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SITGES 2011 crónica día 5: Fiebre amarilla

   

Fiebre amarilla

Quinto día de festival: The Yellow Sea; Hara-Kiri:
Death of a Samurai; Bellflower; The Moth Diaries

Por Chema Pamundi

 

<Cruzado ya el ecuador del Festival, me acabo de dar cuenta de dos cosas: la primera es que, a diferencia de otros años, de momento solo he visto una película en el cine Retiro y ninguna en el Prado (o sea, que casi no me muevo del Auditori). La segunda es que no he tenido tiempo de hojear el periódico del Festival ni un solo día. En años anteriores solía leérmelo de punta a cabo durante los descansos entre sesiones, y esta vez me limito a recogerlo cada mañana y meterlo en el zurrón sin fijarme siquiera en la película de portada.

   Voy de culo. No hago otra cosa que ver películas, o tomar notas sobre alguna película que acabo de ver (así, cuando vuelvo a Barcelona tengo material de salida para hacer la crónica diaria). Hoy ya he llegado al límite del delirio, y me he puesto a tomar notas DURANTE la proyección de una película. Obviamente, como las estaba escribiendo a oscuras, cuando ha acabado la película y se han encendido las luces de la sala he comprobado que no eran más que una jerga ilegible, como una especie de versión chiquitistaní de los manuscritos del mar Muerto. Reír para no llorar…

 

 

The Yellow Sea (Na Hong-ji. Corea del Sur, 2010)

   La jornada se ha abierto con película de Corea del Sur, lo cual suele ser una buena noticia. De las muchas cinematografías asiáticas que son habituales en Sitges, la surcoreana es la que ha venido demostrando un mayor índice de aciertos, la que mejor conecta con el público del Festival (seguramente por ser la más occidental de todas). La película en cuestión es The Yellow Sea, de Na Hong-jin (o como se llame el hombre), que ha generado gran expectación entre quienes hace un par de años disfrutamos a base de bien con su hipervitamínico thriller The Chaser.

   The Yellow Sea arranca como una obra de cine negro clásico, protagonizada por un endeudado taxista chino al que unos mafiosos le encargan cruzar hasta Corea del Sur para liquidar a cierto tipo (o sea, que la cosa empieza con aires de rudo filme fronterizo en plan Sed de mal). Pero de pronto, tienen lugar un encadenado de situaciones que convierten la película en un estrafalario mix de El fugitivo y El caso Bourne (no sabía yo que los taxistas chinos tuvieran esas habilidades para repartir estopa). ¿Resultado? Una cinta argumentalmente confusa (a la media hora yo ya no sabía qué chino iba con quién), y a todas luces demasiado larga (dos horas y veinte ¡Joder, ni que fuera Doctor Zhivago!), pero con unas escenas de acción de traca mayor.

 

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"Tú tranquilo, que en las pelis de Bruce Lee tampoco llevaban nunca armas y nadie se quejó"

 

   Las comparaciones con la saga de Bourne no resultan ociosas, pues The Yellow Sea tiene un par de persecuciones que ríase usted de Paul Greengrass (especialmente hay una que empieza a pie, sigue en camión, luego continúa en coche y luego vuelve a seguir a pie, que es para levantarse de la butaca y agitar pañuelos). Esos momentos de adrenalina pura, junto con la poderosa interpretación de Kim Yun-seok como Myun, un asesino a sueldo letal con cualquier arma de cuerpo a cuerpo (desde un hacha de mano hasta un hueso para el caldo), son lo más destacable de la cinta.

   Entre lo menos conseguido, en cambio, se encuentran ciertos giros de la trama que como ya he comentado resultan demasiado bruscos, y una mezcla de estilos entre la seriedad y el tebeo de acción que no benefician precisamente a la credibilidad de la historia (¿por qué todos los mafiosos van con cuchillos o similares, y ninguno lleva una puñetera pistola? Se habrían ahorrado unas cuantas bajas…).

   Total, un largometraje que nunca llega a la altura de The Chaser, pero que acumula la suficiente electricidad como para no aburrir durante ni uno solo de sus (aún así excesivos) 140 minutos.

 

 

Hara-Kiri: Death of a Samurai (Takashi Miike. Japón, 2011)

    A las once en el Auditori Hara-Kiri: Death of a Samurai, que se suponía como una de las citas más importantes del Festival (cualquier cosa de Takashi Miike se recibe en Sitges como un acontecimiento), y que sin embargo ha pinchado a nivel de audiencia: medio Auditori estaba vacío. Ignoro si habrá sido porque mañana hay otro pase a mejor hora, por las malas críticas que ha cosechado la película a su paso por Cannes, o por el coñazo de tener que verla en 3D. Por cierto, hablando de eso…

   A estas alturas, la mayoría de aficionados al cine parecen haberse dado cuenta por fin de que el 3D es la obra de Satanás, un invento que lejos de revolucionar el séptimo arte lo está brutalizando, convirtiéndolo en un hueco espectáculo de consumo, en una atracción de parque temático. Lo que por un lado se pueda ganar en espectacularidad (e incluso respecto a este punto niego la mayor), por el otro se pierde en potencia narrativa, ya que el 3D oscurece las imágenes, mata los colores, enturbia la definición y obliga al espectador a forzar la vista cada vez que quiere centrar la mirada en un punto concreto. El 3D es una puta tortura.

   A una película como Hara-Kiri: Death of a Samurai no solo le sobra por completo este artificio, sino que de hecho la hace peor de lo que sería si se proyectara en las dos dimensiones de toda la vida. El 3D destroza por completo su rica gama cromática, como si toda la acción transcurriese durante un eclipse. Ya son ganas de ponerle palos en las ruedas a una película que ya de por sí no es precisamente redonda (aunque tampoco sea el engendro que han querido vender ciertos críticos; al parecer había muchas ganas de “poner en su sitio” a un iconoclasta como Takashi Miike).

   Hanshiro, un misterioso ronin sin aparente oficio ni beneficio, aparece en la residencia del clan Li pidiendo que le dejen utilizar el patio de armas para acabar con su miserable vida mediante el hara-kiri (un suicidio ritual). En respuesta, el daimyo del clan Li le cuenta la historia de otro samurái que, apenas un par de meses atrás, llego hasta allí con las mismas intenciones. ¿Estarán relacionados de alguna forma estos dos idénticos incidentes?

 

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"Jamás creí que ponerles el DVD de El último samurái les cabrearía tanto..."

 

   Es interesante hacer un ejercicio de crítica comparada entre Hara-Kiri: Death of a Samurai y la muy superior 13 asesinos, y ver cómo juntas componen un peculiar díptico sobre la venganza y el honor, cada una de las dos sirviendo como una especie de negativo de la otra. Así, mientras en 13 asesinos toda la trama conduce inexorablemente hasta la extensa batalla final, que en cierta manera estructura y da sentido a la historia, en Hara-Kiri sucede justo al revés: el breve y casi se diría que anticlimático combate final no es más que la consecuencia lógica de las anteriores dos horas de película, que aquí son lo verdaderamente relevante.

   De Hara-Kiri: Death of a Samurai me ha gustado la narrativa “hacia atrás”, planteando una situación de partida para luego explicar su origen mediante un larguísimo flashback (que ocupa casi toda la película). Ese truco tan sencillo consigue que el espectador se implique activamente en la historia, y trate de adivinar mentalmente cuáles serán los sucesos que desencadenarán el drama que ya ha visto expuesto en la introducción; y esta implicación es básica para disfrutar una película de dos horas y media de escenas lentas y contemplativas.

   Por desgracia también hay cosas que no me han gustado, entre ellas la poco imaginativa planificación (que en muchos momentos es simple teatro filmado), el ritmo forzadamente mortecino (a mí me encantan las películas lentas, pero siempre y cuando esa lentitud aporte algo destacable), y el exceso de subrayado en algunos detalles de la trama que ya se hubieran entendido bien sin dar tanto la murga con ellos (un par de elipsis bien puestas, y quince minutos menos de duración, le hubieran venido a la película como agua de mayo).

   No he visto la película original de 1962, que según me cuentan era más imaginativa, más compleja y menos tendenciosa que el remake que nos ocupa. Bueno, intentaré catarla (poca motivación necesito yo para ver una peli de samuráis…). De momento, lo único que puedo decir es que esta nueva versión es un correcto drama, lastrado por varias decisiones narrativas discutibles, y por un formato visual equivocado.

 

 

Bellflower (Evan Glodell. E.U.A., 2011)

   La siguiente sesión del día ha sido para esta película que he empezado a ver sin referencias, libre de cualquier opinión preconcebida (una manera florida de decir que no había oído hablar de ella en mi puta vida, vamos). Es la ópera prima de Evan Glodell no solo como director, sino también como guionista, montador y actor principal. O sea, todo un hombre orquesta (el tío incluso fabricó con sus propias manos la cámara con la que la rodaron, mezclando piezas de diferentes modelos).

   Bellflower supone una extrañísima hibridación de géneros, ninguno de los cuales es estrictamente cine fantástico. Tiene cosas de comedia romántica para geeks (a los protas de Big Bang Theory les volvería locos), de drama post-adolescente, de panfleto nihilista a la Chuck Palahniuk, de road movie psicodélica (a mí me venía todo el rato a la mente Punto límite cero)...

 

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"Eso por decir que Mad Max: Más allá de la cúpula del trueno es la mejor de las tres"

 

   En realidad Bellflower cuenta una historia bastante simple: Woodrow y Aiden son dos grandes amigos, fans del cine de género post-apocalíptico (con Mad Max como título de cabecera), y que ocupan todo su tiempo enfrascados en proyectos tan flipantes como fabricarse un lanzallamas casero, tunear su coche para dejarlo convertido en el vehículo de un auténtico "guerrero de la carretera", y mantener alucinadas conversaciones sobre lo "cool" que sería la llegada de un holocausto atómico. No obstante, todo este entorno de “caos perfectamente controlado” en el que se mueven Woodrow y Aiden empieza a cambiar de manera sutil cuando entra en escena Milly, una chica de armas tomar a la que conocen durante una competición de comer grillos (no, no, no me lo invento).

   A medida que Milly cobra peso en la historia, Bellflower va dejando atrás su inicial tono humorístico para adquirir unos tintes cada vez más y más oscuros, hasta llegar a un malsano final que recuerda al cine de Larry Clarke o Harmony Korine. No obstante, el espectador no puede argumentar que le hayan engañado con este cambio de registro, pues la película ya arranca con un chocante téaser de sí misma: una secuencia de escenas marcha atrás y a cámara rápida que muestran más o menos cómo acabará; mientras las ves por primera vez no entiendes nada, claro, pero ese es tu problema.

   Bellflower juega con un look visual que se pretende feísta, casual e improvisado, pero que a mí me da la sensación de ser absolutamente impostado: juraría que cada desenfoque de la cámara, cada detalle de escenografía y cada camiseta alternativa que llevan los protagonistas se han elegido con total premeditación. Bellflower busca desesperadamente epatar, lucir cool, ser peli de culto. A ratos, incluso lo consigue. ¿Es buena? No estoy seguro. Pero amigo, tienes que verla…

 

 

The Moth Diaries (Mary Harron. Canadá-Irlanda, 2011)

   Hasta las narices de los vampiros, oiga. No, no solo de los vampiros adolescentes rollo Crepúsculo, sino de TODOS los vampiros. El vampiro es probablemente el bicho más sobrevalorado que ha parido jamás el género de terror, con sus aires pedantes, su voz ronca y su indumentaria de Mortadelo. La industria del cine lleva un siglo haciendo películas de vampiros, y aún no ha sido capaz de estrenar ninguna que supere al Nosferatu de Murnau (y mira que ha llovido; y mira que se han probado cosas diferentes). Todo lo interesante que se podía decir sobre estos bichos está dicho ya, no hace falta seguir dando la brasa.

   Teniendo en cuenta el párrafo anterior, uno se puede imaginar fácilmente cual era mi estado de ánimo ante la última película del día: The Moth Diaries, una de vampiros. The Moth Diaries adapta una novela de Rachel Klein que según los fans de los chupasangres es la reostia en bicicleta. Por desgracia, la encargada de llevar dicha novela a la gran pantalla ha sido una cineasta tan rutinaria y poco personal como Mary Harron, que hace algunos años ya convirtió el excelente libro American Psycho en una especie de comedia involuntaria (protagonizada por un apayasado Christian Bale, que parecía estar celebrando el Día Internacional de la Mueca).

 

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"Llego a saber que te pondrías así y no te digo que Bella ya no es virgen"

 

   The Moth Diaries cuenta las peripecias de Rebecca, joven alumna de una escuela-residencia de alta alcurnia, que un buen día empieza a sospechar que una de sus compañeras de clase es una vampira. La verdad es que este planteamiento no es mucho más gilipuertas que el de la ya mencionada saga Crepúsculo, o incluso que el de la serie de TV True Blood, pero la puesta en imágenes de The Moth Diaries es infinitamente más mediocre.

   Mary Harron (autora también del guión) trata de jugar al despiste, de crear en el espectador la duda de si lo que ve Rebecca es real o simple fruto de su imaginación adolescente; sin embargo, lo hace de una manera tan torpe y ridícula, que lo único que logra es encadenar una pieza cómica tras otra: el profesor de la clase de literatura que casualmente solo habla sobre libros de vampiros, la foto del siglo XIX en la que aparece una alumna exacta a la supuesta vampira (y a nadie le extraña), las amigas de la protagonista que van palmando de muerte violenta sin que nadie en la escuela investigue un carajo (hay una escena en que la rectora les dice a las alumnas algo en plan “señoritas, tengo una mala noticia que darles: Mary ha muerto; y ahora por favor, abran sus libros por la página 52…” y sigue con la lección).

   Dice Mary Harron que su hija de diez años fue una gran inspiración a la hora de hacer esta película. Sí, ya se nota, ya. Un consejo, señora Harron: la próxima vez, intente que su asistente de dirección sea un mayor de edad./>

 

 

¿Desea saber más?


   

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3 Respuestas

  1. Anónimo
    Visionaria<br />Totalmente de acuerdo, el 3D es una estafa. Yo propongo un complot a nivel mundial: negarse rotundamente a ir a ver cualquier peli en 3D, ya veríamos que pasaría...
  2. Anónimo
    xXx (Triple X)<br />Pues si lo que dices te parece un timo espera a ver TWIXT de Francis Ford Coppola y ya me dirás. Te venden la peli como un peli en 3D (10 euros la entrada) cuando en realidad solo hay DOS escenas de 3D en toda la peli. La pantalla te avisa cuándo te tienes que poner las gafas y cuando te las puedes sacar. Y encima no son dos escenas que lo justifiquen, sino dos escenitas de nada que bien podrían verse como el resto de la película. Un puto timo.
  3. Anónimo
    ( 3D )<br />Absolutamente de acuerdo con el tema del 3d con el compi de redacción y hamijo Chemap... Un puñetero palo ver HARA KIRI en estas condiciones, y un timo mayúsculo, la subida de precio por el tema... tal como dice oscurece todo el puto metraje.. y la risa es que es un falsísimo 3d... es decir, que valga la pena para pelis ya rodadas en 3D o para infografias .. Avatares y demás.. mira, pues aún.. pero coño.. es que en esta peli sólo valía para ver en un cutrísimo primer plano la nieve o cuatro ramas... de hecho durante parte del metraje... SE VEÍA BIEN sin las gafas..y luego cuando se veía emborronado.. es que el efecto 3d no era tal.. simplemente para no ver borroso tenías que ponértelas.. y punto. De juzgao de guardia. Un puto timo y un puto asco vaya...

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