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RETORNOS crítica: El regreso del "pistoleiro"

   

El regreso del "pistoleiro"

Ni thriller policíaco de cine negro, ni drama familiar rural, esto es el primer "pulpo a feira-western" de la historia

Por Ray Zeta

 

<Por mucho que se promocione Retornos como un thriller de cine negro, yo lo veo más bien como un western clásico. La eterna historia del pistolero que regresa a su pueblo tras una larga ausencia (o a su viejo barrio en westerns contemporáneos), y debe enfrentarse en contra de su voluntad tanto a los parientes y habitantes que allí dejó como a sus fantasmas personales.

   Es que están todos y cada uno de los personajes: el protagonista que como John Wayne en Los cuatro hijos de Katie Elder o Al Pacino en Atrapado por su pasado regresa a su ambiente (aquí un pueblo gallego después de diez años), la mujer a quien como cantaba Amaya Uranga “se le juró amor eterno un invierno” y ahora ha rehecho su vida junto al cacique local (reciclado aquí en dueño del puticlub de la zona), el barman del saloon (o sea del puti), las bailarinas (las putas), el sheriff (un agente de la Guardia Civil), y los parientes y vecinos que escupen a su paso, hacen el silencio cuando entra en la taberna, y hasta le dan hostias por las rencillas pasadas.

 

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"John Wayne no acaba de gustarme, ¿podría ser mejor como Clint Eastwood?"

 

   Manera ésta de presentar los personajes que provoca que los amantes del lejano oeste en cualquiera de sus actualizaciones (sea Desperado, Asalto al distrito 13 o Tres días) se anuden un babero al cuello mientras se relamen los bigotes, pero que ay, que las expectativas desaparecen a los pocos minutos, pues lo que prometía ser un western rural inspirado en la matanza de Puerto Urraco deviene un drama familiar puro y duro, más propio de una novela de Blasco Ibáñez que de Zane Grey.

   Soportamos así estoicamente en tempos interminables las vicisitudes del protagonista para recuperar el amor de la hija abandonada, el perdón de la ex-mujer despechada, y la amistad del hermano distanciado, y mientras avanzan los minutos comprobamos que no asistiremos a peleas en el saloon, tiroteos en graneros ni duelos en la plaza mayor, sino que tendremos que conformarnos con una variante oscura de los encuentros y desencuentros familiares de “El diario de Patricia”, hasta que caemos en la cuenta: ¿no tenía que ser esto un thriller de cine negro?

 

  "Están todos y cada uno de los personajes: el pistolero que regresa a su pueblo tras una larga ausencia, el cacique local, el barman del saloon, las bailarinas, el sheriff..."  

 

   ¡Y bingo! Aparece el cadáver de uno de los personajes y con él todos los tópicos del género policiaco. Padre e hija metiéndose a detectives con menos oficio que los Hernández y Fernández de Tintín, el dueño del puti revelándose como gánster local, el agente de la Guardia Civil marcando al protagonista de cerca para que no descubra más de lo necesario, y la ley del silencio imperando en todos y cada uno de los habitantes del pueblo.

   Volvemos a anudarnos el babero. Aún estamos a tiempo de salvar la función. No es un western con un John Wayne gallego como parecía al principio, sino una novela negra con un Humphrey Bogart de las Rías Baixas, así que podremos asistir a palizas de advertencia, detenciones innecesarias, seducciones por parte de femmes fatales, y tiroteos en almacenes.

 

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"Pues si he de ejercer de femme fatale, que sea con Antonio Banderas y Brian De Palma o nada"

 

   Pero no. Desafortunadamente para nosotros, se ha ocupado demasiado metraje con el “Diario de Patricia” y el detonante del episodio detectivesco ha llegado tarde, por lo que todo se resuelve en un plis y de la manera más fácil. Mínima investigación, confesión del culpable, flash back explicativo y a correr. El director Luís Avilés hubiera querido tener una hora más para desarrollar la trama policíaca, pero los productores, que son muy malos, le dicen que nanai, que no están dispuestos a convertir la película en una miniserie televisiva, que si quería introducir western, drama y cine negro tres en uno como el aceite lubricante, haber dosificado mejor los tempos y haber potenciado más las tramas de género sin gastar tantos minutos en dramones familiares más propios de culebrones.

   No te preocupes Luís, a Álex de la Iglesia le pasó lo mismo con El día de la bestia. Tal como explicó una vez en televisión, tardó tanto tiempo en llegar al final, que luego éste le salió confuso, aturullado, y atropellado./>

 

 
INFORME VENUSVILLE
     
 
Sentencia Quaid:
Dos Caras Harvey
     
     
 

Recomendada por Kuato a: amantes de pelis del oeste que disfrutaron del Gazpacho-western que significó Tres días y ahora quieran probar un Pulpo a feira-western.

     
 

No recomendada por Kuato a: espectadores que no soporten las historias familiares infelices de “El Diario de Patricia” o “Sorpresa, sorpresa”.

     
 

Ego-Tour de luxe por: Manuela Vellés. Con las maneras interpretativas que apunta, las tres nominaciones y el Oscar de Penélope Cruz se van a quedar pequeños en dos días.

     
 

Atmósfera turbínea por: que pese a tratarse de un western y un film noir, el prota no dispare, se emborrache o folle ni una sola vez.

 

 

   

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