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   <Cierren los ojos y piensen en el título de una película de la que harían una secuela. Y ahora como buenos mutantes de Venusville con poderes psíquicos intentaremos captar sus pensamientos mediante telepatía. Piensen, piensen, sigan pensando…

   <Mira que lo dijimos cuando se estrenó 007: Quantum of Solace, que con ella la franquicia de James Bond iba por mal camino, que no podía ser que en una peli de James Bond no dijera en ningún momento la mítica frase “Mi nombre es Bond, James Bond”, que el villano vistiera como un guiri en una república bananera, que se ninguneara a personajes habituales como Q, que las escenas de acción fueran una mala copia del estilo Bourne, que se contratara a un director sin experiencia, que el resultado fuera un rollete supino, que…

   <No, por favor, más cuartos a costa nuestra para engrosar las arcas de George Lucas exprimiendo la naranja china de Star Wars, no, que esto ya parece un chicle Boomer (ese que sale un superhéroe elástico como Mr. Fantástico en la carátula) que de tanto masticarlo se ha quedado él sin sabor y nosotros sin mandíbulas.

   <Imaginen la escena: están ustedes en Londres, tomándose tranquilamente una copita en un local de striptease en el centro de la ciudad (por haber entrado por equivocación para tomarse un merecido descanso tras haber estado visitando durante todo el día el British Museum, no piensen mal), cuando de repente, sobre las dos de la madrugada, entran dos guiris borrachos y uno de ellos empieza a montarla fina.