Presentación en Sitges de Apocalipsis Z con los zombies bebiendo orujo y bailando muiñeiras
FESTIVAL DE SITGES, 05/10/2024. Un día abres un blog para escribir sobre zombies, y 20 años después convierten tu narración en una película. Es la historia de Manel Loureiro y de su “Apocalipsis Z”. Primero blog, luego novela, y ahora película. No está mal, para una historia de zombies (perdón, digamos mejor infectados) ambientada en Galicia… Precisamente ese es el factor diferencial de la obra y lo que ha acabado en parte dándole el éxito. El mismo escritor nos lo cuenta: “siempre hemos visto las historias de zombies en ciudades estadounidenses o grandes capitales. Yo busqué la realidad, es Galicia pero podría ser Cataluña, Andalucía o cualquier otro sitio. Se trata de sacar el foco de los escenarios habituales y ponerlo en un sitio normal con gente normal”.
Así que adaptación cinematográfica al canto y pelillos a la mar, aunque como explica el director Carles Torrens, pasar del libro a la película no fue fácil porque tuvieron que cambiar y dejar muchas cosas por el camino. “Cuando adaptas un libro, el objetivo es captar el espíritu”, explica. “Cuando se hacen adaptaciones literarias demasiado literales, acabas teniendo un libro en imágenes y no funciona como pieza audiovisual. Es más importante saber a qué ideas quiere llegar el escritor y contarlo con lenguaje cinematográfico”. Y pone la peli alemana de 1970 El retrato de Dorian Gray como ejemplo de buena adaptación aunque sea una marcianada, antes que la versión inglesa de 1945, mucho más fiel al texto pero completamente vacía de su espíritu.
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Como la peli va de zombies, pues le preguntamos por los zombies (sí, somos así de originales), y Torrens nos cuenta que no son zombies, sino infectados por un virus, lo que facilita mucho más la labor que si fueran no muertos. “Así no tienes que mostrar la carne pudriéndose”, confiesa, y explica que se inventaron la patogenia del virus para que lo que sale en pantalla resultara coherente: “tienen la sangre infectada, por eso cuando les late el corazón, la sangre se difumina y les duele todo el cuerpo. Y cuando están excitados, el corazón late más deprisa y les duele más”. Y que decidieron tener un maquillaje parecido al de Tren a Busán, más esquemático, con lentillas y un color de piel diferente.
“Se trata de sacar el foco de los escenarios habituales y ponerlo en un sitio normal con gente normal”
En cuanto a diferencias zómbicas con el libro, los de la novela son lentos y los de la película rápidos. “El guión pedía zombies rápidos, ya que los zombies lentos piden una cierta narrativa que en la película no habría funcionado”, aclara Torrens. “También por razones de presupuesto, pues los zombies lentos requieren hordas, hordas y hordas, y no nos lo podíamos permitir”. Y explica que para crear el movimiento de los zombies, contrataron a un coreógrafo e hicieron castings sólo entre bailarines y contorsionistas. “Luego creamos unos movimientos muy específicos que transmitieran dolor”. También cuidaron ese aspecto con el sonido, “pues el modo como suenan los zombies transmite el dolor de los infectados”.
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Por su parte, los actores presentes Francisco Ortiz, Berta Vázquez y José María Yazpik, coinciden en que prepararon sus personajes desde la humanidad. Francisco Ortiz no quiso tirar de referentes porque a diferencia de lo que hemos visto siempre en el cine, su personaje es una persona normal. Berta Vázquez destaca los hachazos que pega durante la peli, por lo que acababa las jornadas de rodaje con los brazos molidos. Y el actor mexicano José María Yazpik, recalca lo duro que fue aprender el acento ruso. “Fue un proceso duro pero divertido”, puntualiza. Y Torrens explica que aunque en la peli se inventan que es un ucraniano de madre mexicana, el actor se vino arriba y quería ser ucraniano del todo.
¿Y qué hay del gato Lúculo? ¿Por qué no es naranja como en el libro? Aquí Carles Torrens respira hondo y nos cuenta los problemas que tuvo para encontrar un gato actor. Resulta que a diferencia de perros u otros animales, en España no hay gatos amaestrados para el cine porque los gatos no se dejan amaestrar. “Así que hicimos un casting para ver tres gatos”, explica. “El que se portaba mejor era un Maine Coon, pero parecía una pantera; el más bonito era un cabrón que no paraba de arañar y morder; y el tercero ni se presentó”, recuerda. “Al final dimos con Pedrito, que es el gato que sale en la película”. Pues en Un lugar tranquilo: Día 1 también sale un gato, le decimos nosotros. “Hostia, sí”, replica Torrens, “y hace un papelón”.
Apocalipsis VNV
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