Olivia de Havilland dice adiós a los 104 siendo la última gran estrella del Hollywood dorado
Se fue la última de las grandes, la última representante del Hollywood clásico dorado, el Hollywood de las grandes estrellas y los grandes estudios que ella misma se atrevió a llevar a juicio, para que precisamente esos grandes estudios dejaran de poder explotar a sus estrellas. Olivia de Havilland ha bajado definitivamente el telón a los 104 años el mismo año que también se fue Kirk Douglas con un año menos que la actriz.
Popular por su participación en Lo que el viento se llevó y por los dos Oscars ganados por La vida íntima de Julia Norris y La heredera, Olivia de Havilland trabajó a lo largo de 50 años en cerca de 60 títulos entre cine y televisión, muchos de ellos ligados a géneros tan venusvilleros como las aventuras, el western y el thriller. La mayoría al principio de su carrera en la segunda mitad de la década de los 30, de la mano de Michael Curtiz como partenaire florero de Errol Flynn en El capitán Blood, La carga de la Brigada Ligera, Robin de los bosques, Dodge ciudad sin ley, Murieron con las botas puestas y Camino de Santa Fe, entre otras.
También practicó esporádicamente el thriller en diferentes etapas de su vida, como los convencionales A través del espejo (1946) y Mi prima Rachel (1952), o los más terroríficos Una mujer atrapada y Canción de cuna para un cadáver (ambas de 1964), para sumergirse en el tan de moda cine catastrófico de los 70 con Aeropuerto 77 (1977) y El enjambre (1978), permitiéndose incluso la peli de mosqueteros El quinto mosquetero (1979). A partir de ahí, como muchos actores de su generación, pasó la década de los 80 interviniendo en trabajos televisivos, hasta que se retiró definitivamente en 1988.
Olivia de Havilland se especializó en interpretar personajes bondadosos y tuvo una vida tranquila que no se corresponde para nada con la típica vida de escándalos de una estrella de Hollywood, más allá de su sonada y cacareada rivalidad con su hermana Joan Fontaine. Se le conocieron romances con Howard Hugues, James Stewart y John Huston (estos dos últimos, más o menos serios), se casó dos veces, vivió casi toda su vida en París (desde 1955), y sólo acudía a Hollywood para rodar películas. Con ella se va el último aliento de ese Hollywood clásico dorado que alardeaba de tener más estrellas que el mismo cielo. La última de ellas, Olivia de Havilland
Olivia De Havilland en una foto reciente
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