El segundo acto; Presence; Oddity; Desert Road
¿Estáis ya todos ahí? Pues venga, Sitges 2024 ON. Nueva edición del certamen (la 57) y nueva tanda de crónicas venusvilleras para cubrirlo de la mejor manera que nos permitan los solapes de parrilla, las pifias de la organización y la falta de sueño.
La gran novedad de este año es que el cine Retiro ha causado baja, porque lo están renovando al completo (total, solo hacía como 25 años que buena parte de los asistentes habituales nos quejábamos de que se estaba cayendo a pedazos). Da cierta penita bajar por su calle y verlo cerrado, sin actividad; pero el año que viene, según nos ha prometido Ángel Sala en su discurso de la sesión inaugural, “volverá de manera espectacular". Por cierto, que el inglés preescolar de Ángel Sala (“Thank you very much, all of you, everybody.”) sigue siendo un gag fabuloso cada vez que pilla el micro para sacarlo a pasear.
El Retiro: opening soon
A fin de suplir al Retiro se ha habilitado una nueva sala, Escorxador, a medio camino del Auditori, en uno de los locales donde solía estar el Brigadoon. O sea, que ahora mismo el único cine festivalero en el centro del pueblo es el Prado, que aguanta contra viento y marea con sus butacas modelo potro de tortura y sus temperaturas de jungla vietnamita. Escorxador es una especie de versión mini-yo de la sala Tramuntana, que paradójicamente tiene mejor visibilidad que aquella porque, al contar con menos butacas, disfruta de un mejor ratio de visión respecto a la pantalla. Pero vamos, que caben 200 personas y aire, motivo por el cual los de prensa solo podemos acceder a las sesiones despertador de primera hora de la mañana. El resto del día, todo el Escorxador son entradas para público (una murga, la verdad, porque los títulos de la sección Panorama se proyectan allí de manera exclusiva).
Hablando de pases de prensa, en esta ocasión no he sufrido grandes descalabros a la hora de elegir entradas (un proceso a menudo tan estresante, que entre los acreditados se lo conoce con el adecuado mote de los “juegos del hambre”). He logrado entrada para algunas de las sesiones más cotizadas, como el pase único de Terrifier 3 (estoy que no me lo creo) o Apartment 7A. Se me han escapado The Soul Eater de Alexandre Bustillo y Julien Maury (me preocupa poco, porque todo lo que han dirigido después de su debut A l’Interieur me ha parecido regulero), y Escape de Rodrigo Cortés, porque por error pillé ticket para una cinta coreana que se llama igual. Aparte de eso, he rellenado horarios con algunos títulos un poco al tuntún (es como si me montara mis propias “sesiones sorpresa”), tengo dos películas duplicadas el mismo día y me he comprado en taquilla una entrada para la sesión inaugural, sin darme cuenta de que ya me venía incluida en la acreditación. Vamos, las payasadas inevitables de cada año.
Bueno, qué, ¿empezamos y vamos viendo?
EL SEGUNDO ACTO (Quentin Dupieux, Francia, 2024)
Trailer, fotos, sinopsis y ficha
Hace mucho que el cine de Quentin Dupieux ya no sorprende, precisamente porque no hay otro director como él y uno ya se espera cualquier cosa cuando se sienta a ver una de sus películas. Sin embargo, lo que sigue más o menos intacto es su capacidad de fascinar y crear complicidad con el espectador, mediante el dibujo de personajes pintorescos y la chocante mezcla de humor absurdo y metalenguaje narrativo en situaciones de apariencia cotidiana. El segundo acto es eso y nada más, de forma ya absolutamente desnuda. Por no haber, aquí no hay ni siquiera una trama, sino una mera serie de conversaciones entre personajes a los que el inicio de la película les pilla in media res, y a los que se deja que sigan con sus cosas cuando Dupieux considera que ya ha gastado suficiente metraje en ellos. El resultado es una obra tan epidérmica como profunda, tan costumbrista como marciana y tan astuta como estúpida; y, sobre todo, anárquica y divertida. O sea, puro vademecum Dupieux.
"Habla rápido, que las pelis de Quentin Dupieux sólo duran 70 minutos"
La cosa va de cuatro actores hablando entre ellos mientras ruedan una película (de la que nunca sabemos el argumento), con la particularidad de que los márgenes entre los momentos de rodaje y “la vida real” están mezclados por completo, en una especie de juego de muñecas rusas desordenadas. No es que la cuarta pared se rompa de vez en cuando, es que estalla en mil pedazos ya desde las primeras escenas. Esto sirve a Dupieux para plantear unos cuantos chistes de diálogo muy ocurrentes, en los que se lanzan dardos con muy mala leche a la industria cinematográfica (sobre todo a la figura del director como demiurgo moderno), a la hipocresía que rodea a movimientos como el MeToo o la cultura de la cancelación, al uso de la IA en la creación artística y a la atrofia emocional de una sociedad cuya realidad es tan pocha que, en lugar de afrontarla para tratar de mejorarla, ha decidido sustituirla por el consumo de ficción a todas horas, hasta convertir la propia realidad en un mero show performativo. No aspiramos a ser mejores personas, sino mejores personajes.
Si esto fuera una película de cualquier otro director, diríamos que su discurso de fondo es que vivimos en un mundo que evoluciona a mucha más velocidad de la que es capaz de procesar cualquiera que haya nacido antes del siglo XXI. Pero como esto es una película de Quentin Dupieux, nunca podemos estar seguros de si lo cree de verdad o solo se nos está meando en plena cara, con una especie de parodia idiota de La noche americana. Puto Dupieux. Qué bueno es.
Venusentencia: Copas de yate
PRESENCE (sitgesfilmfestival.com/es/film/2024/presence)
Trailer, fotos, sinopsis y ficha
Una familia formada por un matrimonio (Lucy Liu y Chris Sullivan) y sus dos hijos adolescentes (Callina Liana y Eddy Maday) se muda a una nueva casa de dos plantas, a modo de “reset” emocional para una serie de problemas de los que nunca hablan entre ellos: la madre se ha metido en algún tipo de lío legal que puede tener consecuencias muy tochas si se destapa, el padre está planteándose pedir el divorcio, a la hija se le ha muerto hace poco su mejor amiga y el hijo es un capullo al que solo le preocupa su estatus social en el instituto. Sin embargo, ese reinicio tranquilo que los cuatro buscaban se complica de lo lindo por el hecho de que en la casa parece haber “algo más”, una presencia que al principio se dedica simplemente a observarles en su vida cotidiana, pero que poco a poco empieza a interactuar con ellos de manera cada vez más explícita.
La principal novedad que ofrece Presence es que ha sido rodada por entero desde el punto de vista subjetivo del supuesto fantasma. La principal… y la única. De un director como Stephen Soderbergh y un guionista como David Koepp cabría esperar algo más que un simple ejercicio eficiente de pasarse el juego en modo fácil. Presence tiene una buena idea de partida, que podía dar mucho de sí, pero que se desarrolla sin asumir el menor riesgo narrativo, sin contar nada nuevo y sin profundizar en ningún tema. Una crisis familiar de chichinabo, unos diez minutos finales de suspense con un giro sorpresa risible, y poco más. Ah, y por supuesto no nos libramos del tópico folclórico de la médium con aspecto latino, que aparece a media película para decir que en esa casa huele a cosas del más allá.
"Para fantasma buenorro, Patrick Swayze en Ghost"
En cuanto al punto de vista subjetivo antes mencionado, la gracia del artificio se mantiene durante 10 o 15 minutos, pero a partir de ahí se va convirtiendo en un recurso cada vez más forzado, y uno se acaba hartando del efecto ojo de pez, de los travellings arriba y abajo de una habitación a otra como si estuviéramos en una visita virtual de Tecnocasa, de las trampas narrativas (al parecer, el fantasma no solo decide qué mostrarnos, sino también cuándo dejar de hacerlo metiendo una elipsis para cambiar de escena) y de que los personajes ocupen el espacio de maneras antinaturales para ofrecer buenos planos a la cámara; ¿dónde se ha visto una familia que cene con todos los miembros sentados del mismo lado de la mesa, como si fueran los apóstoles en un cuadro?
Presence no es un completo desastre, solo es una cinta mediocre con demasiadas ínfulas. Si a Paranormal Activity le quitas el filo, a Una historia de fantasmas le quitas la hondura emocional, y juntas lo que te queda de las dos, el resultado será bastante parecido a esto. Hay pocas cosas más paradójicas que una película de fantasmas sin alma.
Venusentencia: Congelada en carbonita
ODDITY (Damian McCarthy, Irlanda, 2023)
Trailer, fotos, sinopsis y ficha
Ya se sabe que, en general, los protagonistas de las películas de terror no son conscientes de que están dentro de una de ellas hasta que ya es demasiado tarde; pero cuando, un año después de que tu esposa haya sido brutalmente asesinada en circunstancias no aclaradas, se te presenta en casa su hermana gemela ciega y medio bruja, te planta en medio del comedor una especie de muñeco de vudú de tamaño natural que parece Nosferatu en pelotas, se pone a hacer espiritismos raros para resolver el crimen y de repente el moñeco en cuestión parece cobrar vida propia… pues no sé, por muy hospitalario que seas, igual podrías empezar a plantearte echar a la tipa de ahí o bien largarte tú cagando melodías.
"Para una vez que me decido a pedir un muñeco hinchable, y me traen esto"
Los protagonistas de Oddity no lo hacen, y aunque todo acaba teniendo una explicación bien hilada, ese es el principal lastre de la película durante su tramo central: un guion quizás demasiado opaco, estirado a base de numerosos diálogos que aportan poco y trufado de desvíos hacia escenas autocontenidas de tensión y sustos que, aunque bien ejecutadas, agotan un tanto la paciencia y acaban diluyendo el interés de la historia en sí; y lo cierto es que es una buena historia, que mezcla el terror sobrenatural y el psicológico, las venganzas fantasmales y los remordimientos de los vivos, con un aire clásico que sería del agrado de Edgar Allan Poe. Pero le falta chicha o le sobran minutos.
Aún así, su apañada atmósfera de cuento de miedo gótico, el estupendo aprovechamiento del escenario casi único de la aislada casa de campo irlandesa donde todo ocurre, unos cuantos momentos espeluznantes de verdad y las sólidas interpretaciones de los actores (sobre todo Carolyn Bracken como las dos hermanas gemelas), son elementos suficientes para que el andamiaje aguante. Oddity es un cuento de terror gótico con un planteamiento y un desenlace portentosos. Le hubiera faltado redondear el nudo, pero lo sabe maquillar a base de atmósfera y estilo.
Venusentencia: Copas de yate
DESERT ROAD (Shannon Triplett, EUA 2023)
Trailer, fotos, sinopsis y ficha
Una joven que está conduciendo sola por el desierto, de camino a Los Angeles, sufre un accidente de coche en medio de la nada. La única muesca de civilización que asoma a un lado y a otro del horizonte es la gasolinera de la que acaba de salir. Al principio no sabe qué hacer, porque dicha gasolinera está atendida por un chaval con pinta de no tener todos los patitos en fila; pero bueno, como allí no aparece nadie más y la cobertura telefónica brilla por su ausencia, acaba asumiendo que “con estos bueyes tendremos que arar” y tira para allí en busca de ayuda. Lo que no sospecha nuestra protagonista es que la gasolinera y su dependiente son el menor de sus problemas. ¿El mayor de sus problemas? Pues que tras el accidente se ha metido en un bucle temporal, del que parece imposible salir. Buenas noches y bienvenidos a la nave del misterio.
"Si Bill Murray logró salir de su bucle temporal, yo también puedo"
Desert Road es una efectiva película crujementes, de esas que piden varios visionarios para entenderla por completo y comprobar si todas las paradojas temporales que plantea están bien cosidas. Como solo la he visto una vez y soy bastante tonto para estas cosas, asumiré que sí lo están, porque la película ofrece un sólido combo de terror psicológico y ciencia ficción que quiebra una y otra vez las expectativas del espectador, que no pierde fuelle ni en sus giros más discutibles (que los tiene), y que en sus mejores momentos logra incluso hacerte cosquillas con una sensación de “¡Wow!” similar a la de obras mayores como Memento o Coherence.
Si una cinta sobre viajes atrás/adelante en el tiempo y centrada en un único personaje quiere evitar el latiguillo de “cortometraje alargado”, necesita una buenísima dirección, un protagonista que te arrastre con él y un guion con un ritmo férreo. Sin ser una obra maestra, Desert Road cumple estas tres normas con solvencia (la actriz principal, Kristine Froseth, está excelente). Quizás se le vea un poco el truco en algunas escenas de la protagonista hablando consigo misma, diseñadas de manera obvia para que el espectador no se pierda, o en un tramo final que abarata un tanto el suspense al esforzarse demasiado por redondear la historia y darle cierta moralina; pero en líneas generales, el Rod Serling de The Twilight Zone la habría disfrutado. Yo desde luego lo he hecho.
Venusentencia: Copas de yate
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