derivados de la falta de ambición de asumirse a sí misma como una simple peripecia de acción pura, mucho más interesada en refreir lo mejor de la saga que en construir algo nuevo o apuntar reflexiones de fondo (Alien: Romulus es quizás lo menos profundo que se ha hecho sobre el tema salvo los dos Alien vs. Predator), dejan a la presente entrega un escalón por debajo de su potencial como peliculón indiscutible. Esperemos que, al menos, todas esas rondas de brindis a la memoria de los títulos clásicos sirvan como ejercicio de respetuosa despedida y establezcan una tabula rasa, a partir de la cuál puedan venir nuevos capítulos que generen sus propios referentes (y el personaje de Andy muestra el camino para conseguirlo).
Pero vamos, que tampoco nos vamos a ensañar con una película tan divertida como ésta. El director y coguionista Fede Álvarez no solo es un estupendo narrador visual, sino también un fan con criterio, que domina el material y sabe a la perfección lo que está haciendo en todo momento. Juega muy bien con el suspense, abre el prisma del universo Alien mostrando la vida de los colonos como una especie de siniestro medievo espacial, justifica con sentido común todo lo que ocurre en pantalla (tras dos ejemplos de lo contrario como Prometheus y Alien: Covenant, en los que buena parte de lo que pasaba era por el morro o porque los personajes parecían imbéciles, esto es una bendición), desarrolla puntos hasta ahora desconocidos del ciclo vital xenomórfico (dando un protagonismo muy efectivo a los abrazacaras), y recupera el body horror de Alien: Resurrección, sobre todo en un tramo final loquísimo. Para muchos, Alien: Romulus será exactamente la película que soñaban ver, y para los demás lo será CASI exactamente. No nos pasemos pidiendo que encima sea otra obra maestra a la altura de lo que hicieron Ridley Scott y James Cameron.
INFORME VENUSVILLE
Vernusentencia: Copas de yate
Recomendada por Kuato a: fans que piensen que Aliens: El regreso es mejor que Alien, el octavo pasajero (los hay, los hay).
No recomendada por Kuato a: quien espere que aquí se resuelva alguna de las tramas abiertas en Prometheus y Alien: Covenant.
Ego-Tour de luxe por: conseguir que las dinámicas propias del cine de terror con adolescentes encajen a nivel argumental en el “Alienverso”, sin chirriar lo más mínimo.
Atmósfera turbina por: la sensación, a ratos, de que ha sido escrita pensando sobre todo en que luego puedan hacer con ella una buena atracción para Disneylandia.
■ ALIEN: ROMULUS. "Alien: Romulus" (2024). Dirección: Fede Alvarez. Guión: Fede Álvarez, Rodo Sayagues. Reparto: Cailee Spaeny, David Jonsson, Archie Renaux, Isabela Merced, Spike Fearn, Aileen Wu. ESTRENO EN VENUSVILLE: 15/08/2024.
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