ORIGEN crítica: La reinterpretación de los sueños

La reinterpretación de los sueños Al fin conocemos el porqué de nuestros sueños húmedos con poluciones: Marion Cotillard aparece en ellos Por Dr. Bishop

<Un tercio de nuestras vidas sobando como perros y ningún científico sabe explicarnos, en pleno siglo XXI, qué diantres pasa por nuestras mentes mientras soñamos. ¿Por qué en sueños nombramos siempre a Rigoberta, cuando la chica que escucha atentamente al lado se llama Exuberancia (cagada la hemos, amigos)? ¿Y cuál es la causa de esas inoportunas y abundantes poluciones nocturnas que encharcan a la pobre Exuberancia, ya de por sí hasta los ovarios de nuestras habituales mamarrachadas de sonámbulo salido?

   Christopher Nolan, en su formidable Origen, no responde a estos saraos domésticos de importancia capital, no obstante nos define él solito (in your austrian face, Sigmund Freud) el universo onírico que hasta ahora desconocíamos: tropocientos conceptos inéditos hasta la fecha (la patada, el tótem, el limbo…); arquitecturas laberínticas en numerosos niveles de consciencia (a excepción de Belén Estebán y José Montilla, apenas con una sola); reglas temporales independientes en cada constructo del subconsciente pero a la vez interconexas con el resto (¿lo cualo, dice?); proyecciones de creación psicopatológica (en arquetipo jungiano, tradúzcanlo como la típica tía tocahuevos que te aparece hasta en sueños); etc.

"Ceo que no debí ponerles el Sálvame deluxe para que supieran quién es Belén Esteban..."

   Vaya, que la peliculita de marras nos ametralla con más ideas innovadoras que juntando las del último decenio de remakes, secuelas y adaptaciones de imbecilidades al azar. Lógico entonces que necesitemos varios visionados para entender Origenen su totalidad, en la enorme complejidad de un universo nuevo que da coherencia a lo impensable pero aún así “soñable”. Lo que ya es de summa cum laude es que Christopher “God” Nolan, el alto demiurgo, nos hace entender esta física onírica ignota no con discursos teóricos farragosos, sino con el mismo desarrollo de una acción en constante tensión.

   Un entretenimiento didáctico, bravo, y además forjado en un guión elaboradísimo, que no sólo lleva hasta el final sus high concepts de base, también los subvierte y confronta (si se extrae una idea, ¿se puede inculcar?) y busca en perspectiva sus consecuencias últimas (que no falla, todo placer que merezca la pena conlleva sus adicciones del quince). Confirmado pues: queda al menos un humanoide inteligente en Hollywood aparte de Paris Hilton y Lindsay Lohan (que van de tontas pero déjalas ir).

   Maestro alquimista Nolan, pero hay que ver cuánto se te quiere por aquí, guaperas. Deconstructor narrativo cercano al gamberrismo (Memento, una pesadilla argumental para los justitos de mente), autoridad visionaria en cualquier proyecto por comercial que sea (Batman Beginsreformuló un tipo de cine, todo remake ulterior lo confirma al plagiarlo), transgresor con cambios de ritmo imprevisibles (El caballero oscuro hasta trascendió el género de cómic que a priori le limitaba), Chris “lo puto crack” Nolan firma en Origen una obra maestra apabullantemente caleidoscópica, multigenérica como thriller, como peli de James Bond, como ciencia ficción, como drama psicológico… ¡Como cine de verdad, coño!

   Su falsa condición de blockbuster veraniego no le impide ser además multireferencial, por no decir “maxireferencial”. Desde alusiones constantes a la propia obra de Nolan (las psiques grilladísimas, los flashbacks que retroalimentan el guión, los páramos helados) hasta el desparrame casi exploitation de referencias varias, desde las implícitas a Hitchcock o a Heat de su amado Michael Mann (la planificación del “atraco” onírico), hasta las más evidentes a todo título de metaficción que se les pueda pasar por la cabeza (Desafío total, Dark City, La celda, ExistenZ, Matrix…). Incluso la mesmerizante banda sonora de Hans Zimmer, otra revolución en este caso musical, no renuncia en sus experimentos sonoros a recuperar ecos tan reconocibles como las melodías del John Barry de James Bond o el Vangelis de Blade Runner.

"Si ves a Pénelope Cruz avisa, que Eduardo Noriega se la follaba en sueños en Abre los ojos"

   Algún despistado podrá tachar Origen de ser demasiado intelectual (pues ya saben chatos, a comerse la enésima adaptación de un videojuego con su guarnición de caca de perro) o de ser excesivamente ambiciosa y larga, aunque bienvenida sea al fin por estos lares algo de ambición, su montaje prodigioso y su metraje al completo, ciertamente imprescindible de cabo a rabo.

   A pesar de su inconcebible maestría para nosotros los mortales, nos negamos a creer que Origen haya sido sólo el producto del sueño de una noche de verano, por mucho que nos deje la bendita duda de cuánto se han confundido sueño y realidad en este arrebatador non plus ultra de metaficción desatada./>

INFORME VENUSVILLE
		Sentencia Quaid: Venus Hall of Fame
		Recomendada por Kuato a: amantes de los viajes low cost. En 150 minutos visitarán Estados Unidos, Japón, París, África y búnkers glaciales, presentados con una dirección, diseño de producción y efectos especiales de una elegancia formal simplemente epatante.
		No recomendada por Kuato a: los que deseaban sueños con castillos de fantasía rococó y criaturas voladoras. Para eso ya tienen a Shyamalan y a Tim Burton, quienes deberían ver Origen para reflexionar sobre cuándo y dónde perdieron sus cojones como cineastas.
		Ego-Tour de luxe por: el reparto enterito, destacando al Di Caprio (con 35 tacos y un currículum de miedo), Ken Watanabe (impecable) y la femme fatale Marion Cotillard (sin su personaje la peli se devaluaría a un simple “día en la oficina” de los ladrones de sueños).
		Atmósfera turbínea por: como siempre con la última de Nolan, un miedo atroz a que la gran esperanza blanca haya agotado su talento y no pueda superarse en su siguiente proyecto, en este caso la anhelada Batman 3 (Nolan, ¿hace una de Marion Cotillard como Catwoman?).

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