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Los Goonies prometidos Hola, me llamo Sloth, tú me dejaste Por Víctor Parkas |
<Cuando lo anunciaron, la locura se desató. Por fin iban a proyectar en Phenomena Experience una de las películas más demandadas por los fieles que mes a mes asistimos con pasión parroquial a la fiesta del cine que nos preparan Nacho Cerdà y su equipo: Los Goonies. Y acompañada nada más y nada menos que por otro pilar del cine juvenil de los años 80: la maravillosa La princesa prometida. Si tuviera que describir esta sesión con una palabra sería cinética. Ha sido el programa doble que más pasión ha desatado de todos los programados hasta la fecha, antes y después de su proyección. Las entradas, desde que se pusieran a la venta, no tardaron ni doce horas en agotarse. Barcelona y sus alrededores ese día eran un cuadro de gente corriendo en pijama y bata a horas intempestivas hacia el cajero más cercano para no quedarse sin su localidad. Y estamos hablando de más de 1800 butacas, así que poca broma con el fandom de la Ciudad Condal.
El triunfo aplastante del equipo de Phenomena ha hecho que la sesión se cuidara hasta el último detalle: abriendo puertas a las seis de la tarde para que los asistentes fuera entrando de forma más fluida, evitando que la gente acaparara filas enteras de butacas para sus amigos sin respetar a los que llevaban horas haciendo cola… Decisiones polémicas para algunos pero aplaudidas por la mayoría, y otra muestra más del buen proceder de la organización.
Amores verdaderos y juramentos de venganza: La princesa prometida
Ya acomodados en nuestros asientos, Nacho Cerdà ha hecho como de costumbre de maestro de ceremonias para presentar la sesión. Y la cinética de la que hablaba al principio ha vuelto a aparecer: Nacho ha dicho que, siendo una sesión especial y elegida por las chicas vía Facebook, tenía una sorpresa preparada. “¿Hay alguna chica del 87 aquí esta noche?”, ha preguntado haciendo referencia al año de estreno de La princesa prometida. Aunque yo esperaba ver algunos brazos levantados, antes de siquiera procesar la información, lo que he visto ha sido a dos chicas que bajaban corriendo por cada uno de los pasillos paralelos de la fila central del Cine Urgel. Os lo aseguro: parecía la carrera de los velocistas Jay Garrick y Barry Allen en la famosa portada del “Flash #123”. Las dos han abrazado a Nacho a la vez y han quedado en un empate técnico.
La sorpresa ha sido aún mayor cuando se ha descubierto cuál era el premio: Nacho ha hecho bajar al dibujante de cómics Cels Piñol para entregar un fantabuloso dibujo enmarcado de 1x 0,70 metros de Wesley con su antifaz negro. Al haber dos ganadoras, Cels se ha comprometido a hacer otro para la chica que se había quedado sin. Si esto no es suficiente reivindicación del geek world en nuestra ciudad, no sé qué lo es.
"Phenomena en general y esta sesión en particular nacen del corazón, el estómago y los cojones de gente que ama el cine" |
Después de este jugoso prólogo, en el que Cerdà ha aprovechado para adelantar uno de los títulos de la próxima sesión (Grease), las luces se han apagado y han empezado los anuncios y tráilers de rigor: La mano que mece la cuna, El secreto de la pirámide, Thelma y Louise… Y una psicotronía en forma de cine infantil español setentero de la que os recomiendo busquéis su trailer: Óscar, Kina y el láser. ¡Espuma por la boca garantizada!
La princesa prometida, que partía como telonera y segundo plato de la noche, ha sido continuamente aplaudida y con la que la platea ha disfrutado más. El público se ha entregado por completo al precioso mundo creado por Rob Reiner abucheando al malvado príncipe, haciendo sangrar sus manos con sonoros aplausos cada vez que Iñigo Montoya espetaba su famosa frase y descubriendo que, pese a la larga sombra de Los Goonies, La princesa prometida sigue siendo al cine infantil lo que los Rolling Stones son al mundo del rock: nervio, pasión y frases tan lapidarias que no hay piel suficiente en el cuerpo para tatuárselas todas. Y, además, tiene el mejor duelo de espadas del cine occidental de su década, qué demonios.
El supermeneo de Gordi, Sloth y chocolate: Los Goonies
Después de atravesar la niebla que han formado los fumadores en la puerta del cine durante el descanso (ríanse de la de Carpenter, ya les he dicho que el cine tiene casi 2000 butacas) volvimos dentro para ver la gran esperada de la noche, del mes y del año: Los Goonies. La copia de la película de Donner era impoluta y el público ha experimentado gran alborozo durante toda la sesión, sobretodo en los momentos en que Gordi y Sloth aparecían en pantalla. Desde las Olimpiadas del 92 que Barcelona no vivía un momento tan importante, amigos lectores. Y si se quedaron sin entrada pueden hacer la prueba empírica el 16 de marzo, ya que la sesión se repetirá abalada por el gran éxito de público de la primera.
No puedo decir mucho más de esta sesión, ni disertar de las películas de forma fría y aséptica. Tampoco se puede escribir nada nuevo sobre ellas. Phenomena en general y esta sesión en particular nacen del corazón, el estómago y los cojones de gente que ama el cine, y ningún enamorado del séptimo arte debería dejar escapar la oportunidad de verlas en pantalla grande.
O sí. Como deseen./>
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