EL VUELO crítica: Vodka con sacarina

Vodka con sacarina

Robert Zemeckis se deja de dibujitos y lo celebra
con Denzel Washington a base de cubatas y rayas

Por Castor Troy

<Robert Zemeckis fue un director que tuvo su época dorada en los 80 y 90 gracias a crear una saga como fue Regreso al futuro y una película que consiguió mostrar en pantalla iconos del dibujo animado de diferentes compañías como fue ¿Quién engañó a Roger Rabbit, hasta que alcanzó la gloria con la historia inverosímil de Forrest Gump, película que le consiguió unos beneficiosos premios de la Academia. Después de esto intentó volver a alcanzar el éxito junto a Tom Hanks con Náufrago, cosa que ocurrió a medias, y después... lo de después es otra historia. Zemeckis empezó a interesarse por una nueva tecnología que iba a petar el mercado cinematográfico, la captura de movimiento: animación digital con un escaneado de los actores para después convertirlos en los protagonistas animados del largometraje en cuestión.

Empezó con una película ñoña navideña como Polar Express, que era interesante por su método pero carente de algo más como un guión o algo que hiciera recordarla; siguió con una adaptación de un cuento escandinavo como Beowulf, que a mí sinceramente me gustó pero que no consiguió los números en taquilla que se pedían (a lo que a Warner Bros. le empezó a oler mal la cosa); volvió a la ñoñería navideña con Cuento de Navidad, que pasó con más pena que gloria; y terminó con un desastre taquillero que ni siquiera se ha estrenado en España titulado Marte necesita madres, que fue un descalabro total, ya que de lo que se gastaron en ella solo consiguieron comprarse un paquete de clínex en los Chinos para llorar de lástima. Así que se creó una cláusula que más o menos venía a decir: “Zemeckis, nunca aceptaremos una película que contenga la palabra ‘animación’”.

"Impresionante, 18 años de Marea roja y aún me entra el traje"

Así que nuestro director pensó: “volveré a las películas de moralina americana que tan buenos resultados me dieron como la que hice con mi amigo Tom Hanks, con un actor que tenga gancho en la taquilla, en el público, y de las que les guste a la Academia de los Oscar por si acaso canta la gallina…" ¿Habrá conseguido con El vuelo lo que quería? Pues para uno que escribe esto, francamente es un no. La película comienza de manera bastante prometedora con un Denzel Washington borracho levantándose de una cama, con resaca, y una buena actriz paseándose en un integral para alegrar al espectador y hacerle pensar que esta película será seria y dura (lo de dura no es por un sarcasmo al ver a la actriz desnuda), y sigue con un vuelo en avión que se vuelve catastrófico con unos 20 minutos de pánico como crearon películas como ¡Viven! o en menor medida Destino final, donde te dan ganas de no volver a coger un avión en tu vida. Es aquí cuando te convences de que esta película puede ser algo digno de mencionar a otros colegas, aunque lo que ocurre después del accidente realmente sí que se le puede llamar catástrofe.

"Otro de sus grandes errores es un metraje alargado hasta el aburrimiento donde lo único que quieres es que llegue el juicio para aclarar que pasó en el avión"

Porque los errores de esta película a partir del accidente del avión son una suma de cagadas de guión y del desarrollo de la historia. Un ejemplo: Denzel se hace amigo de una heroinómana (la actriz Kelly Reilly) que durante 50 minutos de metraje es un personaje importante, pero que después desaparece sin más debido a un hecho que no spoilaré. En pocas palabras, me desarrollas una historia entre un alcohólico y una heroinómana en la que no ocurre nada más que diálogos e imágenes que se repiten una y otra vez como son: “dejo de beber”, diez minutos del actor protagonista sobrio y… ¡ups!, hay una botella, “pero no puedo beber”… “pero al final caigo otra vez”... Esto que digo son, repito, 50 minutos de la película, ya que otro de sus grandes errores es un metraje alargado hasta el aburrimiento donde lo único que quieres es que llegue el juicio para aclarar qué pasó en el avión.

"Evité el accidente aéreo para que Robert Zemeckis no me hiciera naufragar como a Tom Hanks"

Por no mencionar que un personaje que ha sido un cabrón con su ex-mujer y su hijo debido a sus borracheras, y que durante toda la película intenta esconder que es un puto borracho, se convierte en una broma de sí mismo en el tramo final de la película donde el director intenta decir: es América, si haces cosas buenas te conviertes en mejor persona a pesar de haber sido una mala persona durante los últimos años, aunque hayas jugado con las vidas de tus pasajeros en cada vuelo que ibas colocado. En ese momento, en el que ya llevas 130 minutos, te dan ganas directamente de maldecir a todos aunque seas un fan de las películas con un final de sacarina, en tal caso el espectador estará encantado con todo el film y los académicos de los Oscar notarán una erección, ya que les encanta que todo sea bonito y tenga la bandera y los derechos americanos detrás.

Una película pues que comienza como un thriller de una manera arrolladora pero que se desinfla en un melodrama repetitivo en imágenes y desarrollo, donde los personajes tienen una psicología que es cambiante a cada minuto (lo dejo, no lo dejo, soy mala persona pero con buen corazón…), y en la que todo lo comenzado positivamente se convierte en un desastre. PD: Denzel Washington sigue con el modo automático de actuación, y ya lleva unos cuantos años así./>

INFORME VENUSVILLE

		Sentencia Quaid: Congelada en carbonita



		Recomendada por Kuato a: la gente que adora los finales “bonikos”.

		No recomendada por Kuato a: quien espere una historia y un desarrollo al nivel del principio, y a quien odie la repetición de escenas, el alargamiento de metraje y los personajes tránsfugas.

		Ego-Tour de luxe por: la primera media hora, y una secuencia de un accidente aéreo filmado de una manera tan sublime que te dan ganas de no volver a coger uno.

		Atmósfera turbínea por: una persona que ha sido un cabrón tanto tiempo sigue siendo un cabrón toda su vida, cosa que en esta película no parecen compartir.