EL ORIGEN DEL PLANETA DE LOS SIMIOS crítica: Simion Brake

Simion Brake El drama carcelario más mono desde que Hannibal Smith se fugó de una prisión disfrazado de gorila Por Anna Bou

<¿Es necesaria una precuela, por muy libre que sea, de El planeta de los simios, esa obra maestra cuyo final es el momento cinematográfico más impactante de los últimos veinte siglos? Rotundamente no. ¿Hace falta saber por qué en El planeta de los simios son los simios la especie dominante y los hombres la especie dominada? Rotundamente rotundamente no y no, así por partida doble doble, porque para eso ya están las secuelas del clásico citado y nuestra imaginación, que por algo somos seres inteligentes, o eso dicen los libros de antropología.

   Y con todos estos prejuicios, nos llega El origen del planeta de los simios y la verdad es que, aunque innecesaria, es una buena película y Oh my God, una buena precuela, con lo cual tan sólo me queda comerme mis palabras iniciales con piel y todo. James Franco, ese descendiente de los simios que siguió la cadena evolutiva francamente bien, es un científico que ha obtenido un medicamento que regenera neuronas en su lucha contra el Alzheimer. Dicha vacuna se tasta con simios los cuales con dicho chute químico se vuelven, todavía más, inteligentes. Y César, el hijo simio adoptivo de James es inteligencia en estado puro comparable al niño gordito con gafas sabelotodo que todos hemos tenido en clase, pero a lo mono. El crack de los simios, futuro líder de la manada, animal con pesquis y sentimientos, pura bomba peluda, vaya. Y está claro que con esta premisa ya la hemos liao parda.

"Es la última vez que te pongo Espartaco o Cadena perpetua antes de acostarte"

   La película va de subidón, no decae en ningún momento, ágil como un mono. Se puede dividir en dos partes, la vida de César bebito con Franco, época de crecimiento con los respectivos momentos de ternura simiesca, y la parte de César adulto con su encuentro y relación con los otros simios y la consiguiente revolución. Las escenas de las jaulas es totalmente un rollo carcelario que ríete tu de Celda 211 o fugas de alcatraces varias: jaulas con sus chorros de agua a presión, su comida viscosa, su matón de patio, su preso veterano y su vigilante odioso insultando a los animales/prisioneros. Tan sólo les falta a los monos un tatuaje de “Amor de simia” en el brazo que no dudo en ningún momento que lleven debajo de la pelambrera.

   Los simios siguen los tópicos humanoides: César tiene cara de bueno, el simio malo tiene cara de muy malo, y el orangután de circo tiene cara de cachondo, la verdad. Pero estos arquetipos, aunque manidos, no son cansinos sino todo lo contrario; además en esta vida traidora cada uno tiene cara de lo que es, se sea mono, hombre o engendro. Añadir que la técnica digital ayuda a la película y a los matices de los monos, no hay duda, pero en ningún momento es exagerada ni demasiado plasticosa.

   James Franco está correcto, Freida Pinto está muy mona (ciertamente lógico tratándose de esta película), pero aquí todo el mérito actoril recae en el simio César. Andy Serkis se merece una estrella de la fama, si no en Hollywood, como mínimo en un Museo de cera o en el Túnel de los horrores del parque de atracciones, por sus papeles tan desagradecidos para un actor pero no por eso menos meritorios. Vestido de una especie de hombre rana en los rodajes para después pixelarse y convertirse en Gollum, King Kong o nuestro presente César, este actor se merece que le den un Oscar o un plátano, ¡pero que le den algo por el amor de Dios! Andy, el día que adopte a un mono le pondré tu nombre a modo de pequeño homenaje.

"Si me dan el Oscar se lo dedicaré con gran cariño a la mona Chita"

   El origen del planeta de los simios no pasará a la historia pero tampoco pasará a la basura, ni mucho menos, pues es una película muy bien llevada e incluso en cierta medida, inteligente. Las escenas finales en un puente de San Francisco plagado de niebla y simios con César ordenando la estrategia a su tropa, no tienen desperdicio. La teoría del por qué de los simios en el planeta de los simios es muy coherente con la lógica interna desarrollada. Y mención especial merece la manera de expresarse del simio César, con signos al principio y con alguna palabra al final. No diré cual es su primera palabra pero es muy significativa y avanzo que no es ni “mama” ni “papa” ni “guau guau”.

   Como ya he dicho al principio de la crítica, me he comido mis palabras con piel y todo, pero la verdad es que estaban buenas. Desde Venusville recomendamos esta película y les deseamos buen visionado y, a los que tenían tantos prejuicios como servidora, buen provecho./>

INFORME VENUSVILLE
		Sentencia Quaid: Copas de yate
		Recomendada por Kuato a: Chita. Cuando vea la peli sabrá que con un chute de ALZ-112 tendrá capacidad para obligar a Tarzanito a hacer macramé con las lianas mientras ordena a Jane sacar el polvo de los árboles, que me los tiene muy sucios.
		No recomendada por Kuato a: los cuidadores del zoo. Ojito con los monitos que un día de estos os sueltan cuatro de frescas, os ganan al ajedrez u os retuerzen el pescuezo, a escoger.
		Ego-Tour de luxe por: cuando el simio César aparece montando a caballo por el puente de San Francisco. Al galope. Mezcla acojonante entre Clint Eastwood y Che Guevara si éste hubiera encabezado la revolución a caballo. Y al galope.
		Atmósfera turbínea por: César es un pelín demasiado bueno. Será por eso de la demagogia “mono bueno hombre tonto”. Este simio está dolido por su pasado y ahora es el líder de la revolución de la especies, pero de ahí a que se convierta en un Gandhi peludo hay un trecho.

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