Deadpool meets Lobezno para correrse una juerga de amigotes con tapas, birras y chistes verdes
Quien estuviera cruzando los dedos para que Deadpool y Lobezno, el título llamado a conectar a los personajes Marvel que hasta ahora habían estado repartidos entre Fox y Disney, fuese el estallido pirotécnico que iluminara el camino hacia la renovación del MCU, puede írselo quitando de la cabeza. Todo lo contrario. Pese a sus arrebatos de locura, su batería de chistes adolescentes, sus cameos convertidos en ejercicio de estilo y su desmitificación de todo lo mitificable, en realidad esta es una película que arriesga poco y juega muy sobre seguro. No revoluciona el cine Marvel sino que más bien lo homenajea, pide perdón por los errores cometidos y promete esmerarse más. Certifica, en cierto modo, que los superhéroes se han convertido en un género clásico, o sea que empiezan a estar pasados de moda. Pese a que Kevin Feige, presidente de producción de Marvel Studios, siga teniendo una fe en la remontada digna de un aficionado del Real Madrid, lo cierto es que la audiencia parece haber cambiado el chip y empieza a dar las películas superheróicas por amortizadas. Eso no impide que Deadpool y Lobezno sea una diversión la mar de maja, pero estamos ya casi todos a otra cosa. Nadie sabe cuál será el nuevo fenómeno cinematográfico que hará vibrar a las masas, pero no tiene pinta de que vaya a implicar a justicieros voladores con uniformes de colores metalizados.
Y sin embargo, la saga Deadpool sigue triunfando en taquilla, ajena a la crisis del sector. Si hemos tenido ya tres películas de un antihéroe en principio tan de segunda fila como éste es sobre todo gracias a su intérprete, Ryan Reynolds, que estuvo picando piedra durante años para lograr que la Fox lo viera como un potencial taquillazo (se dice que Reynolds se hizo fan del personaje tras leer un tebeo en el que Deadpool se describía a sí mismo como un cruce entre el actor y un perro chino); y si ahora en concreto tenemos Deadpool y Lobezno, es porque a Hugh Jackman también le va la marcha y quería interpretar una vez más al mutante de las garras (y ya van nueve), pero en esta ocasión con una historia de tono más ligero que el habitual, similar al de los comics “Team Up” de Marvel, centrados en aventuras autoconclusivas protagonizadas por parejas poco corrientes de superhéroes, y en los que Lobezno ha tenido bastantes apariciones.
"Acepto salir con la condición de llevar un traje que me disimule la barriga"
Lo peor que se puede decir de esta idea es que deberían haberla explotado mucho antes, porque funciona de coña. En sus momentos más inspirados, Deadpool y Lobezno está mucho más cerca del arco narrativo de las buddy movies ochenteras estilo Tango y Cash o Arma letal, que de cualquier peripecia Marvel al uso. A saber: dos personajes que no pegan ni con cola y que incluso se odian, deben colaborar a regañadientes para frustrar los planes destructivos del villano de turno. Se pasan buena parte de la película discutiendo a voz en grito e incluso llegan a las manos, pero hacia el tercer acto empiezan a comprenderse el uno al otro porque en el fondo son buena gente, y acaban salvando el mundo convertidos en mejores amigos. Esta dinámica está aquí muy bien implementada, entre dos antihéroes bastante distintos, el gilipollas simpático y adorable (Deadpool) y el gilipollas antipático pero también adorable (Lobezno). Ambos despliegan una química instantánea que genera empatía con el espectador, comparten un buen puñado de gags bastante divertidos y dan al conjunto un espíritu festivo que se echaba en falta.
El problema de Deadpool y Lobezno, ay, viene cuando todo lo anterior se tiene que anclar al multiverso Marvel. Porque, si bien la película es en su mayor parte una mera ristra de sketches molones apenas conectados a ninguna trama, un fan service descaradísimo a base de escenotes de acción salpimentados con humor cafre (hay un combate contra un ejército de Deadpools alternativos en un autobús, que es para verlo), cuando dicha trama asoma por fin, resulta ser el habitual tostón sobre realidades paralelas que has visto ya veinte veces, y te das cuenta de que preferirías seguir viendo sketches molones y punto; y bueno, la motivación de Deadpool de querer ser un héroe que hace cosas guays para que su ex-novia vuelva con él, es de un rancio que provoca vergüenza ajena (parece una subtrama escrita por Amadeo Llados). En general, que la cinta resulte ser mejor sin guion que con guion, deja el raro sabor de boca de que sus autores han ido a buscar el aplauso más inmediato y facilón posible.
“En sus momentos más inspirados, Deadpool y Lobezno está mucho más cerca del arco narrativo de las buddy movies ochenteras estilo Tango y Cash o Arma letal, que de cualquier peripecia Marvel al uso”
Pero bueno, tampoco nos pongamos estupendos. Ninguna entrega de Deadpool ha destacado nunca por narrar historias sobresalientes (de hecho, dado que en este caso es imposible resumir de qué va la vaina sin reventar sus sorpresas, ni me voy a preocupar en hacerlo). La gente paga la entrada para ver al mercenario de rojo y negro por sus chistes filogays, su ultraviolencia cómicamente gore y su ametralladora de metareferencias irreverentes que rompen la cuarta pared; y, de todo eso, en Deadpool y Lobezno hay a paletadas. El tema de las metareferencias, en particular, está llevado hasta tales extremos que podría decirse que estamos ante la primera película Marvel que sabe transmitir de manera genuina el concepto de “multiverso”. La cosa ya no se limita a Deadpool soltando frases chisposas sobre cultura pop, sobre las meteduras de pata de Marvel o sobre otras franquicias cinematográficas, sino que vemos toda esa retranca en pantalla y tiene un importante peso específico en la estructura narrativa.
Apuntaba antes que Deadpool y Lobezno es más un homenaje que una reinvención. Vamos a desarrollar eso: su mensaje, aparte de algunas reflexiones previsiblemente epidérmicas sobre la amistad y el sacrificio, trata de poner en valor el “trabajo de amor” que han supuesto los productos Marvel de la Fox a lo largo de los últimos 20 años, centrándose en aquellos que han sido olvidados por el paso del tiempo, barridos bajo la alfombra por su fracaso de crítica y público o incluso cancelados sin llegar a producirse. Lo que parecen querer decirnos con esto es que, con independencia de que sus películas hayan salido mejor o peor, todas han tenido detrás a equipos de gente que les han dedicado talento y cariño. A ver, hay que reconocer que esta reivindicación tiene una puesta en imágenes mucho más elegante y efectiva que el postizo sucedáneo de in memoriam que se cascó DC en Flash… pero, aún así, pues qué quieres que te diga: es normal que títulos como Daredevil, Elektra, Los 4 fantásticos o X-Men orígenes: Lobezno no se hayan hecho un hueco en nuestra memoria emocional. Joder, es que eran malos con avaricia.
"Si Batman puede tener un traje que le marque la tableta, yo también"
Dicho todo lo anterior, la cinta cumple con lo que promete. Divierte, está dirigida de manera competente por un Shawn Levy que no se complica la vida y tira por trucos simples pero resultones (mucha cámara lenta con temazos pop-rock en las peleas), e incluso supera expectativas en el apartado de los villanos, con Matthew McFayden como Paradox, un agente de la Autoridad de Variación Temporal con tendencia al histrionismo, y Emma Corrin como Cassandra Nova, una mutante descastada con maneras de dominatrix que resulta atractiva y repulsiva a partes iguales. Ambos mejoran de manera sensible lo visto no solo en anteriores aventuras de Deadpool sino en casi cualquier estreno superheróico reciente (tampoco era difícil).
Y ya está, no hay mucho más que añadir sobre un título que se pone a sí mismo el listón de exigencia lo bastante bajo como para poder saltarlo sin problemas (hay incluso un chascarrillo sobre el hecho de que la película les está quedando, en efecto, demasiado larga), que consigue interesarnos por la suerte de los dos protas sin caer en excesos melodramáticos (Hugh Jackman sigue siendo un Lobezno sensacional), y que sabe ser “mala pero educada”, con las dosis justas de incorrección política para parecer gamberra pero no espantar a padres acompañados de sus hijos adolescentes (se hacen muchos chistes sobre drogas y sexo, pero por supuesto no se ve ni rastro de lo uno ni de lo otro). Entretenimientos así no cansan. Como le dice el propio Deadpool a su compañero en cierto momento: “La Fox te mató. Disney te ha resucitado. Te van a tener haciendo esto hasta que cumplas 90 años.” Bueno, no parece un mal plan.
INFORME VENUSVILLE
Venusentencia: Copas de Yate
Recomendada por Kuato a: nostálgicos del cine de superhéroes de principios de los dosmiles.
No recomendada por Kuato a: lo que he dicho al inicio de esta crítica.
Ego-Tour de luxe por: algunos momentos de autocrítica vitriólica, como cuando Deadpool le suelta a Lobezno, “Bienvenido al MCU. Has llegado durante un punto bajo”. Esperemos que sea más una reflexión que un gag.
Atmósfera turbina por: ¿ni una sola referencia al enfrentamiento que ya hubo entre estos dos personajes en X-Men orígenes: Lobezno? Va hombre, va.
■ DEADPOOL Y LOBEZNO. "Deadpool & Wolverine" (2024). Dirección: Shawn Levy. Guión: Paul Wernick, Rhett Reese, Zeb Wells, Shawn Levy, Ryan Reynolds. Reparto: Ryan Reynolds, Hugh Jackman, Emma Corrin, Matthew MacFadyen, Rob Delaney, Monica Baccarin, Stefan Kapicic, Brianna Hildebrand, Shioli Kutsuna, Leslie Uggams, Karan Soni, Jennifer Garner. ESTRENO EN VENUSVILLE: 25/07/2024.
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