THE AMAZING SPIDER-MAN crítica: (500) días con Gwen Stacy

(500) días con Gwen Stacy Marc Webb toma el relevo arácnido de Sam Raimi en un reboot tan soso como gratuito Por Víctor Parkas

<De un tiempo a esta parte las adaptaciones del mundo del cómic han pasado de estar comandadas por directores con un componente autoral muy arraigado a caer en manos de otros a los que lo único que se les pedía, en el mejor de los casos, era simple y llana solvencia. Los Burton, Raimi y Singer de ayer han dado paso a los Whedon, Campbell y Webb de hoy. Si a esto le sumamos que en el caso particular de la saga Spider-Man el reseteo (rebooteo, para los hipsters) no ha dejado pasar más de media década desde la última y lamentable entrega, el paisaje en el que se asienta esta película no podía ser menos que desconcertante. Supongo que todo el mundo sabe de qué va todo esto: a un tío le pica una araña, adquiere poderes, aparece un villano al que patea el culo y se vuelve a casa. No estoy tratando de hacerme el gracioso, pues en esta película no encontrarán nada más que eso. El personaje y su esencia han sido reducidos a la descripción superficial que haría alguien que aún come plastilina en la escuela, alguien que no ha leído (o ha leído sin digerir) ni una sola página de la(s) serie(s) de cómics homónima al film.

   Empecemos por el principal problema: Peter Parker/Spider-Man. Sobre el primero, Andrew Garfield es una elección tan convincente como un Ghandi interpretado por Vin Diesel. El eterno nerd del cómic que tan eficientemente recreó Tobey Maguire en las cintas de Raimi, pese a que fue una discutible decisión de casting en su momento, de ningún modo encuentra su reflejo en la interpretación de Garfield. Parece como si, consciente de que su perfil no encaja de ningún modo con el personaje, optase por utilizar una retahíla de tics que lo hagan pasar por el marginado de clase (sin lograrlo con éxito, claro). Pero que hayan cogido un actor como reclamo para las chicas de la generación Crepúsculo es el menor de los problemas para el ya de por sí atribulado Peter Parker.

"La diferencia entre el taponcito de Tobey Maguire y yo es que yo no tengo que utilizar alzas"

   El empeño de los guionistas por darle importancia a la muerte de sus padres para crear el detonante que le lanza a ir al laboratorio donde sufre el accidente por el que obtiene los poderes es de juzgado de guardia por dos razones: la primera, porque Parker no es Bruce Wayne. El hecho de que decida ponerse un traje y defender Nueva York no tiene nada que ver con el hecho de ser huérfano de padres; el segundo motivo es que la adquisición de poderes funciona en el cómic por su arbitrariedad, Parker no la propicia y tiene que cargar con ello el resto de su vida. El Parker que todos conocemos ha sido cambiado en este film por un mastuerzo que lleva escrito en la frente “Si eres una araña radioactiva, pícame”, un imbécil más propio de un slasher adolescente que de un alumno de ciencias modélico.

   Llevo media crítica sin hablar de Spider-Man, el héroe. Esto no es gratuito, puesto que en la película no se deja ver hasta prácticamente el ecuador del metraje. Desde la soporífera Hulk de Ang Lee no habíamos mirado tanto el reloj en una película Marvel. Y lo peor no es eso. Lo peor es que, cuando aparece, sus formas te hacen echar de menos los bailoteos de Spider-Man 3, que ya es decir. Las chanzas propias del lanzarredes son en The Amazing Spider-Man tan enervantes que desearías tener a mano el teléfono de Los Seis Siniestros para frenar el tren de desaguisados en el que se está convirtiendo la película. Escenas clave como el descubrimiento de los poderes o la detención del asesino del tío Ben parecen rodadas por Stephen Chow para uno de sus slapsticks de acción, maravillosos films por otra parte, pero que poco o nada tienen del drama que pedían momentos como los nombrados.

"Ponte cabeza abajo y bésame, que no quiero ser menos que la petarda de Kirsten Dunst"

   Pero lo más grave de todo es que el leit motiv sobre el que se sostienen los cimientos de un personaje como Spider-Man, lo que le define, es el orinal que usa Marc Webb para miccionar. El “Un gran poder conlleva una gran responsabilidad” es reinterpretado de tal forma que el careto de Garfield es visible durante el 95% de la película, incluso cuando Spider-Man entra en acción: quitarte la máscara para ganarte la confianza de un niño, quitarte la máscara cuando estás en las alcantarillas buscando a un villano y quitarte la máscara delante de la mujer que amas, poniéndola así en peligro, no son la clase de ideas que tengo yo de mantener una identidad secreta. Repito: identidad SE-CRE-TA. Lo mismo puede decirse de la plana mayor de secundarios que desfilan por la historia. El error en el reparto de roles y en la dirección de actores sólo puede tener una coartada lisérgica: una tía May que parece atiborrada de antidepresivos antes ya de la muerte de Ben; un Capitan Stacy tan cabrón que sólo puede explicarse por la ausencia en el film de J.J. Jameson; un Flash mutado en vulgar chandalero; una Gwen Stacy convertida en una fría ayudante de laboratorio que le da mil vueltas en inteligencia a Parker (difícil no lo tenía, no)…

   Y no hablemos ya del Lagarto, gran villano de la función. El de la película es una suerte de sosías de los bichos que pululan por Super Mario Bros, así que a intentar contener la risa en sus parlamentos toca. La inteligencia intrínseca del reptil que conocemos está en el film algo sesgada, lo cual sumado a su insatisfactorio diseño y a su condición de villano de tercera regional, hacen de su presencia en la historia otro movimiento harto temerario si tenemos en cuenta que nos encontramos ante el pistoletazo de salida de la nueva saga. Lo que ha hecho Marc Webb con la franquicia del arácnido le convierte por méritos propios en el nuevo archienemigo del personaje. Incluso, para los true believers, se atreve a rodar una escena que pondrá los pelos como escarpias a los connoisseurs marvelitas: durante la pelea de Spidey contra el Lagarto en el instituto, Spider-Man ha de lanzar a Gwen por una ventana para luego salvarla con su lanzarredes. ¿Alguien recuerda cómo muere Gwen en el cómic?

   Nuff Said, amigos./>

INFORME VENUSVILLE
		Sentencia Quaid: Congelada en carbonita
		Recomendada por Kuato a: los que pensaban en Marc Webb como la mano de Satán tras ver la irritantemente maligna (500) días juntos. Con ésta podrán corroborarlo.
		No recomendada por Kuato a: los que piensan que esta nueva puesta al día tendrá la calidad de la que hicieron Bendis y Bagley en Ultimate Spiderman. Salgan por patas.
		Ego-Tour de luxe por: la escena en la que Spidey vuelve a casa de Gwen tras una pelea y ésta se lo quiere follar. Desastre superlativo e impagable.
		Atmósfera turbínea por: la escena en la que el tío Ben le pide ayuda a Peter con las goteras del sótano. De ciencias como que ni puta idea, pero alicatar te alicata tres cuartos de baño.

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