<Hace unas fechas relatamos la separación de Demi Moore de su compañero sentimental Ashton Kutcher e hicimos referencia a la imagen desmejorada que presentó la actriz en sus últimas apariciones antes de hacerse pública dicha separación.
Pues bien, ahora los medios se han hecho eco de que el 23 de enero Demi fue ingresada en un hospital por abuso de substancias. Aunque el representante de la actriz lo haya desmentido aduciendo sólo cansancio por las tensiones que ha padecido a raíz de su divorcio, eso no se lo traga nadie.
Lo que si debe haberse tragado Demi es todo tipo de pócimas que la liberen de una realidad que no le gusta nada. Aún cuando seguro que su separación no le ha sentado nada bien, es bien conocido que las adicciones no ayudan sino que lo empeoran todo.
Más allá de una ruptura sentimental, lo que subyace en Demi, como también en muchas otras personas más allá del mundo de la farándula, es no asimilar el paso del tiempo. Precisamente su relación con alguien más joven le daba la sensación de ahuyentar el envejecimiento del cuerpo y la mente. Y al fallar esa pata, su estabilidad ficticia se ha tambaleado. De todas formas, el hecho de que haya aceptado ingresar para su tratamiento es una muy buena señal.
Reconociendo que estos trances son difíciles de superar y que no por ser una estrella de Holywood forrada de pasta resulta más fácil, desde el inframundo venusvillero le mandamos a Demi todos nuestros ánimos para que se recupere pronto y su arrolladora presencia vuelva a inundar las pantallas de todo el mundo. La hemos querido de tía macizorra y la querremos de abuelita refunfuñona./>
Demi Moore, nuestra abuelita preferida
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