Slasher contado desde el punto de vista del asesino al estilo Slow Cinema para gafapastas
De tanto en tanto aparece una peli que genera un hype como si Orson Welles hubiera resucitado para dirigirla. Y si encima pertenece al género del terror, provoca un revuelo en el gallinero de los fanboys que ni Nick Wilde asomando la cabeza para saludar a Calimero. El proyecto de la bruja de Blair, El caníbal de Rothenburg, Rec, Paranormal Activity... (esas que el Festival de Sitges promociona como pelis no aptas para espectadores de estómago sensible, colocando un puesto de Primeros auxilios en la puerta de la sala).
Y más recientemente, Déjame salir, Un lugar tranquilo, Hereditary, y la peli que nos ocupa, De naturaleza violenta, que revolucionó el Festival de Sundance por su original propuesta a pesar de su bajísimo presupuesto. Esta es contar un slasher desde el punto de vista del psychokiller, y hacerlo muy a lo Slow Cinema, tomándose su tiempo, siguiendo al prota con angulación dorsal en larguísimos planos (la mayoría del tiempo caminando), viendo crecer las plantas, sin música (sólo con sonido ambiental), y una violencia extrema en los asesinatos, aún más reforzada por su estilo de Cinema verité.
"Es la última vez que dejo el cuchillo en el afilador del pueblo"
O sea, que De naturaleza violenta es el típico slasher ochentero con Michael Myers o Jason Voorhees haciendo de las suyas, pero como si lo hubiera dirigido Béla Tarr en lugar de John Carpenter o Sean S. Cunningham. Arriesgado, pues el perfil de espectador fanático de los slashers no es precisamente el que le gusta el cine de autor para gafapastas proyectado en salas de arte y ensayo, y viceversa, el espectador de barba blanca que fuma en pipa, no acostumbra a disfrutar de Leatherface partiendo en dos con su sierra mecánica a jovenzuelos salidos con acné.
Aún así, De naturaleza violenta juega con todos los clichés del género: pandilla de pipiolos que pasan un fin de semana en una casa en el bosque, y un psychokiller cortito de luces fornido como un armario que cubre su rostro desfigurado con una máscara, dedicándose a matar el tiempo asesinándolos con todo tipo de armas blancas de la manera más cafre. Nada nuevo bajo el sol si no fuera por, eso, porque la dirección practicada por Chris Nash no es la de un slasher al uso, sino la de una obra del Slow Cinema rodada con cuatro duros.
“De naturaleza violenta es el típico slasher ochentero con Michael Myers o Jason Voorhees, pero como si lo hubiera dirigido Béla Tarr en lugar de John Carpenter o Sean S. Cunningham”
Lo que se erige como la mayor virtud y el mayor defecto de la película. Virtud por su originalidad; defecto porque al seguir los hechos desde la perspectiva del serial killer, el público se convierte en un mero espectador pasivo de sus acciones, asistiendo a los asesinatos sin la menor empatización con los asesinados, consiguiendo por ello el mismo efecto que si asistiéramos a su desayuno, a su siesta o a su compra en el súper: terror cero, sin mencionar el ritmo lento en el que, a excepción de las muertes, apenas pasan cosas durante los menos de noventa minutos que dura el metraje.
Tampoco ayuda haber rodado la mayor parte de la peli con cámara al hombro y haber contado con un presupuesto inferior a lo que costó el departamento de calzado de El Hobbit (parece mentira que el precio de la entrada de una peli así sea el mismo que el de Avatar). Entre que el psycho aparece siempre de espaldas o con máscara, y que los jóvenes aparecen la mayoría de las veces de refilón al mostrarse desde la perspectiva del asesino, De naturaleza violenta parece un corto amateur alargado rodado entre amiguetes durante un fin de semana, por mucho que más de uno se emperrará en encontrarle similitudes con el estilo de La matanza de Texas.
"Había olvidado que también había dejado el hacha"
Suerte que siempre nos quedarán los asesinatos (a Humphrey Bogart y a Ingrid Bergman les quedará París, y a nosotros los asesinatos). Porque es ahí donde Chris Nash se desmelena y consigue unos asesinatos divertidísimos por lo exageradamente gore y cafres que son (especialmente el de la cadena con gancho). Michael Myers no pasa de ensartar jovenzuelos con su cuchillo jamonero cuales pinchos morunos, pero por suerte para nosotros, su primo Johnny hace gala de una mayor imaginación. Llegan a proyectar De naturaleza violenta en Sitges, y el público se deja las manos aplaudiendo en cada muerte, aunque el resto del tiempo deba darle golpecitos al reloj para que avance el tiempo.
Conclusión: el hype generado no está a la altura del resultado, como suele ocurrir, por lo que nos la han vuelto a colar como cuando nos vendieron El color de la noche con la polla de Bruce Willis como reclamo. Lo que debía encandilarnos de De naturaleza violenta, que es contar un slasher con el lenguaje del Slow Cinema, resulta fallido comercialmente y funciona sólo a nivel experimental, obteniendo un producto más idóneo para una sala de arte y ensayo que para una sala comercial. Quién iba a decirnos que algún día veríamos un slasher con muertes tan pasadas de vueltas, en un cineclub entre títulos de la Nouvelle vague y el Neorrealismo italiano.
INFORME VENUSVILLE
Venusentencia: Dos Caras Harvey
Recomendada por Kuato a: freaks slasheros que fumen en pipa y se estén dejando barba blanca.
No recomendada por Kuato a: quien tenga una foto enmarcada de John Carpenter en la mesita de noche.
Ego-Tour de luxe por: los asesinatos. Lástima que haya tan pocos.
Atmósfera turbínea por: parecer un corto rodado en un fin de semana entre amigotes.
■ DE NATURALEZA VIOLENTA. “In a Violent Nature” (2024). Dirección: Chris Nash. Guión: Chris Nash. Reparto: Lauren-Marie Taylor, Andrea Pavlovic, Ry Barrett, Liam Leone, Paul McCarthy. ESTRENO EN VENUSVILLE: 26/07/2024.
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