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BATMAN BEGINS crítica: Forjando la leyenda

   

Forjando la leyenda

Christopher Nolan sienta las bases de lo que
representa la cúspide del cine superheroico

Por Dr. Bishop

 

Inspiración divina

<“Alex Ross me envió un cuadro de Batman. Está en mi estudio, junto a héroes de la vida real como Muhammad Alí y Michael Jordan. No sé que tiene la forma en que está colocado Batman, la forma en que me mira, con tensión y ansia. Parece real. Me inspira” M. Night Shyamalan.

   ¡Inspiración, Sr. “Shawarma”, es la que han tenido los responsables de este clásico inmediato llamado Batman Begins. Como toda leyenda que se precie, la historia de Batman siempre ha sido inalterable y pocas veces ha sido inalterada. Desde 1939, desde aquel glorioso Detective Comicsnº27, Batman es el único superhéroe que ha sabido adaptarse a las modas imperantes, convirtiéndose en un fenómeno sociológico único e inimitable, mutando en todos los medios y versiones imaginables: cómics, cine, televisión, mercandishing, novelas, seriales radiofónicos, animación, encuestas macabras inauditas (cuando los lectores votaron a favor del asesinato del segundo Robin); versiones camp, kitch, pop (incluso Andy Warhol le dedicó un cuadro), historias de universos alternativos, epopeyas crepusculares (“Dark Knight”), relatos de terror, episodios de comedia, sagas de rabiosa acción, folletines detectivescos, spin-offs, dramas policiales (“Gotham Central”),obras de arte cuasi abstractas (“Arkham Asylum”)...  

   ¡Buffff...! Eso debieron pensar los dos guionistas, el también director Christopher Nolan y David Goyer, al ver el inabarcable material sobre el Señor de la Noche que tienen enfrente, con el agravante de tener que tratar a un personaje con infinidad de interpretaciones, todas ellas válidas al no haber unanimidad sobre cuál es el Batman definitivo. Por suerte allí está David Goyer, un reconocido arqueólogo del noveno arte, el hombre que convirtió un soso segundón del cómic como Blade en protagonista cinematográfico, o que guionizó series de cómic como la estupenda “JSA”, donde demostró conocer al dedillo a personajes con sesenta años de historia a sus espaldas. David Goyer, en un alarde de mínima inteligencia que nadie había demostrado hasta hoy, decide obviar el inevitable aluvión de mierda que ha orbitado alrededor del personaje, centrándose en las obras maestras del comic-book, verdadera fuente y esencia del Señor de la Noche.

 

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"Haz `zsouuum` con la boca y parecerá que luchamos con espadas láser"

 

   Su primer referente es el mítico “Batman Year One”, historia en la que se narran los primeros pasos del vigilante en un Gotham gobernado por los clanes mafiosos y la corrupción policial, a la que se enfrenta también el futuro comisario Gordon. La trama fílmica es potenciada con algunos elementos de la miniserie “The Long Halloween”, como sería la presencia de Carmine Falcone, pero en líneas generales quien manda a nivel argumental esYear One”, especialmente en el carácter del incorruptible James Gordon, un muy entrañable Gary Oldman que representa el último baluarte del Bien en una policía untada hasta la médula. La excelente química entre Gordon y Batman remite también a “Year One”,  así como el coincidente final que anuncia la inminente llegada del Joker (algo que por cierto originó aplausos en el cine).

   Sin embargo, y no deja de ser curioso, el cómic nunca había relatado el periodo de adiestramiento del mejor luchador de DC Comics. Suponemos que los fenicios de la Marvel habrían sacado un alud de miniseries explicando tales acontecimientos a fin de enriquecerse más, pero DC siempre ha mostrado un mayor respeto por sus personajes, quizás por ser iconos antes que superhéroes (Superman, Wonder Woman, etc.). Recordemos que Bruce Wayne no es en sentido estricto un superhéroe, solamente un hombre que se forja a sí mismo para ser el cenit de la ambición humana, sin que nadie le regale poderes como al Capitán América (un soldado dopado por el ejército) o a Lobezno (un asesino mutante acorazado). Sí, sabíamos que Batman se había entrenado con los mejores luchadores del planeta, como Shiva o Caín, aunque siempre se había mantenido un cierto misterio, una laguna histórica que este film nos revela de forma sublime.

 

  "El primer referente es el mítico `Batman Year One`, potenciando la trama fílmica con algunos elementos de la miniserie `The Long Halloween`"  

 

   David Goyer, sabedor de que Chris Nolan es un fanático de James Bond, recupera en los enfrentamientos entre Batman y Ra’s Al Ghul la atmósfera de la década de los setenta, claramente influenciados por la saga Bond: localizaciones exóticas, tramas de espionaje internacional, armas de destrucción masiva... Ra’s Al Ghul, la Cabeza del Demonio, ecoterrorista megalómano nacido hace seiscientos años y conservado gracias a sus inmersiones periódicas en el Pozo de Lázaro. En aras del realismo exigido por Nolan, Goyer desprende a dicho enemigo de su bagaje sobrenatural y lo introduce en el film como el mismo mentor de Batman, brillante idea que incluso los puristas más acérrimos del cómic deben bendecir, ya que se respeta sobremanera el concepto básico de Ra’s Al Ghul como verdadera némesis de Batman, un igual en capacidad de lucha y medios. Incluso las motivaciones de ambos son similares: Ra’s Al Ghul también perdió a un ser querido, su esposa, y ello fue el catalizador de su búsqueda de la justicia, una justicia distorsionada y pasada de rosca que actúa como perfecto contraste a la que busca Batman, advirtiendo al héroe de los límites que nunca debe sobrepasar. 

   En cuanto al resto de personajes, Goyer demuestra una vez más ser un puto genio, sacando lo mejor de cada uno. El ejemplo más claro es el de Alfred (Michael Caine), enfocándolo como una figura casi paternal, un arraigo a la realidad para la obsesión de Bruce Wayne. La extrema humanidad de Alfred nos recuerda a la etapa más reciente del cómic, y su fina ironía y savoir faire es un fiel reflejo del Alfred de la serie de animación y del de “Dark Knight”, donde el mayordomo ya se toma con cierto cachondeo las ralladas de su amo e incluso se burla soterradamente de él con frases llenas de ingenio. Asimismo, Michael Caine borda el personaje y su memorable forma de pronunciar “Master Wayne” es una muestra de dicción en estado puro del que deberían tomar nota los actores españoles, usualmente propensos al balbuceo castizo.

 

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"Que sea la última vez que me metes porquerías de las tuyas en el cubata"

 

   Otro acierto es el Dr. Jonathan Crane “el Espantapájaros” (Cillian Murphy), un villano de segunda fila del que Goyer extrae petróleo, reubicándole como director de Arkham Asylum en la enésima gran idea del guionista. El director se recrea en la representación visual del terror que desata el villano, legando imágenes fabulosas que ya querrían tener para sí otros directores más valorados: la máscara infestada de gusanos, el caballo exhalando fuego, Batman como monstruo quimérico a los ojos del Dr. Crane... Un festín visual de primer orden que sublima todos los logros previos de guión. El resto de personajes poco tienen ya que ver con el cómic: Lucius Fox (un simpatiquísimo Morgan Freeman) es el hombre de confianza de Bruce Wayne en su empresa, pero nunca le había suministrado gadgets ni sabía de su identidad secreta, aunque su rol en la película acaba siendo esencial para justificar el variado arsenal del que hace gala Batman. Rachel Dawes (Katie Holmes) y Mr. Earle (Rutger Hauer) son personajes nuevos que ayudan a encajar todas las piezas, y en el caso de Rachel nos confirma de paso el buen gusto de Tom Cruise con las mozas.

   La última alabanza respecto al guión sería para Cris Nolan, que insiste reiteradamente a Goyer de que “todo debe ser real”, puliendo la trama, justificándolo absolutamente todo y conteniendo probables idas de olla más superheroicas. Los numerosos personajes interactúan con suma fluidez y son presentados con una economía narrativa admirable que no entorpece el transcurso natural de la trama. Olé por el Dúo Dinámico Goyer-Nolan.

 

 

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