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A tumba abierta 6º día: A Field in England; Europa Por Chema Pamundi |
<Parece que el nivel de despropósito de Sitges 2013 sigue sin tocar techo. Hoy ha tenido lugar la mayor pifia organizativa de lo que llevamos de certamen, y paradójicamente no ha sido culpa de nadie, sino un simple imponderable técnico: el servidor de internet se ha venido abajo en el Auditori, lo cual ha provocado dos parones de casi media hora en el pase de las 8:30 de la mañana (The Congress, una de animación con Robin Wright interpretándose a sí misma y dirigida por el autor de la oscarizada Vals con Bashir, que me he saltado porque pintaba a tostón), y luego ha vuelto a suceder lo mismo en el pase de las 10:30 de Open Grave (esta sí que me la he comido de lleno). Lo de Open Grave ha tenido el agravante de que ni siquiera se ha podido acabar la proyección de la película: tras otra media hora de retraso, nos han dejado colgados a cinco minutos del final y nos han hecho abandonar la sala porque no había manera de volver a arrancar el servidor (ha sido como cuando estás viendo una peli en La Sexta, y la última tanda de anuncios dura tanto rato que te pones a zapear y te olvidas de ver cómo acababa…).
Como digo, ha sido una cuestión técnica que no cabe achacar a la organización, que pasados los momentos iniciales de caos y desgobierno ha sabido reaccionar solucionando el pollo de la manera menos lesiva posible: los acreditados tendremos ocasión de volver a ver Open Grave en el pase de la noche (aunque eso suponga tener que tragárnosla entera otra vez para ver los diez minutos que nos faltaban), y a fin de recuperar el retraso acumulado se ha anulado el pase de la película argentina Mala, que estaba programado para las 12:30 del mediodía (nadie la echará de menos; la vi en casa hace unas semanas y puedo asegurar que hace honor a su título). Sea como sea, cada día se siguen sumando puntos para convertir la 46ª edición del festival de Sitges en un puñetero desastre…
Vamos con las películas del día:
A Field in England (Ben Wheatley. Reino Unido, 2013)
> A FIELD IN ENGLAND ficha, fotos y tráiler
A mediados del siglo XVII, un grupo de cuatro desertores de ambos bandos en una batalla de la Guerra Civil Inglesa se encuentran en una desolada campiña, y caen bajo el influjo de un siniestro tiparraco al que deberán ayudar a encontrar un tesoro supuestamente enterrado allí. Por el camino, los cinco personajes (que parecen arquetipos salidos de una obra de Chejov) irán sacando a relucir sus miedos, paranoias y dudas vitales, hasta perder la chaveta (el consumo de las setas alucinógenas que brotan en el lugar tampoco les ayudará mucho a mantener la cordura).
Si el cine de Ben Wheatley siempre había sido sorprendente por su combinación de elementos de distintos géneros (drama costumbrista, terror, cine de gangsters, comedia negra...) esta vez ha hecho saltar la banca con su película más inaprensible hasta la fecha. Si mezclásemos con la batidora al primer Ingmar Bergman, a Terry Gilliam, al Orson Welles de Campanadas a Medianoche y al Albert Serra de Honor de caballería, seguramente el producto resultante no distaría mucho del "drama histórico en lo-fi" (la frase no es mía, pero se la robo impunemente al crítico al que se la leí) que es A Field in England.
"Si fuéramos uno menos podríamos jugar al parchís o al dominó, pero ni eso"
Rodada en un blanco y negro tan espectacular como austero, muy bien interpretada por un elenco de actores que bordan una especie de estado de duermevela entre la estupefacción y la histeria, con una banda sonora evocadora que establece un diálogo lleno de texturas entre la música clásica barroca y la electrónica de vanguardia, y un guión que hace gala de un acercamiento más que atípico al género fantástico (las comparaciones que he oído con el cine experimental de Stan Brakhage y Maya Deren me cuadran bastante), A Field in England sería un fascinante ejercicio de surrealismo fílmico si no fuera por un pequeño detalle: resulta aburrida de narices.
Intentar autoconvencerte de que estás disfrutando con hora y media de escenas que no van a ninguna parte, desvaríos estroboscópicos que invitan al ataque de epilepsia, y diálogos tan obtusos que parece que los personajes hablen en clave, es una labor tan agotadora como estéril. Está claro que para disfrutar de una película no es necesario entenderla (si así fuera, David Lynch pasaría bastante hambre), pero sí que conviene, al menos, generar en el espectador cierta sensación de que vale la pena esforzarse por hacerlo. Muchas de las imágenes de A Field in England tienen una innegable capacidad para cautivar y generar desasosiego, pero el conjunto es sencillamente demasiado aleatorio como para que el público entre en el juego. Sigo pensando que Ben Wheatley es uno de los directores de cine fantástico más estimulantes del indie británico (Down Terrace, Kill List y Sightseers me parecen estupendas), pero en esta ocasión el muchacho se ha cascado un delirium tremens psicodélico bastante intragable.
INFORME VENUSVILLE |
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Sentencia Quaid: Congelada en carbonita |
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Europa Report (Sebastián Cordero. EE.UU., 2013)
> EUROPA REPORT ficha, fotos y tráiler
Tal como me pasaba ayer con Coherence, si ahora me diese por contar la sinopsis argumental de Europa Report con algo más que una simple frase estaría dinamitando buena parte de las sorpresas que guarda su meticulosa construcción narrativa. Por tanto, no lo voy a hacer. Me limitaré a decir que está ambientada en un futuro cercano indeterminado, que los protas son un grupo de astronautas enviados en misión espacial a investigar la posible existencia de vida en el satélite Europa (una de las lunas de Júpiter), y que durante dicha misión les suceden percances a tutiplén (en las películas de misiones espaciales SIEMPRE suceden percances; no hay viaje en el que no se escacharre algún sistema vital de la nave).
Si afirmo así por las buenas que Europa Report es el mejor largometraje de “ciencia-ficción dura” de los últimos 10 años (quizás con el permiso de Moon e Hijos de los hombres), podría sonar a boutade; sin embargo, basta con reflexionar un poco para darse cuenta de que el cine reciente tampoco ha parido tantas muestras de dicho subgénero, y la mayoría de las que apuntaban maneras se han acabado desviando hacia el divertimento de acción y aventuras (Elysium, Sunshine, Gravity...).
"Íbamos para Gravity, pero nos hemos quedado en Apollo 18 y gracias"
En cambio, lo interesante de Europa Report es que durante todo su metraje se mantiene firme en la senda de la especulación científica más plausible. En torno a eso, el director Sebastián Cordero edifica un robustísimo armazón de suspense en un formato de falso documental (entrevistas con los responsables del control de misión, y filmaciones de las diversas cámaras a bordo de la nave), que por una vez le sienta como un guante a la historia y está resuelto con mano maestra de principio a fin, integrándose sin fisuras en la narración y el montaje de la película.
Por temática, estilo y pretensiones, Europa Report podría recordar hasta cierto punto a la fallida Apollo XVIII (un timo de la estampita visto y olvidado en Sitges 2011), pero en realidad ambas tienen poco que ver: Apollo XVIII era una mera martingala de terror tan efectista como estulte, mientras que Europa Report destaca por su inteligencia, su intensidad y sobre todo su verosimilitud (los actores están perfectos –en especial el siempre solvente Sharito Copley–, y la puesta en escena es inmejorable pese a lo ajustado del presupuesto). Una película pequeñita, que sabe convertir sus carencias en brillantes soluciones narrativas (a veces no hay nada más espeluznante que un plano cerrado de la cara de miedo de un astronauta) hasta alcanzar resultados artísticos gigantescos. De visión obligada.
INFORME VENUSVILLE |
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Sentencia Quaid: Copas de yate |
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Cheap Thrills (E.L. Katz. EE.UU., 2013)
> CHEAP THRILLS ficha, fotos y tráiler
¿Qué precio tenemos cada uno de nosotros? ¿Qué estaríamos dispuestos a hacer por dinero? ¿Hasta dónde nos prestaríamos a rebajar nuestra dignidad y valores morales si el bienestar de nuestros seres queridos dependiera de ello? Es bastante fácil que varias de estas preguntas le asalten a uno a lo largo del metraje de Cheap Thrills, quizás la película a la vez más hilarante, desagradable, punzante y sobre todo triste que hemos visto hasta ahora en Sitges 2013.
Craig y Vince, dos amigos bastante muertos de hambre (al uno lo acaban de despedir del trabajo y están a punto de deshauciarlo de casa junto a su mujer y su bebé; el otro solo encuentra trabajos como matón para dar palizas a morosos), se encuentran por casualidad una noche en un bareto tras cinco años sin verse el pelo. Al poco rato traban amistad con Colin y Violet, un matrimonio bastante estrambótico y forrado de pasta, y se ponen a beber los cuatro juntos. Algo más tarde, el marido del matrimonio empezará a ofrecer pasta a Craig y Vince a cambio de hacer ciertas competiciones el uno contra el otro. Al principio serán pruebas sencillas y sumas de dinero relativamente pequeñas (del estilo 100 dólares al primero que se acabe su bebida”, “200 al primero que logre que la camarera le dé una bofetada”, etc), pero poco a poco la cosa irá subiendo de intensidad, hasta alcanzar un nivel bastante insoportable de mala hostia y violencia soterrada (o no tan soterrada). Sin embargo, Craig y Vince necesitan el dinero con desesperación. ¿Hasta cuándo aguantarán?
"Un millón de pavos para el que sea capaz de tragarse toda la filmografía seguida de Uwe Boll"
Las dos principales virtudes de Cheap Thrills son 1) un guión sencillo y de estructura teatral pero extremadamente astuto, que en ningún momento pierde fuelle y que sabe utilizar muy bien los giros sorpresa, y 2) cuatro actores protagonistas absolutamente descomunales (en especial Pat Healy como uno de los dos pobres diablos que aceptan el juego, y David Koechner como Colin, el hijo de puta manipulador y sádico que va proponiendo las apuestas).
Dado su perfecto equilibrio entre el suspense macabro, la comedia cafre y la denuncia social, Cheap Thrills podría verse como un extraño cruce entre Jackass y el cine de Michael Haneke. Una película divertida por fuera pero negrísima por dentro, que empieza poniéndonos una sonrisa en la boca, para ir convirtiéndola poco a poco en una mueca de estupor, horror y disgusto. A veces se agradece que el cine nos suelte estos puñetazos en los morros.
INFORME VENUSVILLE |
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Sentencia Quaid: Copas de yate |
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Open Grave (Gonzalo López-Gallego. EE.UU., 2013)
> OPEN GRAVE ficha, fotos y tráiler
Un tipo (Sharito Copley) se despierta en plena naturaleza, en el fondo de una profunda fosa común de hormigón llena de cadáveres. No se acuerda de quien es, de dónde está ni de lo que hace allí. Cuando finalmente consigue salir, entra en contacto con un pequeño grupo de desconocidos igual de amnésicos que él. Ninguno de ellos sabe qué narices está pasando. Lo único que saben es que, al cabo de dos días, va a pasar algo gordo (no tienen ni puñetera idea del qué, pero todo indica que allí se va a liar la de Dios es Cristo).
Las primeras escenas de Open Grave, con el desorientado protagonista abriendo los ojos y explorando con la mirada el pozo atiborrado de cuerpos, son un arranque formidable que hace presagiar que nos vamos a clavar una buena película de suspense. Sin embargo, a partir de que el muchacho sale del pozo todo empieza a irse al carajo. La siguiente hora de metraje parece (tanto en el tono como en la puesta en escena) uno de esos episodios de la serie televisiva Perdidos en los que no ocurría absolutamente nada, y que apenas daban información al espectador (personajes caminando arriba y abajo por la naturaleza, discutiendo entre ellos, encontrándose pistas demasiado vagas como para poder deducir nada, y tal). Cuando por fin la película empieza a desgranarte de qué va el tinglado, se pone todavía peor, tratando de generar un efecto sorpresa que nunca acabará llegando del todo, no solo porque lo que se nos cuenta está más visto que el tebeo (parece mentira que los guionistas creyesen de verdad que iba a haber algún espectador que no acertase de qué iba la cosa), sino porque tampoco está narrado de una manera que enganche especialmente.
"Es que no sabes cómo se ha puesto el problema de la vivienda, cariño"
En general Open Grave transmite una tremenda sensación de rutina y desgana en casi todos sus aspectos, desde el desarrollo de la trama hasta el diseño de producción, las unidimensionales interpretaciones de los actores (desaprovechadísimo Sharito Copley, por contraste con la también vista hoy Europa Report, en la que está estupendo) o el aburrido uso de los flashbacks. Open Grave es como un enfermo que empieza teniendo una simple gripe, pero cuyo pronóstico se va agravando hasta que le fallan todas las funciones vitales y se colapsa.
Gonzalo López-Gallego empezó muy fuerte en el 2007 con la estupenda El rey de la montaña. Sin embargo, desde entonces parece que su talento se va disolviendo en películas de encargo cada vez más chuscas (Apollo XVIII tenía un guión risible, pero al menos mostraba algo más de chicha que Open Grave a nivel visual). Es una verdadera lástima, porque ahí tenemos a un buen director que solo necesita que le ofrezcan una producción que merezca la pena ser rodada. No es el caso./>
INFORME VENUSVILLE |
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Sentencia Quaid: Congelada en carbonita |
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