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EL PÁRAMO crítica: Deathwatch a la colombiana

   

Deathwatch a la colombiana

Vamos de soldados y barro con Billy Elliot
a soldados y niebla con Mario Vaquerizo

Por Beto

 

<Mucha curiosidad tenía por visionar El páramo, coproducción entre Colombia, Argentina y España, ya que por un lado no estamos acostumbrados a ver películas del género fantástico que provengan de Colombia (aunque sea una coproducción, los actores y el director, Jaime Osorio Márquez, son colombianos, además de que la acción se desarrolla en ese país), y por otra parte el argumento pintaba bien: un grupo de soldados colombianos llega a una base en las montañas, sombría y rodeada de niebla, y de la cual no se sabe qué ha sucedido con la guarnición de la misma. Sólo se encuentran con una mujer encadenada y sepultada tras una pared garabateada con una especie de oración. La mujer, por cierto, da un mal rollo que no veas, ya que sólo grita y gruñe, además de llevar unas melenas que le hacen competencia a Mario Vaquerizo, el marido de Alaska.

   Presentada en la Sección Oficial del Festival de Sitges del 2011, El páramo guarda muchos paralelismos con otras cintas de terror ambientadas en un entorno bélico. Sin ir más lejos, con una diferencia de un año se rodaron la sorprendente El búnker, de Rob Green (2001), y la flojilla Deathwatch, de Michael J. Basset (2002). La primera mostraba la huida de unos soldados alemanes en la II Guerra Mundial hacia un búnker abandonado con una presencia maligna. La segunda, para que no se notase mucho que era un remake inconfeso, se ambientó en la I Guerra Mundial y los protagonistas eran unos soldados británicos escondidos en una trinchera alemana laberíntica, con Jamie Bell de protagonista, aunque sin sus zapatillas de ballet que le hicieron famoso en Billy Elliot. La atmósfera de Deathwatch, con un búnker repleto de estrechos pasadizos, la lluvia y el fango que lo invadía todo, daba cierta grima realmente.

 

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"Yo al Billy Elliot no lo reconocí por sus zapatillas sino por sus orejones"

 

   Emulando a las películas mencionadas, El páramo juega con estos elementos, cambiando búnkers, lluvia y las trincheras por una posición fortificada, la mencionada montaña, y la niebla. Siguen habiendo soldados, aunque cambiamos a los alemanes y británicos con sus uniformes pasados de moda por unos soldados colombianos actuales, con cara de malhumorados, que utilizan la típica jerga militar y que además de lanzarse un montón de gritos para llamarse entre ellos (deben de estar sordos, digo yo), sueltan por cada dos palabras un taco.

 

  "Del doble de Mario Vaquerizo no sabemos si se trata de un ser demoníaco o una guerrillera capturada presa del pánico"  

 

   Ya se sabe que en el mundo castrense se suele llevar bastante el insultar para demostrar que eres muy machote, pero dudo mucho que las palabras "hijoputa" y "marica" se repitan con tanta frecuencia como la que nuestros protagonistas las utilizan. Tal vez seamos unos nostálgicos, pero en la redacción de Venusville preferimos el tono expeditivo y enérgico, pero con los tacos justos, de Clint Eastwood en El sargento de hierro o de Louis Gosset Junior en Oficial y caballero, que no este lenguaje barriobajero. Por cierto, que con los motes que llevan los soldados no se han matado mucho a pensar, ya que un soldado de orígenes nativos recibe el apodo de "Indio", mientras que el único soldado de color es conocido como... "Negro". Queda dicho todo.

 

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"Indio Fernández para servirles. El otro indio es mi hermano, que no ha venido"

 

   Con un buen inicio, jugando mucho con los primeros planos, tal vez demasiado, ya que uno acaba cansado de tanto cabezón de soldado, y con un fondo musical asfixiante del cual abusa Osorio en exceso (no hace falta poner música de tensión en todas las escenas, joder), unido a la sensación de angustia que se transmite en ese paraje fantasmagórico, la película mantiene cierto interés hasta la desaparición del doble de Mario Vaquerizo, quiero decir la prisionera, de la cual no sabemos si se trata de un ser demoníaco o una guerrillera capturada presa del pánico. La incomunicación con el exterior y las cábalas sobre lo que está sucediendo son un caldo de cultivo que da lugar a enfrentamientos entre los soldados, que van muriendo uno tras otro. En situaciones adversas, el hombre es el peor enemigo para su propia especie, mucho más que cualquier se sobrenatural.

   Esto mismo sucedía en Deathwatch, pero en este caso el devenir de los acontecimientos, tras un segundo tercio del film que se hace excesivamente largo es demasiado atropellado, y hasta en ciertos momentos ridículo, como en el momento en que, con una niebla del carajo, bajan los soldados a buscar a la prisionera y empiezan a dispararse unos contra otros, o el delirante rush final en que en muy poco tiempo cae liquidado la mitad del escuadrón, en una escena muy oscura y que deja mucho que desear. Da la sensación de que Jaime Osorio no ha sabido rematar la faena que había iniciado de una forma digna, y acaba tan perdido como el grupo de sus soldados en medio de esa montaña infernal./>

 

 

 
INFORME VENUSVILLE
     
 
Sentencia Quaid:
Dos Caras Harvey
     
     
 

Recomendada por Kuato a: los que pensaban que Clint Eastwood era un tío demasiado mal hablado en El Sargento de Hierro. Al lado de estos tiarrones es una nena.

     
 

No recomendada por Kuato a: miembros de la real Academia de la Lengua. Saldrán espantados con el  vocabulario de estos soldados.

     
 

Ego-Tour de luxe por: el mal rollo que da la guerrillera, bruja, o el bicho que sea.

     
 

Atmósfera turbínea por: lo rápido que pierden los nervios estos  muchachotes. ¡Que se tomen una tila, hombre!.

 

 

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