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La herencia Valdemar... Daninsky Jacinto Molina Álvarez: Madrid, España, Por Ray Zeta |
<En los últimos años Paul Naschy se había convertido en parte del mobiliario del Festival de Sitges. Ya fuera porque presentara un libro, una película suya en una retrospectiva, o porque estuviera simplemente invitado por la Organización, edición tras edición siempre lo veías día sí día también, sentado en uno de los sillones del hotel Melià Sitges, sede del festival, charlando de buena gana con todos los friks (que eran muchos) que se acercaban a saludarse.
Porque hablar de Paul Naschy es hablar del icono por antonomasia del fantaterror patrio, de 60 años de carrera ejerciendo labores de actor, director y guionista, dedicados todos ellos, salvo puntuales excepciones, al cine de terror. Exactamente desde que en 1968 escribiera y protagonizara La marca del hombre lobo, interpretando el personaje de conde polaco licántropo Waldemar Daninsky. Su personaje insigne que interpretaría aún en once ocasiones más.
Paul Naschy incompleto: en plena transformación licántropa
Y no sólo el hombre lobo, porque si Estados Unidos tuvo a Lon Chaney e Inglaterra a Christopher Lee, España ha tenido a Paul Naschy. El otrora Jacinto Molina ha tenido el honor de encarnar también a los más variopintos monstruos del celuloide: desde Drácula, la Momia, el Dr. Jeckyll, y Jack el destripador, hasta el Jorobado entre otros, en un centenar de películas, seamos sinceros, tan malas como atractivas a la vez. Títulos clásicos dirigidos por nombres tan ilustres como los de Carlos Aured, León Klimovsky o Javier Aguirre, que con títulos como La noche de Walpurgis (León Klimovsky, 1971), Jack el destripador de Londres (José Luís Madrid, 1971), El jorobado de la morgue (Javier Aguirre, 1973), La venganza de la momia (Carlos Aured, 1973), o La maldición de la bestia (Miguel Iglesias, 1975), han hecho las delicias de los amantes sin complejos del género.
Películas setenteras casposas e irresistibles a partes iguales, que dignificaban el fantástico pese a la precariedad de sus presupuestos, todo lo contrario de las que perpetraron los directores que tuvieron el honor de dirigirle en la última década en películas tan obviables como School Killer (Carlos Gil, 2001), Mucha sangre (Pepe de las Heras, 2002), o Rottweiler (Brian Yuzna, 2004), hasta La herencia Valdemar (José Luís Alemán), su último trabajo.
No fue una bala de plata o una estaca en el corazón, sino un cáncer de páncreas lo que devolvió a la tumba a la criatura, privándole a él y a nosotros sus fans, de verlo sentado algún día junto a Carmen Sevilla en “Cine de barrio”./>
Paul Naschy completo: como hombre lobo
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