<Llevaba dos años apartado del cine desde que se le diagnosticó la enfermedad de Parkinson cuando la muerte le ha sobrecogido por sorpresa a causa de una neumonía. Bob Hoskins deja a los 71 años una de las carreras más sólidas de la industria gracias a unas interpretaciones tanto dramáticas como cómicas, brindadas por un físico que para nada encajaban en los cánones estándares de Hollywood.
Bajito, rechoncho, feote y con cara de bestiajo (siempre dijo sentirse identificado con Danny DeVito), se dio a conocer en su Inglaterra natal como el gangster londinense que cree tener el mundo del hampa en sus manos en El largo Viernes Santo, y ya coqueteó con Hollywood en títulos como Lasseter, Cotton Club y Brazil, pero la consagración definitiva le vino por interpretar al chófer enamorado de una puta negra en Mona Lisa, lo que provocó que se estableciera de manera definitiva en Hollywood profesionalmente, pero no personalmente. Porque Hoskins nunca ejerció de estrella, siempre vivió en su casa del norte de Londres, siempre se negó a abandonar el acento cockney que delataba sus orígenes de clase obrera, y siempre tomó parte activa en la política inglesa como militante de izquierdas (Tony Blair dijo en una ocasión que había sido más pernicioso para el Reino Unido que la propia Margaret Thatcher).
En Venusville siempre le recordaremos como Mario Bros. (lo peor de toda su carrera, declaró), el Sr. Smee al lado de Dustin Hoffman en Hook y, cómo no, Eddie Valiant en ¿Quién engañó a Roger Rabbit?, capaz de besar a Roger Rabbit y de embobarse con las curvas de Jessica Rabbit con la misma facilidad con la que disminuyó su estatura hasta el medio metro, para convertirse en Muir, el enano ciego de Blancanieves y la leyenda del cazador, su última interpretación. Drama, comedia, aventuras y cine venusvillero, Bob Hopkins cultivó todos los géneros, y todos con gran éxito. Descanse en paz a quien Roger Rabbit nunca fue capaz de engañar./>

Nadie engañó a Bob Hoskins








