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PERROS DE PAJA crítica: Mismos perros, distintos collares

   

Mismos perros, distintintos collares

Remake del clásico de Sam Peckinpah ambientado
ahora en la América profunda de Tapón Lopez

Por Chema Pamundi

 

<Sam Peckinpah, acaso el primer esteta declarado de la violencia en el cine, dirigió Perros de paja en 1971, adaptando libremente un best-seller sesentero titulado The Siege of Trencher’s Farm. A fecha de hoy Perros de paja puede parecernos un tanto caduca, una obra menor dentro de una filmografía que incluye títulos tan rotundos como Grupo salvaje, La balada de Cable Hogue, Quiero la cabeza de Alfredo García o La huída. Sin embargo, en el contexto de aquel 1971, es innegable que logró dejar patidifusa a la audiencia con su tono malsano, su larga, turbadora y equívoca escena de violación (por momentos parecía que la víctima estaba disfrutando), y su histérica media hora final llena de muertes que rozaban el grand guignol (el cepo gigante que se usa al final era una metáfora tan tosca como efectiva del estado de salvajismo primario al que se habían visto abocados los protagonistas). Junto con La naranja mecánica (también de 1971: un buen año para la ultraviolencia), fue una de las primeras shock-movies del cine norteamericano moderno. O al menos, una de las primeras que llegaron hasta el gran público (Herschell Gordon Lewis ya había dirigido Festín de sangre, 2000 maniacos y alguna que otra animalada más, pero era cine de serie-Z con muy poca difusión). En varios países fue censurada. Dividió a la crítica. Fue acusada de facha, nihilista y misógina. Pero el caso es que todo el mundo habló de ella.

   Este rollo que acabo de soltar viene a cuento de que un remake, cualquier remake, debería aspirar a tener una razón de ser. Da igual qué razón sea, todas resultan válidas si están justificadas. Se puede hacer el remake de una película para actualizarla, para mejorarla, para rendirle homenaje, para dar un punto de vista nuevo sobre el mismo material, o simplemente para lograr un taquillazo garantizado. ¿Pero qué ocurre cuando un remake no cumple ningún propósito evidente? ¿Cuando objetivamente está claro que no existe el menor motivo que respalde hacer una nueva versión? Pues que el resultado es Perros de paja (2011), un filme que al contrario del original se olvidará en muy poco tiempo, sin despertar otra sensación que la más absoluta indiferencia.

 

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"Tal como sospeché en Superman Returns, tú y yo tenemos un problema con tus ex-novios"

 

   Y lo curioso es que no estamos, ni mucho menos, ante una mala película. La nueva Perros de paja (que bebe directamente del filme predecesor, saltándose ya por completo la novela original), cuenta casi exactamente la misma historia que la versión de Peckinpah: un matrimonio joven se va a vivir al campo, a un pueblito aislado lejos de todas partes. El marido busca poder trabajar tranquilo (en la peli original era un matemático preparando un estudio académico, en la nueva es un guionista de cine escribiendo una película sobre la batalla de Stalingrado), y la mujer busca recuperar sus raíces. El choque entre dos culturas distintas (la sofisticada pareja de ciudad contra los primitivos lugareños) y el reencuentro de la mujer con un antiguo novio de su adolescencia iniciarán una espiral de tensión creciente, que acabará degenerando en una bacanal de violencia y muerte. Moraleja: cuando nos vemos empujados a una situación límite, la única vía posible de escape es volver al comportamiento salvaje y amoral que está en el núcleo de nuestro ser; o matamos, o nos matan. La supervivencia del más fuerte, y todo eso. Una tesis discutible y reaccionaria, sí, pero que bien llevada funciona de narices a nivel dramático.

   Aparte de prácticamente calcar el guión de la original, este remake mantiene el mismo tipo de violencia descarnada e “in your face” (algunos pasajes son incluso más bestias), y cuenta con un guión más coherente y equilibrado desde un punto de vista técnico (la peli del 71 era más “arty” y desordenada, entre otras cosas porque por aquella época Peckinpah solía dirigir bajo el efecto de las drogas). El casting de actores cumple sus papeles con oficio y carisma: James Marsden carece de la fuerza icónica que tenía Dustin Hoffman con sus gafas rotas, pero sale airoso porque logra crear su propia versión del personaje en vez de buscar la fotocopia interpretativa; Kate Bosworth es bastante más actriz de lo que lo era Susan George; y en cuanto a Alexander Skarsgard (de largo el mejor de la función), compone a un villano lleno de tensión de macho alfa.

 

  "Al contrario del original, este Perros de paja se olvidará en muy poco tiempo sin despertar otra sensación que la más absoluta indiferencia"  

 

   Entonces, ¿qué falla? Pues lo más importante: el alma de la película. Todo el proceso de estandarizar la trama, de ceñirla a los parámetros de un blockbuster hollywoodiense, hace que la nueva versión pierda por completo la sensación de peligro e impredecibilidad que supuraba el filme original. La Perros de paja de Peckinpah ponía de los nervios al espectador entre otras cosas porque trascendía los esquemas de género: no era una película de terror, sino un drama rural que acaba como el rosario de la aurora (siempre he pensado que si le quitabas el componente cafre, te quedaba una cosa en plan La hija de Ryan). En cambio, la nueva versión sigue en todo momento los archi-trillados meandros del thriller extremo (en su versión “lugareños hijoputas”, que tan de moda se ha puesto en los últimos años con títulos como Escupiré sobre vuestra tumba o Eden Lake), y por ahí se le escapa todo el fuelle que hacía especial y diferente a la historia.

   La ambientación en un pueblo de Mississippi lleno de rednecks también aniquila un tanto la sensación de “otredad”, de que nos adentramos en un mundo distinto donde las reglas de la civilización no siempre se aplican. La película de Peckinpah tenía lugar en la Inglaterra profunda, y realmente daba la sensación de que los protagonistas estaban en un agujero del que no había salida. En esta versión el entorno es demasiado normal, demasiado conocido (lo de los paletos sureños lo hemos visto mil veces), y no impacta de la misma manera.

 

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"Entiéndelo, tanto True Blood intentando follarme a Anna Paquin sin éxito, estoy que exploto"

 

   Y luego, claro, tenemos unas cuantas particularidades de la trama que están firmemente ancladas en el año 1971 y que sencillamente no funcionan al intentar actualizarlas: la cinta original era muy machista, con roles sexuales muy marcados y personajes muy arquetípicos (la chica era débil, caprichosa y sumisa, el chico era un cobarde calzonazos, y los aldeanos parecían poco más que una turba medieval). Toda esa incorrección política ha sido limada, pero las escenas que derivaban de ella se han mantenido tal cual, lo cual da lugar a algunos momentos absurdos como el de la protagonista desnudándose ante los lugareños para vengarse tras una bronca conyugal (nadie en su sano juicio haría tal cosa a menos que esté deseando que la violen), o cruzándose de brazos y esperando que sea el marido quien los confronte cuando la pareja descubre que les han matado al gato (y perdón por el spoiler).

   Todo lo anterior demuestra, en definitiva, que la historia que trata de contarnos Perros de paja no ha envejecido particularmente bien, y que probablemente no era necesario volver a filmarla. Lo peor que le puede pasar a un remake es que el espectador no pare de preguntarse “¿Pero qué hago viendo esto, cuando podría estar viendo LA BUENA?”. Pues eso mismo./>

 

 
INFORME VENUSVILLE
     
 
Sentencia Quaid:
Dos Caras Harvey
     
     
 
Recomendada por Kuato a:
quien no haya visto la original (ni tenga intención de hacerlo).
     
 
No recomendada por Kuato a:
quien haya visto la original (o tenga intención de hacerlo).
     
  Ego-Tour de luxe por: el asedio final a la casa de la pareja protagonista, único momento en que el director Rod Lurie consigue generar una atmósfera y una intensidad equiparables a las de Peckinpah.
     
  Atmósfera turbínea por: James Woods, salidísimo en un papel secundario de alivio cómico (una especie de versión palurda del Robert DeNiro de Los padres de ella) que no pega ni con cola con el resto de la película. Para matarlo.

 

 

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