DAVID CARRADINE valhalla: Objetivo Kill Bill conseguido

Objetivo Kill Bill conseguido John Arthur Carradine: Hollywood, Estados Unidos, 08.12.36 - Bangkok, Tailandia, 03.06.09 Por Da II

<Si uno se planteara convertir a un tipo deslavazado y sin interés previo en un mito de las artes marciales casi seguro que fracasaría. Sin embargo, David Carradine lo consiguió.
  
   Escribir acerca de este actor es escribir sobre la serie B (o sobre la Z), es escribir sobre tardes lluviosas, o noches en vela, tirado en el sofá repasando la programación y hallar en algún canal perdido una película de título sospechoso donde entre sus protagonistas aparece el nombre de David Carradine. Motivo suficiente para merecerse un zapping algo largo que en muchas ocasiones terminaba por engancharte a algún subproducto de los más diversos géneros. Su presencia siempre daba ese toque de excelencia a esas películas.

David Carradine, el "pequeño saltamontes"

   Desde luego el reconocimiento alcanzado por David Carradine supera con creces a su filmografía, una filmografía que es monumento y ejemplo de la serie B (y Z), donde lo más coherente es su papel en Kill Bill rindiendo homenaje al género. Aún así, puede presumir de haber estado bajo la dirección de Scorsese o Bergman; porque otra de las características de esa filmografía es la capacidad para los bandazos de un papel a otro. Sus nominaciones a los globos de oro suman además de Kill Bill y Kung Fu, una más como cantante de country en Bound for Glory (1976) y otra, en el que quizá sea su mejor papel, como Justin Lamotte en la serie Norte y sur.

   Si parece que no terminó de encontrar el rumbo como actor, tampoco su  vida ofrece un camino de virtud y ejemplo. Pendenciero, vicioso, excéntrico, inconformista y polifacético. Fue detenido tanto por vicios y altercados como por ideales, y alterno además del cine interpretaciones teatrales como Hamlet en Nueva York. Además del habitual disco que suelen marcarse muchos actores, también esculpió y pintó. Las obras que pueden verse en su página oficial son quizá una buena muestra de la curiosa personalidad del actor.

   En fin, se ha ido el “pequeño saltamontes,” y al final hemos descubierto que a pesar de la concentración con la que parecía atender las charlas del maestro, en unos de los flashbacks más recordados de la televisión (y que no hubieran quedado nada mal en ese descomunal sin sentido que es de Perdidos al río) pues resulta que el chico se marcaba sus campanas y se saltó todas las clases y discursos acerca de la educación sexual ¿o quizá no?

   A día de hoy todavía estoy por decidir si me gusta más y me parece más poético y adecuado atribuir su muerte a una auto asfixia sexual para acrecentar el placer, con ligueros incluidos, o inclinarme definitivamente por una venganza de una secta de artes marciales que lo liquidó para que no revelará su existencia y secretos. O una mezcla de ambas a la que añadiría algún efebo drogado. Desde luego no podía haber elegido mejor sitio para morir que Bangkok./>

David Carradine, víctima del "golpe de los cinco dedos"