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SITGES 2014 crónica día 2: Pajas mentales

   

Pajas mentales

Segundo día de festival: Premature;
Young Ones; Musarañas; Under the Skin

Por Chema Pamundi

 

<Carlos Pumares sigue enfadado. Aparte de que no le ha gustado casi ninguna de las películas que ha visto hasta ahora en Sitges 2014 (ahí yo podría coincidir con él; parece que estamos ante otra edición con mucha más paja que grano), ayer en una de las sesiones matinales le mangaron su asiento de siempre, en el lateral derecho del Auditori, y no le quedó más remedio que sentarse en la zona central, con la gente. Poco antes de que se apagaran las luces de la sala, Pumares miraba en todas direcciones, con los ojos achinados y cara de odio infinito hacia la raza humana. Como si fuese el guardián mudo de algún secreto apocalíptico. Como si pensara “algún día todos vais a morir, y yo lo veré...”. La verdad es que me hace padecer un poco y todo, este hombre.

   Coñas pumarescas aparte, algunos de vosotros me habéis preguntado por qué cada año empiezo mi cobertura de Sitges con un artículo de películas recomendadas, y luego resulta que en las crónicas diarias no hago reseña de muchas de esas recomendaciones. Bueno, pues me explico: el artículo de recomendaciones se basa en todas las películas que se van a programar a lo largo del festival, y lo escribo antes de saber cuál será la parrilla de prensa definitiva. En los últimos años se han recortado bastante las sesiones a las que se puede acceder con la acreditación que nos proporcionan.

 

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Carlos Pumares, el hombre enfadado

 

   Casi todos los pases son por la mañana y, a menos que me busque la vida para conseguir tickets de tarde/noche, eso me limita mucho a la hora de hacerme el cuadre. En ocasiones ver un pase del cine Retiro implica perderme otros dos en el Auditori, así que acabo buscando cierto equilibrio entre cantidad y calidad para que estos escritos me queden lo más variados posible. Pero vamos, que los tiempos en los que la acreditación te permitía ver potencialmente 55 o 60 pelis pasaron a mejor vida hace ya mucho. Este año calculo que veré entre 36 y 40, es decir, lo justo para escribir las nueve crónicas a razón de cuatro películas por día (el año pasado creo que no me sobró ni una, las usé todas). Por tanto, me acabo clavando bastantes títulos que preferiría perdonarme, y se me escapan otros tantos que consideraba fundamentales. Es lo que hay.

   Pero bueno, uno lleva ya lo suficiente en esto como para no hacerse mala sangre y aprender a hacer limonada con los limones que le caen en las manos. Después de todo, en ocasiones una mala película puede dar lugar a una crítica la mar de inspirada (lo peor, de hecho, no son las películas malas sino las mediocres; sobre esas sí que es complicado escribir...). Así que venga, comprobemos cuánto zumo le he sacado al segundo día de festival:

 

 

Premature (Dan Beers. EE.UU., 2014)

> PREMATURE ficha, fotos y tráiler

 

   Las comedias de instituto con elementos fantásticos conforman un subgénero tan prolijo (en cada edición de Sitges nos topamos con dos o tres) como irregular. Son como un melón sin abrir, que no sabes si va a estar en su punto hasta que le aplicas el cuchillo. Te puedes encontrar una potencial cult movie como The Loved Ones, una gamberrada hilarante como Teeth, una murga con pretensiones como Detention o una modesta chorrada como Premature, que sin ser completamente atroz (hay un par de chistes que funcionan) en general ha supuesto la pérdida de 90 minutos de existencia que probablemente echaré de menos en mi lecho de muerte. 

   El tema principal de Premature es la pérdida de la virginidad (sí, original de cojones), pero lejos de moldearlo como fábula o reflexión sobre los miedos y miserias de la adolescencia, el director y guionista Dan Beers lo utiliza como simple macguffin a partir del cual armar una comedia topiquísima, a la que le faltan toneladas de riesgo (está mucho más cerca de American Pie que de Election) y que, lo peor de todo, resulta parca en gags dignos de ser recordados más allá de los créditos finales.

 

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"Pues no recuerdo yo que le pasara esto a Bill Murray en Atrapado en el tiempo"

 

   Básicamente, Premature es una versión pajillera de Atrapado en el tiempo, y no lo digo en sentido metafórico sino absolutamente literal: Rob, el adolescente protagonista, se tira toda la película despertándose en su cama con rastros de poluciones nocturnas en los calzoncillos y repitiendo el mismo día, con una serie de eventos fijos (tiene una entrevista para entrar en la universidad de Georgetown, unos matones le disparan con una pistola de agua llena de orina, la rubia tonta del instituto le tira los trastos...) que cada vez se desarrollan de una manera ligeramente distinta pero siempre desastrosa. Como colofón del asunto, en cuanto Rob tiene un orgasmo (y el muchacho es de los que se corren fácil) vuelve a la casilla de salida, despertándose de nuevo en su cama con las sábanas manchadas de semen, como si todo hubiese sido un sueño. Evidentemente hay algo que Rob está haciendo terriblemente mal a nivel kármico...

   Dado que Premature fusila sin compasión a una película mucho mejor que ella, que no hace reir demasiado (solo Alan Tudyk, como el hilarante profesor de Georgetown que entrevista al prota, logra arrancar alguna que otra carcajada genuina) y que no destaca especialmente en ningún apartado técnico, artístico ni dramático (el moroso guión ni siquiera se preocupa en justificarnos la premisa), cabría preguntarse cuál es su razón de existir. Pero eso supondría dedicarle más tiempo de reflexión del que merece. A medida que escribo esto ya estoy incluso olvidándome de que la he visto...

 

 
Sentencia Quaid:
Condenada a alforfones
     

 

 

 

Young Ones (Jake Paltrow. Gran Bretaña, Irlanda, 2014)

> YOUNG ONES ficha, fotos y tráiler

 

   Interesante experimento que mezcla las maneras del western “johnfordiano” con las de la ciencia-ficción distópica. Ojo, que al hablar de western no me refiero a tiroteos al amanecer ni tipos duros a caballo, y al hablar de ciencia-ficción no me refiero a Wild Wild West ni a Cowboys & Aliens. No, esto es una cosa más sutil, más híbrida, como La carretera más Las uvas de la ira o El tesoro de Sierra Madre. De hecho, la trama es cien por cien un drama familiar fronterizo, y la ciencia-ficción son apenas algunos apuntes tecnológicos que forman parte del paisaje, y que si no estuvieran ahí tampoco pasaría nada (robots en vez de animales de carga, o un exoesqueleto que permite caminar a un personaje tetrapléjico). Eso hace aún más curiosa la propuesta de Young Ones. ¿Qué llevó a su director (hermano de Gwyneth Paltrow, por cierto) a querer juntar precisamente esos dos géneros, y precisamente de esa manera tan poco pirotécnica? Me hubiera gustado asistir a la rueda de prensa para preguntárselo.

 

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"Si ésta tiene éxito, para la secuela alquilaremos la araña gigante de Wild Wild West"

 

   Young Ones se ambienta en un futuro cercano, en que el mundo se ve asolado por una sequía permanente. En una zona desértica indeterminada de los Estados Unidos, a un granjero (Michael Shannon) y su hijo adolescente (Kodi Smit-McPhee) se les acaba de secar el pozo de agua que regaba su propiedad, así que sobreviven a base de comerciar con licor entre varias comunidades. Son la típica pareja de padre “duro pero noble” e hijo que le venera en silencio. También hay una hija (Elle Fanning), que se queda en la granja haciendo las tareas domésticas, amargada por llevar esa vida y soñando con que su novio gamberrete (Nicholas Hoult) la suba un día a su moto y la saque de allí cagando leches. Entre este cuarteto de personajes se acabará desatando un mogollón que incluirá sus buenas dosis de muerte, mentira y venganza.

   La película deja caer algunas buenas ideas (el robot-mula que se compra la familia es muy chulo) y cuenta con algunas interpretaciones de fuste (lo de Michael Shannon ya no sorprende porque siempre está que se sale, pero lo del jovencísimo Kodi Smit-McPhee es bastante notable, sobre todo en el tramo final de la película, cuando toma las riendas y decide resolver el conflicto a su manera), pero intenta encajar a martillazos demasiados elementos melodramáticos y a ratos llega a caer en lo soporífero (yo la he dormido un rato, para qué negarlo), dejando la sensación final de oportunidad desaprovechada.

 

 

 
Sentencia Quaid:
Dos Caras Harvey
     

 

 

 

Musarañas (Juanfer Andrés y Esteban  Roel. España, 2014)

> MUSARAÑAS ficha, fotos y tráiler

 

   Haciendo una encuesta informal por las colas de prensa y los sillones del hall del hotel Melià he podido comprobar que Musarañas, la puesta de largo de la pareja de directores Esteban Roel y Juanfer Andrés (este segundo además firma el guión junto a Sofía Cuenca) ha gustado bastante. A mí en cambio me ha parecido la mayor tontería vista en los dos primeros días de festival. Pero oye, que nadie me lo tenga en cuenta, que lejos de ponerme estupendo y contradecir a la mayoría estoy dispuesto a asumir que soy yo el que tiene un problema de percepción. O sea que sí, quizás Musarañas sea un peliculón y yo no he sabido verlo. Pero si es un peliculón, qué bien lo disimula, caramba... 

   Musarañas cuenta la macabra historia de dos hermanas huérfanas que viven juntas en un pisito de la España de posguerra. Montse (Macarena Gómez), la mayor de las dos, ultracatólica, agorafóbica, adicta a la morfina, aquejada de alucinaciones y con tendencias sádicas, es la que lleva la casa (ya vamos mal). La otra (Nadia de Santiago) se dedica básicamente a recibir broncas, bofetadas y ocasionales golpes de vara mientras intenta llevar una vida lo más normal posible, pasando en casa el tiempo justo para comer y dormir (no es de extrañar). Un día, el vecino de arriba (un chulazo con los rasgos de Hugo Silva) se cae por las escaleras hasta el rellano en que viven las dos hermanas, rompiéndose la pierna a lo grande. Montse decide acogerlo en la habitación de invitados hasta que se cure. A partir de ahí, y sin desvelar nada de la trama, lo que tenemos es un túrmix de Misery y El seductor con algunos toques de gore bastante burro. ¿Pinta bien? Pues no.

 

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"Nada, que por más que me hincho a pasteles de fresa, no consigo llegar al peso de Kathy Bates"

 

   Musarañas es un ejemplo de dirección poco imaginativa, guión torpe (aburridos intercambios de diálogo expositivo en plan "y entonces le dije... y entonces él me dijo"), puesta en escena impersonal (el efecto claustrofobia que debería transmitir el piso no aparece por ninguna parte), y la equivocada idea de que una interpretación absolutamente pasada de rosca equivale a una gran interpretación. Porque sí, Macarena Gómez está estupenda en papeles secundarios de series como La que se avecina o películas como Carne de neón, pero aquí carga sobre sus hombros con casi todo el peso dramático durante hora y media, y el resultado es un festival de la mueca que lleva inexorablemente hacia el terreno de la comedia involuntaria.

   Si Musarañas no fuera nada más que un tebeo honestamente gamberro yo no tendría ningún problema para disfrutarla, pero creo que la película sufre evidentes problemas de tono, saltando sin avisar de la crónica negra costumbrista (rollo La huella del crimen) al culebrón familiar delirante (la última media hora es un órdago de giros sorpresa), y de ahí a la sobrada sanguinolenta. La narrativa de Musarañas despista hasta tal punto que al final ya no sabes si lo que te están contando los directores va en serio o es puro cachondeo. He de reconocer que me he reído bastante viéndola, pero estoy bastante seguro de que mis carcajadas han llegado en los momentos en los que se supone que no tocaba.

 

 

 
Sentencia Quaid:
Congelada en carbonita
     

 

 

 

Under the Skin (Jonathan Glazer. Gran Bretaña, 2013)

> UNDER THE SKIN ficha, fotos y tráiler

 

   Sería una lástima que Under the Skin pasase desapercibida salvo para ser señalada como “la película en la que Scarlett Johansson enseñaba las tetas”. Sería una lástima, porque lo de las tetas es mera anécdota argumental mientras que todo lo demás que ocurre en sus 108 minutos de duración es cine de bastantes quilates, de ese que en vez de medrar en los tópicos más efectistas del fantástico se atreve a explorar los márgenes del género con buen criterio y capacidad para la sorpresa. 

   La protagonista de Under the Skin es una extraña mujer (de hecho, ni siquiera sabemos si es humana: podría ser un mutante o un alienígena) con pinta de “choni”, que se dedica a recorrer Escocia buscando hombres solitarios con los que entabla conversación (muchas de estas escenas se han rodado con cámara oculta y la actriz improvisando diálogos con personas reales). Si le cuadran, los atrae a su casa y allí los encierra... o los devora... o no se sabe muy bien qué les hace, porque lo único que vemos es que el suelo de su habitación se convierte de repente en una especie de limo negro en el que se hunden para no volver a ser vistos. ¿Por qué lo hace? ¿Para quién trabaja? ¿Y quién es el misterioso motorista que la sigue a todas partes borrando las huellas de sus "crímenes"? Personalmente, viendo que todos los tipos a los que enreda son catetos poligoneros, creo que está inmersa en una cruzada por hacer del mundo un lugar mejor...

 

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"Serán desagradecidos, encima que me quedo en pelotas me dicen que estoy gorda"

 

   A una película menos hábil que Under the Skin se le vería enseguida el cartón, el artificio de querer parecer profunda cuando no lo es, a base de ritmo pausado, preciosismo estético y escenas arcanas que pueden interpretarse de mil maneras. Sin embargo, el filme de Glazer (que adapta muy libremente una novela de Michel Faber) está diseñado para que el espectador lo capte igual que captan los niños los cuentos: entendiéndolo a grandes rasgos aunque no se acaben de encajar todos los detalles del puzzle. En este caso, además, los detalles (como las reacciones de la protagonista al conocer a un joven con la cara terriblemente deformada, o las escenas de sus víctimas flotando en una especie de océano amniótico) son fascinantes por sí mismos.

   Scarlett Johansson, una actriz quizás no “oscar-worthy” pero siempre de lo más convincente, se está especializando en papeles hieráticos, en los que debe expresar un mar de emociones desde la inexpresividad más absoluta (Lucy), o incluso desde la no-presencia en pantalla (Her). Aquí da un nuevo recital de carisma, mezclando a la perfección frialdad e inocencia: empieza viendo a los humanos como un entomólogo que observa insectos, pero a medida que avanza el metraje va desarrollando curiosidad y hasta cierta empatía por las peculiaridades e imperfecciones (tanto físicas como emocionales) del ser humano.

   Under the Skin es una obra inaprensiblemente magnética, como si David Lynch hubiese dirigido un remake de Species centrado en mostrarnos qué se oculta, justamente, bajo la piel del monstruo. Películas como ésta demuestran que el cine de ficción, aparte ser un medio principalmente narrativo, también puede funcionar de perlas como pura experiencia visual. ¿Que hay partes que no se entienden? Pero vamos a ver, a estas alturas... ¿qué cojones importa eso?/>

 

 

 
Sentencia Quaid:
Copas de yate
     

 

 

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Por Chema Pamundi


 

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