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Borrachos y drogados The World’s End; The Call; A Glimpse Inside the Mind Por Chema Pamundi |
<Veintiocho películas a competición en la sección oficial de Sitges 2013. Veintiocho. O sea, una barbaridad (para que se hagan una idea, en el último Festival de Cannes había 20 títulos disputándose la Palma de Oro). Supongo que es una mera cuestión de márqueting, para poder poner el sello de “selección oficial Sitges 2013” en el póster de esas películas y hacerlas más atractivas de cara al público, porque si no es por eso no lo entiendo. Ahora bien, ¿de verdad todos los miembros del jurado (por no hablar de los del jurado Carnet Jove) se van a ver las 28 películas en siete días? Porque recordemos que en teoría el próximo viernes deliberan, y el sábado por la mañana se hacen públicos los ganadores. A mí, sinceramente, me cuesta creerlo. Pero como decimos cada año, en el festival de Sitges los premios suelen concederse más por motivos coyunturales que por la calidad intrínseca de las películas (recordemos cuando se premió a Red State, y los del jurado confesaron que se lo habían dado para ver si encontraba distribuidor en España, porque Kevin Smith les caía muy bien…). Así que en realidad tampoco importa mucho. Pero vamos, que no deja de resultar curioso. Veintiocho…
En los días más concurridos de festival (festivos, puentes y similares), aparte de la fauna habitual de cinéfilos y gente del medio te sueles encontrar dando vueltas por el hall del hotel Meliá a familias de paseo y curiosos de todo tipo, a la caza del famoso. Hoy he visto pasar a un friki que iba con un folio de papel y un bolígrafo, acercándose a cualquiera que llevara una acreditación colgada del cuello para pedirle un autógrafo. Le daba igual quien fuera. De hecho en muchos de casos daba la sensación de que ni siquiera lo sabía: ha habido uno que le ha dicho “No, pero si yo no soy conocido, si esta acreditación es porque tengo el abono VIP; yo solo he venido a ver pelis”. Y el friki ha contestado “bueno bueno es igual, tú firma, firma…”. Tremendo. En fin, vamos con las películas de hoy:
The World’s End (Edgar Wright, Reino Unido, 2013)
> THE WORLD`S END ficha, fotos y tráiler
Gary, un fracasado cuarentón que mentalmente nunca abandonó del todo la edad del pavo (sigue vistiéndose como un groupie de la banda de rock siniestro Sisters of Mercy), decide reunirse con sus cuatro mejores amigos del instituto para volver a su pueblo natal y tratar de completar una hazaña en la que fallaron más de veinte años atrás: hacerse la “milla de oro”, un recorrido por los doce pubs de más solera de la localidad, tomándose al menos una pinta de cerveza en cada uno de ellos (el último bareto de la ruta es el “The World’s End” del título). O sea, lo que se dice una borrachera de leyenda. Por el camino irán saliendo a flote las viejas rencillas que nunca se resolvieron del todo, las frustraciones por las que les ha llevado a los cinco su insulsa vida, las diversas crisis de la mediana edad… y como guinda del pastel se desatará el fin del mundo.
Edgar Wright no podía cerrar de manera más brillante su “trilogía del Cornetto”. Puede que The World’s End no tenga la rabiosa frescura de Zombies Party, pero es considerablemente más redonda que Arma fatal, y en global es la más compensada de las tres en cuanto a ritmo narrativo. Es también la más original, la menos encorsetada por los clichés de género (por primera vez el desarrollo de personajes es más importante que la acumulación de guiños y referencias), la que tiene los mejores gags y los diálogos más punzantes, y la que más toca la fibra con la hondura de sus personajes protagonistas, interpretados con el carisma y la precisión cómica habitual por Simon Pegg y Nick Frost, en esta ocasión escudados por los no menos geniales Martin Freeman, Eddie Marsan y Paddy Considine.
"¡Pero que la cosa vaya del fin del mundo no quiere decir que tengamos que salir a lo Armageddon!"
La primera hora de metraje de The World’s End es tan absolutamente apabullante (una ametralladora de one-liners y réplicas demoledoras), que cuando el elemento fantástico entra por fin en juego a uno le entra cierto miedo de que la película vaya a descarrilar (ya saben, no hay que intentar arreglar lo que no estaba estropeado). Sin embargo, el guión de Edgar Wright y Simon Pegg está tan bien escrito que sabe adaptar a los personajes a esa nueva situación sin que la cosa se desacelere, caiga en lo ramplón ni pierda esa amargura latente que tiene de fondo. Porque pese al torrente de carcajadas que genera The World’s End, lo que pulsa en su interior es un drama con bastante mala hostia sobre la inmadurez masculina y el fracaso.
Puede que yo haya perdido algo de perspectiva y haya conectado especialmente con The World’s End porque todas sus referencias generacionales me tocan de lleno (la banda sonora, excelentemente utilizada para remarcar el estado de euforia ilusoria del personaje de Gary, es una batería de hitazos de bandas del brit-pop noventero como Pulp, Suede, Blur o The Stone Roses). Puede que Simon Pegg y Nick Frost me caigan ya tan bien que todo lo que hacen me parece divertido. O puede que simplemente estemos ante una puñetera obra maestra de la comedia moderna. Sí, me voy a quedar con la tercera opción.
INFORME VENUSVILLE |
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Sentencia Quaid: Venus Hall of Fame |
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The Call (Brad Anderson, EE.UU., 2013)
> THE CALL ficha, fotos y tráiler
Lo único que cabe exigirle a una película como The Call, que no es otra cosa que un thriller de psicópatas en tono de tebeo de los de toda la vida, es que tenga buen ritmo; y vaya si lo tiene. Es que no baja el pistón ni un solo segundo. Es un interesante volantazo del director Brad Anderson (Session 9, El maquinista, Transsiberian…) hacia el cine comercial con criterio. A veces, las fórmulas de entretenimiento más sencillas son las que mejor funcionan.
El personaje principal de The Call es Jordan (Halle Berry), una agente de policía que trabaja como telefonista en el servicio de emergencias 911, y que un buen día recibe la llamada desesperada de una adolescente (Abigail Breslin) histérica porque acaba de ser secuestrada por un asesino en serie (Michael Eklund) y encerrada en el maletero de su coche. Buena parte de la acción se centra en una serie de conversaciones entre ambas, en las que Jordan pondrá en práctica todos los trucos de su manual para intentar ganar tiempo a la desesperada y localizar a la víctima antes de que sea demasiado tarde (le pide que le describa al sospechoso, que le cuente lo que oye desde el interior del maletero, que intente romper una de las luces de freno del coche para hacerlo más reconocible, etc). O sea, podríamos decir que The Call es un poco como Buried (Enterrado) pero al revés.
"¿Está el asesino? ¡Que se ponga!"
La historia va perdiendo verosimilitud a medida que se desarrolla (incluyendo algunas casualidades un poco forzadas, que van encaminadas a que la protagonista decida saltarse el protocolo y aventurarse en la guarida del malo por su cuenta, como todo héroe de acción que se precie), pero en realidad eso no le hace ningún daño a la película, que se mantiene divertida, tensa y bien filmada hasta el final (incluyendo una escena de cierre muy redonda). Una agradable sorpresa con la que muy pocos contaban, y que ha aportado su granito de arena para subir un poco el nivel de calidad medio del certamen, que en los dos primeros días había sido de lo más pobre.
INFORME VENUSVILLE |
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Sentencia Quaid: Copas de yate |
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A Glimpse Inside the Mind of Charles Swan III (Roman Coppola, EE.UU., 2012)
> A GLIMPSE INSIDE THE MIND OF CHARLES SWAN III ficha, fotos y tráiler
La comedia es un género jodido de llevar a buen puerto, porque más que ningún otro demanda una respuesta empática directa por parte del público. Uno puede disfutar de un buen melodrama sin soltar una lágrima, de una buena película de acción sin que le aumenten las pulsaciones, o incluso de una de terror sin asustarse lo más mínimo. Pero una comedia en la que no te ríes es un puto desastre, lo mires por donde lo mires.
En A Glimpse Inside the Mind of Charles Swan III, el director Roman Coppola nos obliga, durante hora y media (a menos que nos larguemos de la sala a media proyección; lo cual desde luego es una decisión de lo más sabia) a seguir las inanes andanzas del tal Charles Swan III (un Charlie Sheen básicamente encantado de interpretarse a sí mismo), un adinerado diseñador gráfico de mediana edad, que entra en crisis tras ser abandonado por su joven novia. Básicamente, el hombre se dedica toda la película a dar dando tumbos existenciales mezclados con coloristas alucinaciones, en compañía de una patulea de personajes en teoría pintorescos (su hermana, su mejor amigo, su agente…), todos interpretados por actores normalmente solventes pero que aquí dan una verdadera lección de “como desaprovechar un casting de lujo” (Jason Schwartzman, Patricia Arquette, Bill Murray…).
"Pues yo creo que no me salía una interpretación tan bordada desde Scary Movie 5"
Por más que le doy vueltas, no acabo de ver qué ha intentado hacer aquí Roman Coppola (un director que, atendiendo a lo disperso de su filmografía, parece dedicarse a esto más por tradición familiar que por vocación propia). No lo pillo. Supongo que provocar y echarse a la crítica encima estaba en la agenda, pero la película ni siquiera es lo bastante escandalosa, original ni divertida como para considerarse una gamberrada inteligente. No hay vitriolo, no hay ironía, no hay buenos gags (ni malos tampoco), no hay nada. Es un happening con amiguetes haciendo el vaina delante de una cámara, rodeados de un diseño de producción que, si bien al principio estorba un tanto, acaba por ser lo único de la película que vale la pena mirar (el Cadillac de Charles tiene dos huevos fritos dibujados en una puerta y dos tiras de bacon en la otra, el sofá de su despacho tiene forma de hot-dog… y así todo el rato). Comparar esta insufrible nadería con una joya como The Worlds End, proyectada el mismo día, resulta especialmente sangrante.
A Glimpse Inside the Mind of Charles Swan III gasta toda su munición creativa con la primera escena (en la que vemos las ideas brotar de la mente del protagonista en forma de collage animado al estilo Terry Gilliam), y a partir de ahí se dedica a sestear sin norte, progresión ni objetivo; y lo peor de todo, sin puñetera gracia. A Coppola se le notan tanto los referentes (Michel Gondry, Charlie Kaufman, Wes Anderson…), como la falta de talento para llegarles a la altura del zapato. Calamitosa no, lo siguiente.
INFORME VENUSVILLE |
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Sentencia Quaid: Condenada a alforfones |
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Space Pirate: Captain Harlock (Shinji Aramaki. Japón, 2013)
> SPACE PIRATE: CAPTAIN HARLOCK ficha, fotos y tráiler
Nunca fui lo que se dice un fan de la serie de dibujos del Capitán Harlock, aunque vi algún que otro episodio en su día por TV3 y siempre me llamó la atención su mezcla de géneros, entre la aventura de bucaneros y la ciencia-ficción pulp al estilo Buck Rogers con un exagerado look de manga setentero. Ahora, más de treinta años después de que el personaje alcanzara su pico de fama, nos llega esta extraña versión en formato de largometraje de animación digital. Cinco años se han tirado para hacerla, contratando a los mejores animadores japoneses que el dinero pudiese comprar. Guau...
Es una lástima, por eso, que no hayan dedicado el mismo nivel de atención a elaborarle a la película un guión con un mínimo de cara y ojos. Porque digámoslo ya (legiones de otakus cagándose en mi calavera en 3... 2... 1....), Space Pirate: Captain Harlock es un plomo insoportable, que se enfanga en toneladas de diálogos expositivos e indigestas arengas sobre la lealtad, el honor, el deber, la venganza y su puta madre (el 80% de la película es gente hablando, muchas veces en off mientras vemos algún plano de naves, de un planeta, o del puñetero espacio sideral).
"A Dios gracias que al menos no me han puesto la cara de Heidi"
Su trama, innecesariamente alambicada, carece de toda originalidad, humor, carisma o sentido de la diversión; es decir, nada que ver con la serie de televisión original. Su look steampunk es cojonudo, claro, y a nivel de animación está curradísima (ojo: me refiero a lo que respecta a las naves espaciales; porque los personajes son unos envarados que ponen todo el rato la misma cara de cartón), pero eso por sí solo no da más que para una murga de cosas que explotan, batallas espaciales repetitivas y decorados con demasiada pinta de presentaciones de videojuego.
Además, es larga de cojones. Cuando parecía que por fin ganaban los buenos y la tortura china (japonesa) se había terminado de una puñetera vez, el villano ha reaparecido, les ha dicho a sus esbirros una frase del palo “liberad el acelerador joviano” o no sé qué narices, y yo he pensado “Oh, mierda” y me he acurrucado en la butaca para echar un poco de siesta mientras de fondo, a modo de nana, se oían un cuarto de hora más de explosiones, cañonazos y música épica. Estoy seguro de que lo que me he perdido era crema pura, pero si algún día deciden hacer una segunda parte, a mí que no me busquen./>
INFORME VENUSVILLE |
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Sentencia Quaid: Congelada en carbonita |
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¿Desea saber más?
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> SITGES 2013 crónica 2: Welcome to the jungle 2º día de festival: Upstream Color; The Por Chema Pamundi |
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> SITGES 2013 crónica 1: Crisis, what crisis? Primer día de festival: Contracted; Por Chema Pamundi |
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