Daniela Forever; Strange Darling; Arcadian; Apartment 7A
Estaba siendo una edición del festival muy parca en anécdotas, pero tarde o temprano siempre acaba pasando algo lo bastante psicotrónico como para comentarlo. Hoy a mediodía han proyectado la película francesa Else en el Auditori (en la próxima crónica, va la reseña), con presencia de su director, Thibault Emin. Aunque decir “presencia” es decir mucho, porque el tío llevaba encima tal resacón que podríamos decir que estaba presente solo en cuerpo, porque en espíritu seguía calando en la cama de su habitación del Auditori.
Pues nada, que el tipo ha subido al escenario con gafas de sol y con una bolsa (¿de basura?) en la mano, ha comentado que las doce y cuarto del mediodía era muy pronto para él, ha soltado un discurso en un castellano de nivel “Duolingo” gripándose en cada frase, se ha quejado de que la gente aplauda las muertes en las películas y ha pedido que en la suya en cambio aplaudiesen las escenas de sexo, ha terminado diciendo que se volvía a la piltra a seguir durmiendo y se ha ido de la sala en medio de la ovación más estruendosa de Sitges 2024. La presentadora Melina Matthews, boquiabierta, solo ha podido despedirlo añadiendo “Bueno… al menos ha intentado… hablar en español…” Ídolo absoluto.
Thibault Emin, genio y figura
Y el público de Sitges, por cierto, ha obedecido la petición del director y ha aplaudido con efusividad cada polvo que tenía lugar en la pantalla. La gran fiesta del cine.
La cuatro pelis de hoy:
DANIELA FOREVER (Nacho Vigalondo, España, 2024)
Trailer, fotos, sinopsis y ficha
Nicolas, un DJ con la psique hecha una piltrafa por ser incapaz de superar la muerte de su novia Daniela, se apunta a un programa experimental de inducción de “sueños lúcidos”, gracias al cual se supone que tus traumas se van disipando poco a poco, a base de soñar recuerdos positivos anteriores a dichos traumas. Sin embargo, en la primera sesión de Nicolas ocurre un accidente de lo más tonto que hace que, en lugar de soñar lo que le tocaba, le venga a la mente su vida junto a Daniela, enganchándole todavía más a su recuerdo; y a partir de ahí, la cosa se va complicando de manera exponencial con cada nuevo episodio.
Juego de muñecas rusas sobre sueños dentro de realidades dentro de sueños, que rapiña ideas a Origen, Abre los ojos, Olvídate de mí y hasta Desafío total. El universo onírico que se va montando poco a poco el protagonista progresa constantemente en cuanto a dificultad y variantes, hasta llegar a un clímax en el que fijo que se perderá buena parte de la audiencia. Yo confieso que me he perdido bastante antes de eso, pero a la salida del cine he podido recomponer en mi cabeza el puzzle de lo que CREO que ocurre al final de la película, así que diría que la cosa en general tiene sentido, aunque haya ciertas reglas internas menores que chirríen en momentos puntuales (si el protagonista puede ordenar a todos los personajes de su sueño que se comporten como él quiere, o incluso borrarles la memoria, ¿por qué de repente se deja amenazar por dos guardias de seguridad pistola en mano?).
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Vigalondo sigue en su línea habitual de trabajar más las situaciones que los personajes, y en esta película queda más claro que nunca lo que cuaja (lo primero) y lo que no (lo segundo). El problema es que, a diferencia de Los Cronocrímenes, esto no es un puro ejercicio de relojería argumental, sino que además pretende emocionar y hacernos sacar profundas conclusiones sobre el alma humana, y por ahí se desinfla el globo. Ni el sosísimo protagonista genera la empatía necesaria para sufrir por él, ni Daniela tiene una personalidad tan arrebatadora como para justificar el (enervante) pedestal de Manic Pixie Dream Girl en el que es colocada durante buena parte del metraje; y en el apartado visual cumple sin deslumbrar (lo de los dos formatos distintos de imagen para diferenciar la realidad de los sueños está curioso, pero ahí se queda).
Daniela Forever tiene demasiadas capas, vueltas de tuerca y posibilidades como para digerirlas todas de una vez sin que se te haga bola. Es un juego de deducción que invita a comentarlo durante horas estableciendo teorías, y deja la sensación de que, justamente, el interés principal de Vigalondo era tenernos a todos bailando. En ese sentido, funciona, pero ello también le marca una nota global discretita como película. Diría que me ha parecido ok, pero no haría el esfuerzo de verla una segunda vez para entenderla mejor, y me cuesta creer que pueda enamorar a alguien.
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STRANGE DARLING (JT Mollner, EUA, 2024)
Trailer, fotos, sinopsis y ficha
Strange Darling empieza con un prólogo en el que un hombre y una mujer están en un coche decidiendo si entran o no a un motel de carretera, sigue con un texto en pantalla que nos informa de que vamos a ver la dramatización de los últimos crímenes del asesino en serie más prolífico de las últimas décadas (falso; todo lo que ocurre en la película es pura ficción), y sigue con un plano frontal a cámara lenta de una joven aterrorizada y ensangrentada, huyendo de algo o alguien en medio de un campo de hierbas altas; y hasta aquí llega lo que puedo contar sin quitarle todo el interés a una cinta que depende por entero de los trucos que le dan forma.
Corre, Darling, corre
Así pues, un hombre, una mujer y un motel de carretera. Combinando esos tres elementos te pueden salir mil películas distintas. La que ha salido en este caso es una relectura pulp del género slasher, cargada de sorpresas, estilosamente filmada en unos gloriosos 35 mm (no te lo pierdas: el director de fotografía es Giovanni Ribisi) y con un guion que consigue parecer menos rudimentario de lo que es en realidad, gracias a haber sido dividido en seis capítulos desordenados, cada uno con su entradilla y su título correspondiente (porque oye, puestos a fusilar de manera descarada a Tarantino, hagámoslo bien), de modo que la información de su sencillísima trama se le va racionando al espectador para hacerla más atractiva.
A Strange Darling se le pueden poner una larga ristra de pegas, como por ejemplo que es tramposa de la hostia, que tiene un punto de misoginia un tanto innecesario, que como de costumbre en este tipo de cine asocia las prácticas sexuales raritas con perturbaciones mentales y que, si lo piensas, no cuenta nada de nada (¿que las apariencias engañan? Pues ya ves tú). Pero es que durante una hora y media te lo hace pasar tan bien, y la actriz Willa Fitzgerald ofrece un recital interpretativo tan por encima de lo que era necesario, que se lo perdonas todo.
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ARCADIAN (Benjamin Brewer, EUA, 2024)
Trailer, fotos, sinopsis y ficha
Alguna que otra vez he dicho que mi media hora favorita de cine de terror es la primera media hora de Alien, el octavo pasajero, en la que no ocurre nada terrorífico per se, ni tampoco demasiado revelador para la trama, pero en la que todo lo que ocurre es absolutamente fascinante: la puesta en escena cargada de detalles, la construcción de personajes a través de momentos cotidianos, la sensación de amenaza velada que flota en el ambiente…, todo planta semillas narrativas que darán sus frutos cuando por fin el drama estalle. Algo de eso hay, salvando las distancias, en Arcadian, un filme de monstruos postapocalípticos que a ratos recuerda a obras recientes como Un lugar tranquilo o A ciegas (aunque, en este caso, la única regla que haya que cumplir para no ser aniquilado por los bichos de turno es no salir de casa por la noche), pero que demuestra tener mucha personalidad propia; y también tiene a Nicolas Cage, que eso casi siempre suma.
Cage interpreta aquí a un padre que, junto a sus dos hijos mellizos adolescentes, se ha establecido en una solitaria granja abandonada en medio del campo, para tratar de capear lo que parece ser una invasión a escala mundial de agresivos monstruos (¿alienígenas? La película no da la menor explicación al respecto) que cazan en manadas y que en pocos años han arrasado a la Humanidad, devolviéndola a niveles tecnológicos propios de la edad media.
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Lo más interesante de Arcadian es el desarrollo de la relación, no siempre fácil, entre los tres protagonistas, con las fricciones naturales entre dos adolescentes que ansían descubrir el mundo y se creen inmortales, y un padre que vive en permanente estado de alerta. Los tres personajes están bien dibujados, y los actores generan una cercanía que conecta con la audiencia. Cage pocas veces ha estado tan contenido como aquí.
Arcadian es una serie B bien dirigida, con un ritmo sólido y que sabe usar sabiamente sus ajustados recursos. El diseño de los monstruos merece comentario aparte. Se les ve poco, y a menudo entre sombras o planos muy rápidos, pero cada vez que aparecen aportan nueva información sobre su fisonomía y su naturaleza. Su aspecto es de lo más bizarro y grotesco, en el buen sentido: formas peludas, extremidades largas parecidas a las de un simio y cabezas que se abren por la mitad para hacer castañetear unas dentaduras claramente demasiado grandes. El director, Benjamin Brewer, ha apuntado en varias entrevistas que se inspiró en el aspecto desastrado y los comportamientos enloquecidos de personajes de dibujos animados como Goofy, y es cierto que parecen versiones pesadillescas y dementes de un cartoon de Disney o de la Warner (hay un par de escenas, en las que docenas de ellos se juntan formando una especie de gigantesca rueda peluda para dar caza a los personajes). En ese y otros detalles, Arcadian demuestra que en los márgenes de cualquier subgénero del fantástico, por trillado que nos parezca, aún se pueden encontrar trufas.
Venusentencia: Copas de yate
APARTMENT 7A (Natalie Erika James, EUA, 2024)
Trailer, fotos, sinopsis y ficha
En el Nueva York de 1965, una joven bailarina llamada Terry intenta sobrevivir sin ingresos, tras sufrir un accidente en el que se destroza el tobillo (de largo, la escena más escalofriante), lo cual le impide encontrar trabajo en ninguna producción teatral. Después de una serie de carambolas que no son tan casuales como ella cree, acaba siendo acogida por el matrimonio Castevet, dos ancianos adorables que le ofrecen un techo gratis y contactos para lograr cumplir su sueño profesional de actuar en Broadway. A cambio, lo único que esperan de ella es que se deje follar por el Maligno y traiga al mundo al Anticristo. Vamos, una ganga de trato. Apartment 7A, por si alguien aún no lo sabía, es una precuela directa de La semilla del diablo.
A finales de los 70 ya se hizo una secuela de la película de Roman Polanski, lo que pasa es que nadie la recuerda porque era un telefilm malísimo. En 2014 hubo también un remake en forma de miniserie, bastante olvidable. Por algún motivo, Hollywood parece no darse cuenta de que la cinta original de 1968 es una obra maestra intocable y con un guion completamente estanco, que no necesita relecturas, actualizaciones, secuelas ni spin-offs. No solo eso, sino que cualquier perspectiva novedosa que pudiera dársele ha sido ya explorada por las docenas de títulos que han bebido de ella durante décadas. Necesitábamos una película prólogo que nos detallara el destino de Terry Gionoffrio (un personaje secundario de La semilla del diablo que aparecía solo en dos escenas), lo mismo que necesitamos un segundo ombligo.
Pero claro, este mismo año hemos tenido una precuela como La primera profecía, que tampoco parecía hacernos puñetera falta y fíjate tú lo buena que ha resultado ser. Así que aquí estamos, ante Apartment 7A, una película que nadie pidió pero que vete tú a saber. ¿Veredicto? Un guion digno, una puesta en escena perfecta, cierto oficio para colar sustos inesperados (en el pase del Prado, una espectadora ha pegado un bote como para tocar el techo) y sobre todo una Julia Garner que logra dar toda la pena del mundo en el papel de la pobre protagonista.
"El Anticristo del festival de Sitges es la sala Escorxador"
Pero claro, al mismo tiempo la sombra que lo cubre todo sigue siendo demasiado alargada, y Apartment 7A no consigue trenzar ni una sola idea nueva que la justifique. Su libreto es una versión aguada de lo que le ocurre a Rosemary (como todos hemos visto La semilla del diablo, sabemos que Terry morirá mucho antes de que ni siquiera se le empiece a notar el embarazo), que incluye explicaciones mucho más explícitas y rápidas de todo y mucho trasfondo sobre las frustraciones que arrastra la prota, a fin de que a la película no se le noten demasiado las hechuras de subtrama menor estirada. Aparte de eso, la directora Natalie Erika James no sabe manejar el espacio visual con la sabiduría que demostró Polanski para crear una constante simbiosis de amenaza indefinible y bienestar hogareño.
Apartment 7A está en general bien facturada, pero se mantiene en la zona de confort estándar del cine de terror moderno, sin tomar ningún riesgo ni atreverse a desarrollar personalidad propia. O sea, lo contrario de lo que fue en su día La semilla del diablo. ¿Alguien esperaba otra cosa?
Venusentencia: Dos Caras Harvey
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