TERMINATOR SALVATION crítica: California va bien, T4 no

California va bien, Terminator 4 no La esperadísima cuarta entrega de la saga Terminator, dirigida por McG. Sí, han leído bien: ¡el abofeteable McG! Por Cornelius

   <Skynet no es una Bruja Avería con cables y enchufes serpenteando por el moño como si fuera una medusa postapocalíptica, ni una Matrix que mece nuestra cuna mientras nos amodorra con cuentos carrollianos, ni tampoco es una mega computadora construida en el interior de una caverna por un calvo multimillonario preparada para luchar contra hercúleos kriptonianos.

   Skynet es un ente cuya conciencia emergió de ese limbo llamado internet allá por los noventa, un ente capaz de escurrirse por el lodo virtual y amamantarse de toda la basura que el conocimiento humano ha ido hacinando a lo largo de los siglos; el ser humano, una especie aquejada de un Síndrome de Diógenes galopante al que Skynet pone fin con unos “juegos de guerra” en vivo que dejan a la civilización humana mendigando en un escenario de austerísimo Feng Shui.

"¿Enviar a un tío al pasado para que se folle a tu madre? Tú estás enfermo..."

   En Terminator Salvation presenciamos por primera vez (a excepción de las anticipaciones fatalistas de la primera entrega) el futuro donde los humanos luchan contra todo el despliegue de imaginación artificial con el que no nos sorprende Skynet y nos olvidamos por fin de las reiteradas visitas desde el futuro de incompetentes electrodomésticos humanoides. Naves carcelarias, termimotos de fácil trucaje, gigantes battletech de road movie y una ramplona factoría de T-800 son algunas de las joyas de la dirección artística.

   Todas las escenas que transcurren en el interior de Skynet te llevan como mínimo a la reflexión. Marcus, el hombre que descubre ser máquina, accede a  Skynet como un hijo pródigo y se mete en la sala de control como si fuera un Servicaixa. Hace y deshace, anula las defensas y accede a todo tipo de información privilegiada, incluido su pasado. Tanto la sala de control como todos los interiores me recuerdan meridianamente a una fábrica de yogures.

   Y, por favor, pongámonos en el lugar de Skynet por un segundo. Si eres un ente cuya conciencia abarca todo un maremágnum de información planetaria y que puede manifestarse físicamente mediante estructuras mecánicas allá donde plazca, si puedes crear una máquina para viajar por el tiempo, si puedes imaginar planes como el de matar a la gente antes de que nazca, ¿por qué por las calles de la central hay centinelas patrullando y no cámaras con reconocimiento facial?, ¿por qué los pasillos de acceso tienen ventanas? (¿para que los robots de la oficina les den besitos a los que hay en el almacén?), ¿por qué las tuberías de la factoría tienen válvulas de manejo manual como las de un submarino?, ¿por qué los paneles de control están dispuestos como si fueran teclados de ordenador y la información se da a través de pantallas? ¿Qué pasa?, ¿que los terminators no tienen bluetooth?

   La factoría donde se pegan de ostias con los terminators (donde hacen los Danone) está toda pintada de blanco y con las puertas de cristal para que los robots no se estresen ¡ah!, y el T-Gobernator está en una especie de urna aledaña al laboratorio que me recuerda al barrio rojo de Amsterdam y cuya ubicación y funcionalidad no tiene ni un puto sentido. Un ser como Skynet con una concepción holística de la realidad tendría otro maldito diseño de producción a no ser que la muy garrula máquina copiara despiadadamente a los humanos.

   En los cómics hay mil referencias donde encontrar una concepción de diseño más apropiada: Ronin, Superman All Star, Hard Boiled, La Legión de Superheroes, Akira, Moebius, Enki Bilal… incluso en Matrix nos creemos más el cuartel general de la entelequia artificial de turno que en Terminator Salvation.

   Y es que en esta entrega de Terminator no se salva nada: el guión, que pasó por cuatro manos, incluida la de Jonathan Nolan, no tiene nada sorprendente. El único filón explotable es Marcus (con el paradigma de la máquina que se revela contra sus creadores, las máquinas), se podría haber profundizado en intención y en extensión para convertirlo en  el puntal con más fuerza de la película. Justamente por ello dudaron en darle este papel a Bale, pero como finalmente le hicieron firmar para otras dos entregas acabaron por darle el de John Connor.

"¿Otras dos entregas con McG? A juzgar por este T4, eso será si hace Los Angeles de Charlie 3 y 4 conmigo de Bosley..."

   Recordando la definición de la expresión clásica Deus ex machina como el ser sobrenatural que entraba al escenario del teatro con un brazo mecánico para resolver algún brete en el guión, nos vienen clavaditos ciertos pegotes como el del Battletech que entra el brazo por el tejado de la gasolinera para apresar a una líder local de la resistencia como a un conejo sacado de una chistera, o que Marcus consiga desprenderse de su creador, otra vez la Skynet chapuzas, arrancándose un chip supletorio que lleva enganchado en la nuca (un hibrido entre pearcing y garrapata) en lugar de haber sido diseñado a imagen y semejaza de su creador, o sea, llevarlo integrado en un todo con su maquinaria.

   Encontramos también fallos de montaje tanto en la escena de apertura (una transición de la escena del rapel a otra ya avanzando por un desagüe) como en el combate final donde no se tiene sensación de ubicuidad y parecen estar saltando de sala a sala y de nivel a nivel como si estuviéramos navegando por la pagina web de megacorridas.com.

   La dirección tampoco te sitúa, de la banda sonora sólo me gusto el tema de Gun’s de T-2 que suena en un radiocasette, y las interpretaciones también son poco inspiradas… Por lo que podemos extraer la conclusión de que el técnico de iluminación al que Bale pegó la bulla era un buen tipo, porque con quien estaba cargado John Connor era con el resto del equipo de producción, pero acabó pagando el que menos culpa tenía./>

   Audio: Christian Bale Enojado (Subtitulado) 

INFORME VENUSVILLE
		Sentencia Quaid: Congelada en carbonita
		Recomendada por Kuato a: todos los cirujanos de caja si quieren ver como un veterinario hace un transplante de corazón en una costellada.
		No recomendada por Kuato a: los espectadores que odien ver como el final transcurre en la manidísima factoría llena de tubos y chorros de vapor: Cobra, T-2, Alien 3, Storm, Navigator, Libertad para morir, Lobezno, Robocop…
		Ego-Tour de luxe por: Arnold Schwarzenegger por existir.
		Atmósfera turbínea por: el alto mando de la resistencia al completo por la ridiculísima escena donde se percatan que Skynet les va ha hundir el submarino de una puñetera vez.

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