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Tomando la Casa Blanca Tras el Nakatomi Plaza y el Air Force One, que De eOne Films |
<A Antoine Fuqua le encantaba la atrevida premisa del guión. Decidió documentarse de manera preliminar sobre el escenario principal del guión y se sorprendió mucho al descubrir que era perfectamente posible para una milicia relativamente pequeña, bien pertrechada y bien adiestrada, tomar por sorpresa la Casa Blanca e infligir graves daños en poco tiempo. Convencido de que tenía una historia que resultaría apasionante y fascinante, el realizador empezó a documentarse a fondo tanto sobre la Casa Blanca como sobre el Servicio Secreto, para asegurarse de que la historia resultara absolutamente auténtica. Se reunió con un equipo de asesores, que incluía a antiguos agentes del Servicio Secreto, el FBI, la CIA y otras fuerzas del orden.
A través de sus asesores, Fuqua descubrió que una fuerza militar de emergencia necesitaría un mínimo de 15 minutos para llegar a la Casa Blanca y proporcionar apoyo a los agentes que ya se encontraran en el lugar, lo que hacía incluso más plausible la posibilidad de conseguir asediar la Casa Blanca. Con esa ventana de 15 minutos como punto de partida, los asesores ayudaron a planear un ataque simulado, cuando Antoine Fuqua y sus asesores tuvieron listo su plan de ataque a la Casa Blanca, el director tomó una decisión atrevida. En lugar de hacer un uso intensivo de la infografía para recrear ese lugar tan característico de Washington, D.C., construirían una réplica y representarían el asalto haciendo un uso sensato de los efectos especiales. Fuqua, sin embargo, había dado por supuesto que filmaría la película en la zona de Washington D.C., por lo que quedó muy sorprendido al descubrir que los productores tenían pensado construir su propia réplica de la Casa Blanca en Shreveport, Luisiana.

Réplica que ya llevaba incluido a Morgan Freeman de cuando hizo Deep Impact
En el primer día de rodaje de la escena de la épica batalla, Fuqua pudo apreciar en toda su medida el logro conseguido, al ver a una multitud de gente que interpretaba a terroristas, agentes del Servicio Secreto y transeúntes abarrotando el set. “Fue algo impresionante de ver”, manifiesta. “Me sentí como un niño viendo una película de David Lean. La escena gozaba de una magnitud asombrosa. Subimos la grúa y empezó la gran batalla. Y pensé: por esto quería yo hacer películas”. Para ayudar a coreografiar la acción, Fuqua recurrió a Keith Woulard, un antiguo Navy SEAL que ya había trabajado con el director en una película anterior, Lágrimas del sol. “Sabía que Keith podía hacer que quedara emocionante y auténtico”, afirma.
| "Para asegurarse de que la historia resultara absolutamente auténtica, se reunió con antiguos agentes del Servicio Secreto, el FBI, la CIA y otras fuerzas del orden" |
Woulard y su equipo simularon los pasillos de la Casa Blanca mediante cajas de cartón, explicándolo todo con una cámara de vídeo para Fuqua. “Así es como conseguí prepararlo tan rápido”, comenta el director. “No tuve tiempo para preparar un storyboard completo, como hago normalmente. Fueron muy creativos a la hora de usar objetos que podrías encontrar realmente en la Casa Blanca como armas”. Woulard, que ya ha trabajado en otras superproducciones del cine de acción, como Black Hawk derribado, Iron Man y G.I. Joe, tenía instrucciones de hacer que todo pareciera lo más auténtico posible. “Antoine estaba empeñado en hacer que todo pareciera real”, señala. “No le gustan las peleas falsas. Trabajamos con muchos especialistas en artes marciales que eran grandes expertos con los impactos, de modo que se podían tocar unos a otros, lo que hace que quede aún mejor”.

Sí, decididamente Gerard Butler se lleva la peor parte
El equipo de especialistas era enorme, con un total de unas 130 personas. “Eso es un equipo bastante grande”, aporta Woulard. “Utilizamos a unas 100 personas en un determinado momento para la batalla en el exterior de la Casa Blanca”. Pero fue a Gerard Butler a quien le tocó llevarse el grueso del castigo físico, en un papel que le exige estar en peligro de manera casi constante. “Es muy atlético y no se queja por nada”, asegura Woulard. “Se mete a fondo y es un perfeccionista. No quiere perderse ni un solo movimiento”. Fuqua comenta que Butler podría haber usado a un doble en muchas de sus escenas, pero prefería hacerlo él mismo. “Está completamente entregado. Podríamos haber usado un plano general y haber dejado que lo hiciera un especialista, pero quería hacerlo todo. Se llevó unas cuantas magulladuras, porque se lo tomaba en serio, estampándose contra las paredes. Y como esas paredes no son de verdad, teníamos que parar una y otra vez para arreglarlas”.
Como realizador, Fuqua asegura que siempre intenta hacer películas que le gustaría ver. “Hice esta porque es algo que quería ver. No dejará de sorprender a los espectadores. Hay muchos aspectos distintos con los que entretenerse. Es muy emotiva. También es muy íntima en ciertos momentos. Hay excelentes personajes, con toda una serie de dinámicas distintas entre ellos”. Pero, sobre todo, prosigue, está llena de acción por todo lo alto, que espera que entusiasme al público. “Me encanta el cine”, confiesa Fuqua. “Me encanta llevar una historia tan lejos como pueda llegar. Creo que las películas deberían vivir en el límite, con personajes y situaciones que desbordan la realidad. Al ver una película en pantalla grande, deberías poder desaparecer en ese otro mundo”./>
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