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AVATAR crítica: La insoportable genialidad de ese ser

   

James Cameron, la insoportable

genialidad de ese ser

Trece años es lo que nos ha tenido James Cameron a dos velas, ¡trece! Avatar 2, lista a este paso para el 2023

 

   Dr. BISHOP  

   <Ya lo dijo el menda:“I’m the (fucking) king of the world!” (pronúnciese como si escupieras una gran verdad a tus compañeros de profesión, todos ellos unos memos vendidos y unos cobardes por no rendirte pleitesía). Pues eso, Cameron debe demostrarnos en cada peli que es él el que la tiene más gorda, gastándose morteradas indecentes de dinero para reinventar el celuloide, la forma en que debemos entender el cine y de rebote la vida y tal.

   La cinematografía forense identifica fácilmente cada película de Cameron por su triunfante enfoque “think bigger”. Jimmy I el Grande nos multiplicó un alien a la enésima potencia en Aliens, rompió la cintura del género sci-fi en Terminator e instauró los efectos especiales digitales entre Abyss como campo de pruebas y Terminator 2 ya como campo de batalla (y como inconfeso pajote supremo de nuestra adolescencia). Hasta una película relativamente menor como Mentiras arriesgadas debía ser diseñada y presentada como la comedia de acción definitiva (y posiblemente con razón, maldita sea), y luego Titanic como Lo que el viento se llevó de fin de siglo, un romance a lo kolossal por la cantidad de ahogados, de CGI por fotograma y de golosos kilos de más de la Winslet.

 

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Abe Sapiens, el nuevo modelo de avatar de la Dra. Augustine

 

   Cada estreno de Cameron promete básicamente un dogma, no de fe, sino de ciencia futurista y tecnologías casi arcanas que logran visualizar lo imposible. Ahora le da por aclapararnos con la primera gran nueva space opera desde los tiempos de Star Wars (que ya tocaba, hostia), amplificada al glorioso y verdadero 3D (toda una vida esperándolo… y es Cameron quien nos lo baja del cielo), y rodada con cámaras de alta definición hipertecnificadas (por increíble que nos parezca, la fantasía que vemos es jodidamente real… ¿Verdad James?). Genio o cretino, visionario o tirano, artista de la pista o megapijo, Cameron consigue su objetivo nos resistamos o no: un smiley de ovación y nuestro dinero en su bolsillo.

   Sin llegar a la obscena parafilia de Michael Bay, sospechamos que Cameron también debe copular a ritmo de paso marcial. Ejemplos varios: el escuadrón de marines del futuro (elijan Aliens o Avatar, con sus correspondientes reclutas latinas como fetiches sexuales de la tropa), el Harrier pilotado por Schwarzie volatilizando a esos putos terroristas árabes en Mentiras arriesgadas, la Sarah Connor guerrillera de T2 (la actriz, ex de Cameron acabó bollera de tanta estética paramilitar) o el prototípico soldado tocapelotas (Abyss).

 

  "James Cameron debe demostrarnos en cada peli que es él el que la tiene más gorda gastándose morteradas indecentes de dinero para reinventar el celuloide"  

 

   A ojos del realizador, los soldados aplican a la mínima su “inteligencia militar” para destruir al presunto enemigo, y en Avatar son degradados prácticamente a mercenarios white trash a renta de una compañía siniestra (seguramente llamada “Mondadientes Inc.”, porque desforestan cuatro Amazonas sin encontrar ni una china del pretendido mineral buscado). Incluso tanto grito de “más madera que es la guerra” nos hace mirar con recelo nuestro tembloroso armario de Ikea, pues podría pertenecer al mismísimo Árbol Madre troceado por maquinaria sueca… Resumiendo, la humanidad (“esa cosita”, como dijo Dios) puede ser una mala puta, pero cuando se viste de soldadito ya es para cagarse patas abajo.

   En contraste al ejército, la comunidad alienígena parece vivir siempre “a las buenas de Dios” de lo geniales que son. Tanto los extraterrestres de Abyss como los de Avatar fueron al mismo cole progre biodegradable que los de Cocoon o E.T., all together now mamando filosofía new age, plantando tomateras a mayor gloria del ecologismo interplanetario y coreando al unísono Imagine all the people. Todo como muy multiétnico, muy world music a lo Peter Gabriel y eso. Incluso los alumnos revoltosos de la clase, los Aliens, querían sinceramente seguir estas consignas de paz y amor, rotas cuando una entrometida colonia de terrícolas invadió su planeta y les jodió esa armonía natural tan del buen salvaje.

  

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"El que la tiene más gorda no sé, pero al que le vale más pasta, seguro" 

 

   En Avatar, Cameron revienta en nuestras caras ese grano de pus retenido tantísimos años, su teoría recurrente del hombre malvado destructor del planeta y de su espíritu Gaia (si me apuran, hasta Titanic se podría ver como el triunfo de la naturaleza sobre la arrogancia humana). En contraste pues a la corrupción imperialista del hombre, los alienígenas son altos, esbeltos y apuestos, en paz con la naturaleza y hasta conectados a ella por vía capilar, que no rectal. Coño, si hasta piden perdón y le oran al animal cazado… Qué gente más fenomenal y más acorde con la biosfera, oigan. Cameron se queda a gustísimo con su mensaje de paz en la Tierra y con la Tierra, y nosotros también con su imaginario de bicharracos hiperrealistas y su evocación de fantasías comiqueras varias (Segrelles, Corben, etc.). Para aquéllos que nos pitorreamos de las campañas ecologistas del ayuntamiento, este nuevo ecologismo de evasión hasta podría conseguir que reciclemos la basura. Otro punto para James, ese bendito bastardo./>

 

 
INFORME VENUSVILLE
     
 
Sentencia Quaid:
Copas de yate
     
     
 

Recomendada por Kuato a: los que vayan con su novia, con sus hijos o hasta con su abuela la Paquita, que todos quedarán igual de monísimos con las gafas 3D.

     
  No recomendada por Kuato a: aquellos críticos que desprecian el tipo de cine de Cameron, y aplauden luego a cineastas menores que van de snobs pero le saquean sus inventos tecnológicos.
     
  Ego-Tour de luxe por: ese sueño húmedo llamado Neytiri, nuevo icono del fantastique… y nuevo fondo de escritorio personal en el trabajo, a pesar de las infundadas acusaciones de zoofilia y demencia por parte de dos intolerantes compañeras de trabajo.
     
  Atmósfera turbínea por: la misma banda sonora de siempre de James “cansino eres” Horner, y un guión harto predecible, aunque de un blockbuster carísimo para todos los públicos no se pueden esperar grandes experimentos con gaseosa más allá de lo visual.

 

 

   

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