La vida de Chuck; El hombre menguante; It Ends; Reflection in a Dead Diamond
El otro día mencioné los títulos importantes de esta edición que me iba a perder por solapamiento de horarios, pero no los que me voy a perder de manera consciente. Quizás el más gordo de todos sea No Other Choice, lo nuevo de Park Chan-wook. Fue una decisión dolorosa porque es un director que me encanta y posiblemente vaya a ser una de las películas del año, pero en todos los pases que había disponibles coincidía con otras cintas de género fantástico que pintaban muy chulas y que, en última instancia, dudo que se puedan llegar a ver en pantalla grande en cualquier lugar que no sea Sitges. No Other Choice la acabaré viendo cuando se estrene, y numerosos otros medios ya cubrirán su paso por el festival. En cambio, dudo que encontréis muchas reseñas largas sobre la húngara Feels Like Home o la noruega Dawning. O sea, que estas crónicas también tienen un punto de servicio público.
De hecho, de cara a las crónicas de este año estoy ahondando aún más en algo que ya empecé a hacer en Sitges 2024, y es priorizar las reseñas de cintas que encajen en el molde de lo que consideramos “cine venusvillero”. Me han gustado tremendos dramones como Todos los males o Si pudiera te daría una patada, pero no nos engañemos: la mayoría de quienes os pasáis por esta página estáis más pendientes de saber qué tal están el Drácula de Luc Besson o el Frankenstein de Guillermo del Toro.

Jean Dujardin, un hombre solo
Cambiando de tema, ayer se pudo ver un fuerte contraste en cuanto a la gestión por parte del festival de dos de sus invitados: por un lado tuvimos a Benedict Cumberbatch, que al acabar su rueda de prensa (vino a presentar Esa cosa con alas) fue escoltado a la salida por un equipo de seguridad exageradísimo, que no le dejó firmar autógrafos y obligó al público a permanecer varios minutos en la sala sin poder irse; y por el otro tuvimos a Jean Dujardin, que se estuvo paseando por el hall del hotel Melià sin que nadie le hiciese caso, y hasta nos lo encontramos meando entre risas en uno de los lavabos. Es llamativo que haya tanta diferencia entre ambos: al fin y al cabo el que ha ganado un Oscar es Dujardin; pero claro, el que interpreta al Dr. Strange es Cumberbatch.
Y nada más. Vamos ya con las cuatro pelis de hoy:
LA VIDA DE CHUCK (Mike Flanagan, USA, 2025)
Trailer, fotos, sinopsis y ficha
Adaptación de un relato de Stephen King incluido en su antología "La sangre manda", en el que el autor se aleja de los terrores habituales para contarnos una luminosa historia de reafirmación vital. La trama se divide en tres actos bastante distintos. En el primero de ellos, un profesor de instituto (interpretado por Chiwetel Ejiofor), asiste atónito a una especie de adormilado fin del mundo, punteado por la aparición de una serie de invasivos carteles publicitarios y anuncios televisivos referidos a un extraño tipo llamado Chuck (Tom Hiddleston), al que nadie conoce. En el segundo acto la acción parece trasladarse a una línea temporal paralela en la que se nos explica quién es Chuck; y en el tercer acto nos enteramos, por fin, de qué es lo que está ocurriendo.
La vida de Chuck es, en sus mejores momentos, una reflexión agradable, buenista y carismática sobre el sentido de la existencia humana. Uno de esos momentos, la larga y sorprendente escena de baile que ejerce de tronco dramático de la película, casi basta para justificar todo el resto del metraje. Casi… pero no. Porque hay muchos otros momentos, demasiados, que pecan de una tremenda superficialidad emocional y una cursilería que produce hasta bochorno (su mensaje, digno de figurar en el catálogo de tazas de Mr. Wonderful, podría resumirse en “Disfruta de lo que tienes mientras dure”).

"Vamos rápido, que no llegamos al casting de La La Land 2"
Sin embargo, el verdadero error intragable de La vida de Chuck es lo torpemente que desarrolla al personaje titular, al que solo llegamos a conocer de verdad a través de una omnipresente narración en off que se llega a hacer muy cargante (se encarga de ella el actor Nick Offerman, con una afectada entonación de ASMR). Es un recurso postizo que rellena los huecos narrativos a base de parrafadas peñazo, con frases tan rimbombantes como huecas sobre el cosmos, el destino, la familia y la muerte, esforzándose mucho en que nos emocionemos (cosa que ocurre más bien poco). Mike Flanagan había dirigido ya un par de adaptaciones de Stephen King bastante resultonas (Doctor Sueño y El juego de Gerald), pero esta vez le ha salido un audiolibro.
Venusentencia: Congelada en carbonita

EL HOMBRE MENGUANTE (Jan Kounen, Francia, 2025)
Trailer, fotos, sinopsis y ficha
Ya nos sabemos ya de qué va esto, ¿no? Un tipo corriente (encarnado por Jean Dujardin ) sufre un fenómeno paranormal inexplicado y empieza a encogerse sin pausa. Al principio los únicos problemas que esto le genera son que la ropa le queda grande y que los pies le cuelgan cuando se sienta en el sofá, pero por supuesto la situación se irá haciendo cada vez menos cómica y más crítica, a medida que todo a su alrededor (los muebles, el gato, su propia familia…) se convierta en una amenaza para su vida.
Con cada día que pasa, todo aquello que nos importa, todo aquello que queremos, se va haciendo más y más pequeño, hasta que un día desaparecerá y será olvidado. También nos pasará a nosotros, claro, y la vida es en buena medida una lucha contracorriente para retrasar lo máximo posible ese olvido. Tomemos como ejemplo las películas del Hollywood clásico que nos marcaron de jóvenes: en muchos casos ya casi nadie las ve, casi nadie las tiene en cuenta (sobre todo, casi nadie menor de 30 años). Por eso la cultura del remake, a menudo tan denostada, es necesaria: porque los remakes alargan la vida a historias fabulosas, que merecen sobrevivir para las nuevas generaciones. Así pues, quizá el presente remake francés de El hombre menguante no sea gran cosa, pero está bien que se haya hecho.

"Tranquilo, Matt Damon en Una vida a lo grande era mucho más bajito"
El principal problema que uno le puede encontrar a la película es que aquello que nos narra, al igual que el protagonista, se ha reducido en escala. Lo que en la década de los 50 fue una historia rompedora que dejó boquiabierta a la audiencia, y una superproducción realizada con la mejor tecnología de efectos especiales existente en la época, se convierte en 2025 en un cuentecillo un tanto naif y una produccón modesta pero apañada, con efectos digitales estándar, bien hechos pero que ya no sorprenden.
Sin embargo, si uno está dispuesto a entrar en el juego, la cosa funciona. Quizá su primer acto se alargue un pelo de más, pero a cambio el tercio final es muy robusto, en especial el conflicto contra la araña, que va evolucionando con varios enfrentamientos y se resuelve de una manera astuta que redunda en el tono descorazonador de la historia. Por lo demás, se agradece que este remake mantenga el tono pulp de la historia original, sin tratar de cambiarla demasiado ni de actualizar las explicaciones científicas (que tampoco tendrían ningún sentido, nos contaran lo que nos contasen). Eso, y que Jean Dujardin es un actor excelente, que transmite con igual credibilidad todas las fases por las que pasa su personaje (preocupación, miedo, resignación, determinación y hasta fascinación). Lo dicho: un remake que no va a sustituir a la obra maestra original de Jack Arnold y Richard Matheson (esto ya lo sabíamos), pero que tampoco hace ningún daño.
Venusentencia: Copas de yate

IT ENDS (Alexander Ullom, EUA, 2024)
Trailer, fotos, sinopsis y ficha
Cuatro amigos que acaban de terminar el instituto se van de excursión en coche y, sin saber cómo ni en qué momento, acaban circulando por una carretera rodeada de bosques que parece no terminarse nunca. Conducen durante días y días sin encontrar lugares habitados, desvíos ni zonas abiertas que les permitan salir de esa vía única y permanentemente recta. Tampoco pueden detenerse durante más de un minuto y medio, porque enseguida aparecen desde el bosque hordas de gente que se abalanzan contra el auto. No tienen sueño, ni hambre, y la gasolina del vehículo no se agota. Solo conducen, y conducen, y conducen. Es una premisa con la que M. Night Shyamalan también podría hacer un largometraje de suspense, pero ya te digo yo que sería bastante peor que este.
Al igual que la serie de TV Senfield fue catalogada en su día como “la comedia sobre nada”, podríamos convenir que It Ends es terror existencial sobre nada. O sea, sobre la propia angustia de la existencia, que va permeando a los protagonistas a medida que les queda claro que, aunque no dejan de moverse, en realidad no están yendo a ninguna parte. El tono terrorífico de survival desesperado de la primera mitad va dejando paso a una película más reflexiva y de mayor complejidad psicológica. Del “como salvar nuestras vidas” pasan al “qué vamos a hacer con el resto de nuestras vidas”.

"¿Seguro que no estamos en un episodio de Euphoria?"
Lo que hace que It Ends supere con holgura el estatus de mera curiosidad son sus cuatro personajes, todos ellos magníficamente escritos e interpretados incluso cuando tienen diálogos banales, o cuando se retan en los típicos juegos dialécticos de viaje en coche (hay uno en concreto sobre el que van volviendo durante toda la película: 50 halcones, 10.000 ratas, 5 gorilas y 1 tío con un rifle; elige dos opciones para que te defiendan; las otras dos opciones te atacan). Se me ocurre que It Ends resonará de manera especial entre el mismo tipo de público joven al que le atraen títulos de Jane Schoenbrun como We’re all Goin to the World’s Fair o El brillo en la televisión, que tratan sobre cómo tener 20 años y convivir con la incertidumbre, en un mundo sin respuestas ni referentes. Salvando todas las distancias y tirándome un triple desde media cancha, una cinta como esta podría ser El ángel exterminador de la generación Z.
Venusentencia: Copas de yate

REFLECTION IN A DEAD DIAMOND (Hélène Cattet y Bruno Forzani, Bélgica, Luxemburgo, Francia e Italia, 2025)
Trailer, fotos, sinopsis y ficha
John Diman, un ex-agente secreto de élite ya jubilado, pasa sus días dorados en un lujoso hotel de la Costa Azul, bebiendo vermut y comiendo erizos de mar mientras rememora las aventuras de su juventud, cuando vestía un esmoquin sin una sola arruga, tenía licencia para matar y perseguía a villanos como la misteriosa ladrona enmascarada Serpentik. Pero ya se sabe que un agente secreto de élite nunca se jubila del todo, así que unas extrañas muertes y un alijo de diamantes volverán a ponerle en funcionamiento, metiéndolo en una peripecia que hilvanará presente y pasado. Pero… ¿es realmente una peripecia… o es otra cosa?
El matrimonio formado por Hélène Cattet y Bruno Forzani lleva casi dos décadas homenajeando el cine pulp italiano de los 60 y 70, destilando su esencia desde la deconstrucción más extrema. Sus obras son frenéticos caleidoscopios de zooms, planos de detalle, colores amarillentos y diálogos (muy escasos) con el doblaje ligeramente desacompasado, retroclones fieles y a la vez irreverentes a ese tipo de películas ya desaparecido. Tras presentar en Sitges 2017 el árido thriller psicodélico Dejad que los cadáveres se bronceen, se descuelgan ahora con la mayor y más brillante chaladura de toda su filmografía, un metapastiche inspirado en los tebeos de misterio y aventuras conocidos como “fumetti neri”.

"Si la peli no funciona, repito en Gran Hermano VIP"
Reflection in a Dead Diamond es una bacanal de superagentes que parecen versiones psicotrónicas de James Bond, asesinas ninja con uñas cuchilla y trajes de lentejuelas shuriken, peleas de katanas contra bisturís, persecuciones narradas utilizando viñetas de cómic o de fotonovela, anillos de rayos X, y una tonelada de detalles más, vomitados contra el espectador en un montaje histérico de imágenes que rara vez duran en pantalla más que unos pocos segundos. Es verdad que el argumento es un caos imposible de seguir, y que buena parte de lo que ocurre en pantalla es un ejercicio de masturbación estética, a veces sin continuidad alguna entre escenas, pero hay pajas que son mejores que muchos polvos, y el orgasmo que te proporciona ésta es glorioso.
Venusentencia: Copas de yate

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