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Vampiros purpurinos, lobos tarzanitos Novedades introducidas en las mitologías vampíricas y licántropas, solo aptas para jovencitas pre-púberes Por El Hombre de Boston |
<La saga Crepúsculo funcionará a las mil maravillas como cine romántico para pre-adolescentes, como fenómeno social también para pre-adolescentes, y como taquillazo comercial gracias a (¿lo adivinan?) pre-adolescentes, pero al loro no se dejen embaucar, que en cuanto a cine fantástico se refiere, es un fiasco más grande que un irlandés negro.
Que los vampiros protagonistas sean vegetarianos y se alimentan sólo de sangre de animales para no matar humanos, vale, lo mismo hacía Brad Pitt en Entrevista con el vampiro. ¿Pero que sean vampiros que cuando les toca el sol lo único que les pasa es que su piel brille como purpurina? Por aquí ya no paso. Me llego a tragar que se paseen a la luz del día porque Forks es una población en la que muy raramente brilla el sol porque está siempre nublada, pero no que la única consecuencia de los rayos uva sobre la piel de los chupasangres sea que brille como si se hubieran maquillado para ir en la carroza de la reina de Chueca el día del Orgullo Gay.
Claro, una de las bazas de la saga crepusculera es la explotación de la belleza de sus actores para regocijo de sus jóvenes seguidoras, ¿se imaginan pues que el sol causara en los personajes los efectos normales en un vampiro? Sus rostros se agrietarían y se quemarían, y de no morir, quedarían horriblemente desfigurados, y entonces adiós a la venta de pósters con los que empapelar los dormitorios y a la de fotografías con las que forrar carpetas…
Vampiros folladores de toda la vida VS. los vampiros amoñonados de Crepúsculo
Y tres cuartos de lo mismo sucede con la relación sin sexo de los protagonistas. Históricamente, los vampiros han sido siempre los monstruos más eróticos, sensuales y sexuales del cine. Su arrebatadora presencia, su gran poder de seducción, y su inagotable sed de sangre, han hecho de ellos unos folladores que ni Rocco Siffredi y Nacho Vidal juntos. El Drácula de Christopher Lee por ejemplo, seducía a toda damisela que se cruzara en su camino y en menos que cantaba un gallo le hincaba el diente en un más que evidente simbolismo sexual. Y el vampiro Lestat se tiraba y mordía a todo lo que se le pusiera por delante, ya fueran hombres o mujeres, de cualquier edad, condición o peso.
Y qué decir de las vampiresas. El furor uterino del que han hecho gala toda la vida es antológico. Véanlas embutidas en elegantes vestidos cuando son las jefes, seduciendo a ingenuos jovencitos para succionarles el cuello y algo más que el cuello como se muestra en Mordiscos peligrosos o Besos de vampiro, o en sexis camisones con generosos escotes por los que asoman sus aún más generosos pechos, prestas a asaltar libidinosamente al mancebo de turno, cuando son las novias del vampiro líder como en Las novias de Drácula, Drácula de Bram Stoker o Van Helsing.
Los vampiros de la saga Crepúsculo en cambio son asexuales. Las vampiras visten tan recatadas como si estudiaran en un internado de monjas, y su única forma de utilizar el sexo consiste en jugar al beisbol hombres contra mujeres. Edward Cullen tiene a Bella desesperada por echar un polvo, y él aguanta estoicamente peli tras peli los envites de la becerra. Mucho besito y mucho magreo, pero a la hora de entrar a matar se parapeta tras el burladero más rápido que lo que tardaría Louis de Pointe du Lac en morder una rata.
"No me trago que el sol sobre la piel de los vampiros provoque que su piel brille como si se hubieran maquillado para ir en una carroza de Chueca el día del Orgullo Gay" |
En las dos primeras entregas nos habían hecho creer que aguantaba el tipo por la seguridad de ella, no fuera que en medio de la excitación se le escapara el diente, y que luego al llegar a casa se desahogaba echando mano a su colección privada de DVDs con títulos como Las tres piernas de Drácula, Drácula de Bram Esfoller o El conde Fuckola, pero no, en Eclipse se nos revela que sus motivos son de índole moral porque se considera un caballero chapado a la antigua que debe respetar a la novia hasta que estén convenientemente unidos en sagrado matrimonio, lo que no deja de tener gracia siendo el matrimonio un precepto de la Iglesia Católica y él un vampiro.
Un amor tan puro y casto para que ejerza de influencia positiva en los (y las) pre-adolescentes de hoy día como ridículo. Para lecciones morales ya tenemos en internet el videoclip paródico "Amo a Laura". Esto son vampiros, señores, v-a-m-p-i-r-o-s, y no personajes de una edulcorada radionovela de los años 50 como Las dos hermanitas.
Más simple y más ingeniosa es la visión que da la saga crepusculera de los hombres lobos. De acuerdo con que puedan entrar en fase a voluntad sin necesidad de tener luna llena (en Underworld también lo hacen), si no sólo se transformarían de noche y eso limitaría el triángulo amoroso protagonista; plenamente acertado que sean indios por aquello de estar más en simbiosis con la naturaleza y todas esas gilipolleces ecologistas; y cachondísimo hacerlos desfilar constantemente luciendo pecho lobo (nunca mejor dicho) con el pretexto de su alta temperatura corporal.
Vampiresas guarronas de toda la vida VS. las vampiresas monjiles de Crepúsculo
Tíos cachas paseándose en pantalones cortos en todo momento fardando de los musculitos esculpidos a base de horas de gimnasio, aunque estén a temperaturas bajo cero... Descojonante pero inofensivo. Una licencia comercial que permite que las jovencitas compren todos los posters y las fotos de rigor, y tengan sus primeras fantasías sexuales, sin ofender a la mitología licántropa como sí se ofende a la vampírica.
Los hombres lobos además, envejecen de manera normal y tienen la edad que aparentan, por lo que está más que justificado que estudien, no como Edward y su familia, que pese a tener más de cien años, siguen yendo al instituto, según ellos para disimular. ¿Alguien se lo traga? ¿Acaso no sería más lógico que vivieran apartados de la sociedad para no levantar sospechas entre la población, en vez de mudarse cada diez años, y matricularse de nuevo en el instituto del pueblo?
Manda huevos, 90 años y cursando aún el último año de High School… En fin, como dijo una vez nuestro co-ciudadano de Venusville Da II acerca de los actores que aún contando la treintena seguían interpretando a estudiantes de instituto en Smalville, “uno siempre ha tenido simpatía por los repetidores”./>
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