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SITGES 2012 crónica día 10: Hombres salvajes, bestias salvajes

   

Hombres salvajes, bestias salvajes

10º y último día de festival: Looper; Outrage
Beyond; Beasts of the Southern Wild; The Bay

Por Chema Pamundi

 

<Último día de un Sitges 2012 que se me ha pasado volando. Para acabar estas crónicas déjenme dar un apunte más, una pincelada final sobre las muchas cosas curiosas que le ocurren a uno cubriendo el certamen. Salgo de la última sesión de la última película, enfilando ya hacia la estación de tren de vuelta a Barcelona, cinco y pico de la madrugada, y me encuentro a Victor Parkas, uno de los recientes fichajes del Diario de Venusville, gran entendido en cine -pese a que no le guste 500 (días juntos), lo cual es un lunar grave en su expediente- y extraordinario ser humano. El tío lleva encima una melopea de las que darían para que Dylan Thomas compusiera un poema épico. Me abraza y tal (la típica exaltación de la amistad de los borrachos). Va con un amigo aún más cocido que él, miembro del jurado joven del festival. Cuando Parkas le informa de que me gustó Compliance, el amigo me llama de todo. Le contesto que no tiene ni puta idea de cine, y me suelta “Ojo conmigo, que soy de Santa Coloma”. “Bueno, pues en Santa Coloma no tenéis ni puta idea de cine”, le digo yo. Amenaza con pegarme. Parkas lo contiene. Al final nos reímos los tres.

   Este ha sido el primer año de Víctor Parkas como acreditado en Sitges (iba por el Low Cost Festival, tengo entendido), y ha vivido lo que podríamos denominar “el otro festival”, el de las juergas flamencas una noche sí y otra también, el de compartir chupitos con la flor y nata de los invitados del certamen (desde Elijah Wood hasta Eli Roth), el de presentarse cada día como muy pronto a la sesión de las doce del mediodía, resacoso… Cada vez que nos encontrábamos me repetía la misma frase, como si aquello fuera una escena de Atrapado en el tiempo: se agarraba la acreditación con la energía de un árbitro de fútbol sacando una tarjeta roja, y decía, sonriente, “Chema, ¿sabes que con esto te dejan entrar gratis en Pachá?”. Me encanta este tío.

   Vamos pues con la última crónica de películas, que siempre asumo a medio camino entre la sensación de alivio porque esto se acaba y la morriña (justamente porque esto se acaba). En un artículo anexo podréis leer mis conclusiones y mini-análisis sobre lo que ha sido el palmarés de Sitges 2012:

 

 

Looper (Rian Johnson. E.U.A., 2012)

> LOOPER web del festival

   Los primeros 45 minutos de Looper son, a nivel de guión, lo mejor que ha pasado por Sitges 2012. Los últimos 45 son una competente película de acción con ecos evidentes de Akira y Mercury Rising, que por desgracia desaprovecha buena parte de las enormes posibilidades argumentales antes desplegadas. El problema de Looper, no obstante, está en su media hora central. Hasta ese momento Rian Johnson nos ha planteado una distopía fantacientífica de ejecución impecable. Sin embargo, cuando ya nos tiene enganchados echa inexplicablemente el freno, traslada la acción a una granja en el campo y la película sencillamente se estanca. El bajón de Looper es fácil de detectar para cualquier espectador, porque coincide con la entrada en escena del personaje de Emily Blunt (aunque ella poca culpa tiene).

   El planteamiento de Looper es tan simple como lúcido, aunque no resulte precisamente sencillo de explicar en pocas palabras (ya he leído al menos un par de reseñas en las que se contaba mal, incluyendo la mía propia en el artículo de la previa del festival): más o menos en el año 2074 se crea la máquina del tiempo, pero el invento se considera tan peligroso que se prohíbe de inmediato. Sin embargo, una gran organización criminal internacional lo sigue utilizando para eliminar a sus enemigos sin dejar rastro. Cuando quieren librarse de alguien, simplemente lo mandan 30 años al pasado, a un lugar y momento exactos donde hay un asesino a sueldo esperando. Tal como la víctima aparece, se le descerraja un tiro y listos. Limpio y fácil. A estos asesinos se les llama "loopers". Ahora bien, ¿qué ocurre cuando eres un looper, y la persona que te envían para que liquides eres tú mismo 30 años más viejo? Esa es la situación con la que tendrá que lidiar el protagonista de la película (interpretado en sus versiones de joven y viejuno por Joseph Gordon-Levitt y Bruce Willis, respectivamente).

 

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"No te emociones que en The Kid y 12 monos ya me encontré con mi yo del pasado"

 

   El desarrollo argumental de Looper es casi redondo de principio a fin. Por desgracia, la clave está en el "casi". Lo afean una casualidad argumental demasiado rebuscada, una trama amorosa innecesaria (peajes que debe pagar cualquier película de Hollywood), y algún que otro tiroteo previsible. Por el contrario, Johnson siempre mantiene bajo control todo el asunto de las paradojas temporales, algo que el cine no ha logrado precisamente muchas veces. Y lo hace no esquivándolas o barriéndolas bajo la alfombra, sino lanzándose de cabeza a la piscina. En este aspecto, Looper es una película inteligente.

   Looper tiene un buen puñado de momentos grandes, en especial una escena en la que Rian Johnson consigue explicar en apenas 4 minutos los 30 años de vida que separan al Joe del 2044 y el del 2074. Eso es cine magistral, que sabe contar muchas cosas en poco tiempo de manera clara y atractiva, emocionando y generando apego por el personaje. Los dos actores que interpretan a Joe funcionan, bastante mejor Joseph Gordon-Levitt (pese a un forzado maquillaje que en mi opinión distrae) que un Bruce Willis que parece algo distante a ratos (pero que cuando ha trincado la metralleta y ha arrasado una habitación llena de enemigos se ha llevado la ovación del día).

   Looper es sin duda un clásico instantáneo, que se disfrutará y del que se hablará durante bastante tiempo. Es una pena que vaya a acabar figurando más cerca de las cintas de ciencia-ficción que "casi lo consiguen" (me acuerdo ahora de Código Fuente), que de las verdaderas obras maestras que agrandan el género (Origen). Apuntaba a película del festival, pero se queda un par de palmos corta.

 

 
Sentencia Quaid:
Copas de yate

 

 

Outrage Beyond (Takeshi Kitano. Japón, 2012)

> OUTRAGE BEYOND web del festival

   A nivel argumental no recuerdo muchas cosas de Outrage, película sobre guerras intestinas entre familias yakuzas que vi en Sitges 2010. Recuerdo que me gustó su contundencia y su falta de discurso ético: era una historia sobre malas personas, y punto. Al final daba lo mismo quién ganase, porque todos eran igual de hijos de puta (aunque ya puestos, claro, el espectador se ponía de lado del personaje interpretado por Beat Takeshi). Outrage era un filme admirable, pero que difícilmente enamoraba a nadie.

   Ahora Takeshi Kitano retoma aquella trama en el punto mismo en que la dejó, con Outrage Beyond, una secuela ligeramente inferior al original en todos los aspectos. Básicamente porque no dice nada que no quedase ya perfectamente apuntalado en la primera parte, y porque con ella la saga pierde cualquier atisbo de sentido trágico: Kitano ha querido remarcar tanto la falta de escrúpulos de todos los personajes, que le ha quedado una película gélida como un témpano. Outrage Beyond genera distancia y desapego. Aburre.

 

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"En la 3 los mataremos a todos obligándoles a participar en `Humor amarillo`"

 

   La primera hora de metraje es una ordalía para cualquier espectador que no sea de salida un fan irredento de Outrage. Se reduce a una sucesión de reuniones, reuniones y más reuniones entre jefes yakuza, en las que deciden con quién hay que aliarse y a quién hay que matar, largando una serie de nombres japoneses que acaban sonando a chino. Todo son diálogos expositivos, áridos como un pastel de corcho. Da la sensación de que uno necesitaría un Power Point de ayuda para no perderse en la maraña de traiciones y pactos que se van sucediendo. Y aparte, es que los japoneses gritan mucho al hablar. Gritan todo el rato.

   La segunda hora mejora un tanto, principalmente porque aparece Beat Takeshi en pantalla dando matarile a todo el mundo. Takeshi, con su cara de palo, su tic nervioso y sus ojillos de ratón, es un icono del cine de yakuzas como puedan serlo DeNiro o Pacino en el cine occidental de gángsters. Aún así, lo único que ocurre en Outrage Beyond a raíz de la entrada en escena de Takeshi es que la sucesión de reuniones se convierte en una sucesión de ejecuciones. Takeshi liquida a un tipo con un taladro, y a otro con una máquina lanzadora de bolas de baseball. Los integrantes de la banda rival son como cerdos de matadero, que van dejándose exterminar por los secuaces de Takeshi casi sin defenderse, sin devolver los golpes, sin planear nada para detener la masacre. La cosa sigue así durante lo que parecen ser mil horas (creo que en ninguna sesión de este festival había mirado el reloj tantas veces para ver cuánto quedaba de película), hasta un final ciertamente catártico y con mala uva. Pero a esas alturas lo único que yo quería era que salieran de una puñetera vez los créditos finales para poder ir a mear.

 

 
Sentencia Quaid:
Dos Caras Harvey

 

 

Beasts of the Southern Wild (Behn Zeitlin. E.U.A., 2012)

> BEASTS OF THE SOUTHERN WILD web del festival

   Hay quien se queja de que la sesión especial del último día de festival sea una película que solo toca el fantástico de canto, en vez de por ejemplo un Silent Hill: Revelation 3D (que pese a los rumores, al final no ha aparecido por Sitges ni en las sesiones sorpresa). Mira tú, mientras lo que pongan sea tan bueno como The Artist el año pasado, o como Beasts of the Southern Wild hoy, a mí personalmente me da igual el género al que se adscriba.

   Beasts of the Southern Wild ha ido apilando premios en todos los festivales en los que ha concursado, desde Sundance hasta Cannes, y bien merecido que se lo tiene. Es probablemente la mejor película para adultos del 2012 (o al menos yo no he visto otra mejor), lo cual tiene aún más mérito por cuanto todo su peso dramático recae sobre los hombros de una actriz debutante de seis años, Quvenzhané Wallis. Al parecer la niña fue elegida entre más de tres mil candidatas. Pues acertaron de pleno, porque desde luego cuesta recordar en el cine reciente una interpretación más magnética y veraz que la suya.

   Hushpuppy es una cría con una voluntad de hierro y bastante mal genio que vive junto a su padre Wink (Dwight Henry, otro actor no profesional que se casca un papelón espectacular), en una precaria barraca en lo profundo de una zona pantanosa llamada “la Bañera”. Se supone que estamos en Louisiana, pero la película nunca lo dice abiertamente y de hecho juega a crear un entorno indeterminado, con cierto halo de realismo mágico. El día a día de los dos protagonistas es bastante escalofriante: viven casi en la miseria, tienen que pescar para comer, y su único medio de transporte es una barcaza hecha con la parte trasera de una camioneta y algunos bidones vacíos atados alrededor. Es todo bastante post-apocalíptico (de hecho viendo Beasts of the Southern Wild me he acordado de La carretera), pese a lo cual Hushpuppy está convencida de vivir en el lugar más bonito del mundo, de formar parte de una comunidad que ha logrado la armonía total con su salvaje entorno. En cierto modo, así es.

 

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"Lo que yo te diga, la ropa interior se pone con lo amarillo por delante y lo marrón por detrás"

 

   Rodar una película a través de los ojos de un niño nunca es fácil sin caer en la ñoñería y los tópicos más tramposos. Sin embargo, Beasts of the Southern Wild sale airosa con creces, y lo hace por una vía sorprendentemente hábil: todos los habitantes de La Bañera son un poco niños. Comparten la creencia en los mismos mitos (entre otros, que con el deshielo de los casquetes polares los uros volverán a la vida y pastarán libres por la tierra), mantienen una relación íntima y benigna con la naturaleza, y se relacionan entre ellos de igual a igual. Hushpuppy y Wink no juegan y discuten como padre e hija, sino como si fueran los dos mejores amigos del mundo.

   Beasts of the Southern Wild es un prodigio visual y narrativo, una respuesta vitalista y contundente al mensaje retrógrado de chorradas como El hombre de las sombras. Está rodada con un presupuesto de risa, por un director desconocido y con actores aficionados. Quizás por eso se mira sin ideas preconcebidas y logra transmitir unos niveles de intensidad y autenticidad que duelen. Ver la pesadilla en la que vive Hushpuppy, y la fortaleza con que la afronta, le hace a uno casi sentir vergüenza de sus propios problemas. Al final de la proyección, todo quisque llorando en la sala. Pero llorando de buen rollo. Cuando pasan estas cosas te das cuenta de que el cine es un medio de expresión acojonante.

 

 
Sentencia Quaid:
Venus Hall of Fame

 

 

The Bay (Barry Levinson. E.U.A., 2012)

> THE BAY web del festival

   Por si las 40 películas que me meto en el cuerpo en diez días no fueran suficientes, procuro acabar cada festival de Sitges con una maratón. Las maratones, ya lo he comentado alguna vez, son un espectáculo en sí mismas, pues atraen a un tipo de público más festivo y ruidoso que el de los pases de diario. Para captar en toda su dimensión el ambiente del festival, hay que pasar al menos por una maratón.

   De entre la amplia oferta que había este año (entre pitos y flautas, unas 20 maratones distintas a lo largo de todo el certamen), elijo la de hoy noche en el Auditori, que incluye la premiere mundial de Paranormal Activity 4 (no es una saga que me guste, pero tampoco puedo ignorarla), End of Watch (una policiaca con Jake Gyllenhaal que ha sido un exitazo de crítica y público en USA), y The Bay, que yo tenía muchas ganas de ver y que es la única de las tres que merecerá comentario en esta crónica. ¿Por qué? Pues porque sobre Paranormal Activity 4 no hay nada que decir, aparte de que repite con pocas variaciones el mismo esquema que se ha visto en las anteriores tres entregas (si son fans de la serie no se la pierdan, aunque a mí personalmente me pareció una tomadura de pelo). Respecto a End of Watch, no entiendo los elogios que ha cosechado en Estados Unidos: es una peli mojigata, pretenciosa, sobreactuada, tópica, tramposa, melodramática y mal filmada. Una mezcla entre Cops y Los hombres de Paco. Así pues no voy a perder tiempo con ninguna de las dos. Quien quiera verlas, allá él. Yo a lo mío, The Bay:

 

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"Siendo una footage Movie es raro que no hayan titulado esta peli `The Bay Witch Project`"

 

   En 2009, un pequeño y jovial pueblo costero de Maryland es virtualmente exterminado por una mortífera plaga que se inicia debido a la negligencia humana: una granja de pollos de la zona atiborra de mierda rica en esteroides las aguas que bañan la bahía, la gente se bebe el agua contaminada y… ¡Bingo! A diferencia de la mayoría de títulos del subgénero found footage, The Bay no se limita a mostrarnos todo el rato la filmación realizada por una misma persona (o grupo de personas) con su cámara al hombro, sino que se presenta como un falso documental perfectamente montado y editado, a base de grabaciones en todos los soportes audiovisuales que podrían arrojar luz sobre lo que cuenta la película: videos de aficionados, equipos de TV, webcams, cámaras de seguridad de hospitales, conversaciones por Skype, fragmentos de noticiarios, cámaras instaladas en coches de policía, y lo que te imagines. El formato documental ayuda a sumergirte en la acción y mantener la suspensión de la incredulidad, pues justifica la adopción de una narrativa cinematográfica estándar, con ángulos de cámara diversos, música de fondo y demás elementos que de otro modo rechinarían, pero que aquí ayudan a contar la historia y aumentan el nivel de tensión. También ayuda el hecho de que la amenaza no sean zombis, monstruos ni fantasmones, sino una catástrofe ecológica provocada por la mano del hombre. Algo que, aunque improbable, podría llegar a pasar (o incluso podría haber pasado ya).

   La propuesta de The Bay es astuta y efectiva, no exenta de momentos genuinamente repugnantes y enfermizos, pero sobre todo centrada en dejar patente la estupidez e irresponsabilidad del comportamiento humano. Eso es lo que la hace tan escalofriante como un documental auténtico. Es cine de terror adulto que no fuerza la nota ni cae en trucos (o al menos no en demasiados). El veterano Barry Levinson, curtido en películas de impecable corte clásico (El secreto de la pirámide, Good Morning Vietnam, Rain Man…) ha decidido bajar al barro y enseñarles a las jóvenes generaciones de directores cómo se hace una película de “metraje encontrado” con cara y ojos. Bravo./>

 

 
Sentencia Quaid:
Copas de yate

 

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