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Besos de vampimariposa ¡Tongo! Nos prometieron sexo vampírico salvaje y no Por El Hombre de Boston |
<De estafas cinematográficas está el mundo lleno. El ovni final de Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal, por ejemplo, que significó una ofensa a la inteligencia del espectador; la presencia de Jar-Jar Binks en la nueva trilogía de Star Wars, que significó una ofensa al buen gusto del fan de la saga; o toda Howard, un nuevo héroe, que significó ambas cosas (lo siento, pero es hablar de estafas cinematográficas y venirme a la mente el nombre de George Lucas… Por no hablar además de todas las re-ediciones de Star Wars por restauración, remasterización, blu-ray, 3D y no sé cuántos patilleros pretextos más…).
Pero para estafas, estafas, todo lo concerniente al erotismo y al folleteo cinematográfico amparado en las expectativas creadas, promociones fraudulentas y promesas incumplidas por los productores. Presentarnos Sliver (acosada) como una secuela inconfesa de Instinto básico, vendernos El color de la noche con la polla de Bruce Willis como reclamo, o colarnos Instinto básico 2 como el regreso de una Catherine Tramell aún más sexual, retorcida y cachonda que la original, cuando en realidad se había convertido en una madurita puritana premenopáusica, serían tres ejemplos entre la larga lista de desagravios cometidos al espectador que aspira a dar rienda suelta a sus ínfulas de voyeur.
"No tengas miedo, cuando llegue el momento te meteré solo la puntita"
Y para estafa, superestafa y recontraestafa, Crepúsculo: Amanecer (Parte 1). Tres películas, tres nada menos, llevan los productores poniéndonos los dientes largos (nunca mejor dicho, tratándose de una película de vampiros) creando una tensión sexual entre el vampiro Edward y la pava Bella que ni la creada en Luz de luna o Expediente X, una tensión sexual que iban a resolver de una vez por todas, decían, a base de edredoning descubierto en este cuarto episodio. Tres películas de besitos, carantoñas y arrumacos interrumpidos en el momento cumbre por los nobles y castos deseos de querer reservarse para el matrimonio como los protagonistas del videoclip “Amo a Laura”.
Recuerden las escenas campestres pasadas. Bella y Edward retozando en un prado soleado (sí, aunque Edward sea un vampiro), con la brisa en sus cabellos y el trino de los pajaritos acompañándolos. Y lo que son las cosas, ella pidiéndole guerra y él haciéndose de rogar por considerarse un caballero chapado a la antigua. ¿El resultado? Dejarla a ella más caliente que una novia con el culo pegado a una estufa (frase de Arma joven II: Intrépidos forajidos), y él irse corriendo a casa a ponerse de su devedeteca particular algún título como “Las tres piernas de Drácula”, “Drácula de Bram Sfoller”, “Vampiresas en celo” o “El conde Fackula” con el que desfogarse (y eso aceptando su alta líbido vampírica como animal de compañía, porque hasta hace cuatro días se nos había enseñado que los vampiros eran impotentes porque sus cuerpos no tienen ninguna fisiología más allá de la de alimentarse de sangre. O sea, que ni respiran, ni comen, ni beben, ni mean, ni cagan, ni trempan).
"En este cuarto episodio como ya se casan, presuntamente iban a recuperar el tiempo perdido y aliviarse los picores hasta quedarse secos" |
Hasta este cuarto episodio en el que como ya se casan, presuntamente iban a recuperar el tiempo perdido y aliviarse los picores hasta quedarse secos. Al menos así se había anunciado, prometido y promocionado, con declaraciones en las que se comunicaba que Kristen Stewart aparecería desnuda, difusión de fotos en las que se podía ver a los dos protagonistas encamados (de lo que desde Venusville ya nos hicimos eco en su momento > CREPÚSCULO: AMANECER (PARTE 1) primera foto), y promesas, promesas y más promesas con las que se nos prometía que iban a dotar a la película de una carga erótica tal, que iban a clasificarla con la distinción R (menores de 14 años acompañados) porque iban a dejar el polvo final de Instinto básico a la altura de un sketch de Barrio Sésamo.
¿La realidad? Que como no podía ser de otra manera (lo que por otra parte era de esperar, teniendo en cuenta que es un producto para pre-adolescentes pre-menstruales) nos la han vuelto a dar con queso, poniéndonos el caramelito en la boca y luego quitándonoslo (iba a decir poniéndonosla dura y luego dándonos dos piedras, pero no sería real porque la verdad es que la pava Bella nunca nos ha puesto a tono). Nada de desnudos, nada de maratones sexuales, nada de edredoning descubierto, y por supuesto nada de polvos salvajes. Seguimos con la tónica casta, puritana y monjil del acto del misionero a oscuras con la fémina cubierta por una sábana estratégicamente agujereada para que pase solo la puntita del partenaire.
"¿Cómo que solo la puntita? O toda o nada"
Besitos, arrumacos y más besitos en la camita, y todos de mariposa, pero ay, que como es el momento más importante de mi vida debo interrumpir la acción e ir al cuarto de baño a prepararme (por un momento creí que iba a salir, como en el chiste, cubierta de cremas siguiendo “consejos de mamá”, y que él se enrollaría la cadena del wáter en la polla siguiendo consejos del hombre del tiempo: a terreno resbaladizo, cadenas…). Pero no, nada más lejos de la realidad, ella respira nerviosa ante el espejo (¿recuerdan a Brad Davis al principio de El expreso de medianoche mirándose sudando nervioso antes de intentar pasar la aduana turca con un cargamento de hachís camuflado? Pues igual), se depila las piernas (¿ein?, ¿no debería haber salido de casa ya duchadita, depiladita, meadita y cagadita?), se pone una ropita interior monísima especialmente elegida para la ocasión… y se mete en el mar primero, y en un riachuelo con cascada más tarde (no piensen mal, es que están de luna de miel) donde la está esperando su semental (creía que iban a practicar un polvo pasado por agua como el de Tristán Ulloa y Najwa Nimri en Lucía y el sexo, pero nada).
Nada de nada, corte y nada más, aunque luego nos enseñen la cama destrozada (no se hagan ilusiones, que no ha sido por la potencia sexual salvaje desenfrenada sino por la supuesta fuerza vampírica de Edward), porque esto es Crepúsculo, señoras y señores, ¡Crepúsculo! Ni “Follúsculo”, ni “Pollúsculo”, ni “Polvúsculo”, y teniendo en cuenta la ñoñería, la ramplonería, y la fifinonería esgrimida en sus episodios anteriores, era de ilusos creer que iban a cambiar de golpe y porrazo la línea del producto. Prometer con declaraciones, engañarnos con promociones y estafarnos a la hora de la verdad, todo lo que quieran, pero nada más, no sea que si sale una teta las mamás solo dejen a sus niñitas ir a verla una sola vez, en vez de la media de cinco habitual, porque repito: esto es Crepúsculo, la única saga donde el amor es puro, los jóvenes son castos, y los besos de vampiro son como besos de mariposa./>
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