X-MEN: PRIMERA GENERACIÓN crítica: No lo llames muti, llámalo X

No lo llames muti, llámalo X

¡X-Men Begins! El Profesor X y Magneto son dos niñatos
con espinillas que guardan revistas porno bajo el colchón

Por Dr. Bishop

<Para fanáticos acérrimos del cómic de la Patrulla X, cuyo primer espermazo les sorprendió tocándose mientras admiraban las estupendas siluetas de Tormenta o Pícara (si ahora tiene las manos rojas hablamos de usted, querido y enfermo lector), la pinícula de hoy les parecerá una aberración de las gordas. Juntar a unos jóvenes Magneto y Xavier en un mismo equipo de superhéroes representará para algunos una reinvención demasiado osada (siguiendo con esta demencia y entrando en la demagogia, sería como afirmar que unos quinceañeros Saurón y Gandalf fundaron la Comunidad del Anillo). No obstante lo que lleva esta propuesta a los límites del disparate, y más allá, es meter en este equipo de jovenzuelos a personajes de una generación posterior a la del Profesor Xavier, según la continuidad del cómic: cuando Xavier y Magneto iniciaban sus correrías, muchos de sus ahora pretendidos coetáneos como Kaos (hermano de Cíclope) o la Bestia, directamente no existían, ni tan siquiera como proyecto seminal entre un cojón y el otro de sus respectivos padres.

Obviando sin embargo estas taras de continuidad respecto a la fuente original, que sólo turbarán a cuatro talibanes del cómic con mucha mala gaita y poco sexo, lo cierto es que X-Men: Primera generación sí demuestra ser una precuela perfecta y muy coherente respecto a la saga cinematográfica mutante, trilogía iniciada de forma impecable (en su género, X-Men marcó época), seguida de forma notable (ver al fin a Rondador Nocturno ya merecía pagar la entrada de X-Men 2) y finalizada por puro agotamiento de la fórmula (el soberazo coñazo de X-Men 3: La decisión final).

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"Veo que diez minutos después de las cinco serán las cinco y diez"

Se agradece especialmente que esta nueva reformulación de la saga no tire de piloto automático, sino que detrás de ella haya una mente maestra y lo bastante inspirada (o más bien pirada) para cruzar los X-Men con la saga James Bond, el documento histórico (nada menos que la crisis de los misiles cubanos, agárrate y baila) y Teléfono rojo volamos hacia Moscú: el villano mismo, Sebastian Shaw (Kevin Bacon, te queremos tío), mantiene el nombre y parte de sus poderes del cómic, pero sus planes de conquista son aquí dignos de Scaramanga o el Dr. No (o del temible Dr. Maligno, of course) y hasta comparte su condición de genio loco ex-nazi con el delirante Dr. Strangelove.

"Se agradece que detrás de esta reformulación haya una mente maestra lo bastante inspirada y pirada para cruzar los X-Men con la saga James Bond"

El rollete sofisticado de esa época nos deslumbra así con bases secretas ocultas en casinos de Las Vegas (¿sería la voz de Sinatra un poder mutante?), submarinos nucleares (cualquier malo que se precie de ser bondiano debe tener uno) y trajes sixties que confunde la insinuación sexy con la constatación putón (que la Reina Blanca va toda la peli hecha una fresca). Dentro de este marco de elegancia cool, la historia discurre orgánicamente, entrando y saliendo personajes y subtramas con naturalidad, creándose los cimientos de lo que en el futuro será el universo X definitivo (la amistad/enemistad Xavier-Magneto, la residencia Xavier, Cerebro, el odio a los hijos del átomo, etc.).

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"Cuando seamos vejetes podremos apostarnos el Anillo Único contra la Enterprise"

Entre tanto acierto, quien se lleva indudablemente el premio gordo es el joven Magneto, descubrimos que derivación de “Magnus Teto”, ya que básicamente un nazi le obligó a jugar su particular teto. Un elegantísimo Michael Fassbender (este tío será una puta estrella, al tiempo) ofrece un recital de carisma e interpretación, con una soberbia primera hora de hijo de puta cazanazis. Génesis sospechosamente similar a la de otro icono del mal, el joven Hannibal Lecter, pero aquí mucho más entretenida al ver las aplicaciones prácticas del magnetismo a la tortura de über alles retirados.

Sabiendo que el proyecto inicial de este film era contar únicamente el origen de Magneto, dos horas de metraje dedicados solamente a él podrían haber sido apabullantes (el mismo primer encuentro entre el niño Magneto y Sebastian Shaw, simplemente brutal), pero claro, nos habría privado también de momentazos como la muerte bombastic de Manolito Adebayor (un muti bastante looser que se come literalmente un bombazo de Shaw) o la presentación en sociedad de los futuros padres de nuestro estimado Rondador Nocturno, visualizándose en nuestras mentes el habitual furor uterino de Mística enfrentado sexualmente a las letales teletransportaciones de Azazel. Un polvazo, nens./>

INFORME VENUSVILLE

		Sentencia Quaid: Venus Hall of Fame



		Recomendada por Kuato a: amantes del cine realpolitik, aquí mutipolitik. Recomendamos que la secuela verse sobre el asesinato de JFK y se desvele qué maldito mutante le mató.

		No recomendada por Kuato a: detractores de Lobezno, cuyo cameo demuestra que su poder mutante de chupar cámara (tanto en cómic como en cine) no se debió saciar ni con la creación de una franquicia para él solo.

		Ego-Tour de luxe por: el director Matthew Vaughn, auténtico pope de adaptaciones cinematográficas de cómic (*Stardust* y *Kick-Ass*) que consigue algo inaudito en nuestros días: entretenernos y evadirnos. Gracias amiho.

		Atmósfera turbínea por: cuando Xavier rescata de la mente de Magneto el momento más feliz de su vida. Quedarnos patidifusos y al borde del llanto en una peli de superhéroes demuestra que cada día estamos más sensibles, más gagás y más abuelas. Lamentable.