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SITGES 2012 crónica día 5: El amor todo lo puede

   

El amor todo lo puede

5º día: Sightseers; The Lords of Salem;
Safety not Guaranteed; Robo-G; Headshot

Por Chema Pamundi

 

<Ecuador del festival. Hoy he visto cinco películas en batería. Y podrían haber llegado a ser seis si no me hubiera fallado la logística en un momento dado: he renunciado a ver en el Auditori la producción catalana Animals, que pintaba atroz (quienes sí la han visto me han confirmado que es un truño como un puño), pero no me ha dado tiempo de ver nada en la sala de proyecciones (he llegado a las siete de la tarde, y cierra a las ocho). Así pues, como era temprano y no tenía nada que hacer, he aprovechado para darme un garbeo por el Brigadoon, que es algo que no había tenido ocasión de hacer durante los dos últimos años de festival. Estaba igual que lo recordaba. Igual de mal, me refiero.

   El Brigadoon, para quien no lo sepa, es un espacio de entrada gratuita en el que se programan cortometrajes, pelis de serie Z y clásicos del año de la conga, además de celebrarse de vez en cuando alguna que otra performance de esas que producen una intensa vergüenza ajena (gente disfrazada y que no sabe bailar, bailando). Cada año intenta armar una programación atractiva y coherente (incluso algún que otro ciclo), pero la verdad es que, con la creciente oferta de los cines Auditori, Retiro y Prado, más las clases magistrales de la sala Tramuntana, el Brigadoon ha ido quedando poco a poco reducido a mero refugio de aquellos que no tienen entradas para ir a ver ninguna otra cosa a esa misma hora.

 

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Ya lo ven, como si repiten la programación de hace dos años...

 

   A la mayoría de espectadores que ves sentados en sus butacas se la rasca si están proyectando Two-Headed Shark Attack, Santo contra el Dr. Muerte, o un documental sobre Ray Harryhausen, y a mí me parece una pena que todo ese material no llegue a su público natural, porque recuerdo que antes de venir a Sitges con acreditación yo mismo he pasado muy buenos ratos en el Brigadoon. Allí vi por vez primera películas como Manhunter, I Zombie, o la aberrante versión hindú de Superman. No sé si es una cuestión de mala comunicación (o de ninguna comunicación, para ser más exactos), pero la verdad es que cada vez le veo una función menos clara al invento. Quede expuesta mi queja.

   Y ahora, a por las películas:

 

 

Sightseers (Ben Wheatley. Reino Unido, 2012)

> SIGHTSEERS web del festival

   Me gusta el cine de Ben Wheatley. Me gusta mucho. Me parece una de las voces más frescas y personales del nuevo fantástico británico. En Sitges 2011 ya me lo pasé bomba con la extraña Kill List, y un año después he vuelto a gozarla con Sightseers, negrísima comedia romántica en la que vuelve a mezclar un costumbrismo digno de Mike Leigh o Ken Loach con la irrupción de lo raro, lo paranoico, lo aberrante. Aunque más que de “irrupción” habría que hablar de “integración”, porque uno de los rasgos identitarios tanto de Kill List como de Sightseers es justamente que el elemento fantástico o anormal fluye con la narración de una manera elegante y espontánea.

   Tomemos por ejemplo a Chris y Tina, la pareja protagonistas de Sightseers. Ella es una mujer de treinta y pico años, que tras pasar toda la vida dominada por su pasiva-agresiva madre decide irse a hacer un viaje en caravana por la campiña inglesa con su nuevo novio (yendo a visitar lugares tan psicotrónicos como el Museo del lápiz). Chris parece un tío realmente majo, comprensivo y afectuoso. Sin embargo, a lo largo del viaje empezará a liquidar a cualquiera que le moleste y/o amenace con fastidiar a la pareja sus vacaciones perfectas. Lo fuerte del caso es que Tina, lejos de salir corriendo al ver este comportamiento, se unirá a la fiesta. Probablemente es lo más intenso que ha vivido en su vida. Son tal para cual, como una versión cateta de los Mickey y Mallory de Asesinos natos.

 

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"Que vayan preparándose Carmen Machi y Javier Cámara para el remake español"

 

   El mejor cumplido que se le puede hacer a Sightseers es destacar la genuina simpatía que despierta su dúo protagonista (en el pase de prensa, cada uno de sus asesinatos era recibido con aplausos y vítores). Al igual que Kill List era ante todo un drama familiar (pese a que sus protagonistas eran asesinos a sueldo, y pese a su sorprendente giro final), Ben Wheatley no pierde nunca de vista que Sightseers es principalmente una historia de amor entre dos personas que tienen muy poco que perder. A partir de ahí, el director hace funcionar todo lo demás, beneficiándose de unas interpretaciones ejemplares, unos diálogos afilados y media docena de gags visuales sencillos pero infalibles.

 

 
Sentencia Quaid:
Copas de yate

 

 

The Lords of Salem (Rob Zombie. E.U.A., 2012)

> THE LORDS OF SALEM web del festival

   Empezaba a preocuparme que casi todo lo que estaba viendo en esta edición del festival me estuviese gustando. De las casi veinte películas ya visionadas, hasta el momento ninguna me había parecido una completa cochambre, y eso me hacía plantearme si no estaría perdiendo el criterio. Por suerte, ha llegado Rob Zombie a solucionarme la papeleta. Porque The Lords of Salem es una castaña como un tren de mercancías. Ojo, se proyectarán películas peores de aquí al domingo, eso seguro. Pero en unos años, cuando la gente rememore Sitges 2012, la frase que dominará las conversaciones será alguna variante de “¿Te acuerdas de The Lords of Salem? Menuda mierda, ¿eh?”

  La película se inicia con un prólogo en el que unas brujas son quemadas en la hoguera en la época de los juicios de Salem (se supone que es una escena que debe captar nuestra atención, generar inquietud y sumergirnos en la trama, pero resulta más sosa que una de esas reconstrucciones que aparecen en los documentales del Canal de Historia). De ahí pasamos al presente, en el que Heidi (Sheri Moon Zombie), una DJ de un programa de radio musical, recibe una extraña caja con un disco de un grupo que se hace llamar “The Lords”. A medida que vaya oyendo la grabación, Heidi irá cayendo en una especie de esquizofrenia autodestructiva, lo cual solo será el primer paso de un maquiavélico plan para que las antigua brujas de Salem recuperen su poder maligno.

 

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"Ya os decía yo que la bruja de Les tres bessones asusta más que nosotras"

 

   The Lords of Salem intenta ser una clásica pieza de horror sectario (en plan La semilla del diablo o la versión sesentera de The Wicker Man), y falla miserablemente en el empeño. Entre otras cosas porque no consigue generar la menor sensación de miedo o suspense (ni siquiera usando trucos de garrafón como subrayar cada presunto susto disparando el volumen de la banda sonora), porque carece de personajes interesantes, y porque su guión es tremendamente simplista y torpe, un divagar sin sentido hasta acabar desembocando en la ridícula escena final, un popurri entre la fiesta de máscaras de Eyes Wide Shut, un videoclip de White Zombie, y la representación escolar de un belén viviente. Aparte de eso la película reproduce varios aquelarres, pero todos consisten en planos cerrados de viejas en tetas recitando inacabables peroratas, y de vez en cuando el inserto de una cabra mirando a la pantalla. Se supone que todo esto tiene que dar miedo.

   Esas ínfulas de terror psicológico de altos vuelos son lo más desconcertante de The Lords of Salem, pues la película pedía a gritos un tono casual y desenfadado como el que el propio Zombie ya había aplicado en sus dos primeras obras, La casa de los 1000 cadáveres y Los renegados del diablo. Por desgracia, a partir de Halloween en adelante su cine parece haber quedado dominado por la pesadez, cierta pedantería de autor y una completa falta de sentido del humor. Solo hay que comparar esta The Lords of Salem con la estupenda House of the Devil, de Ty West (que vimos en Sitges hace un par de años). Aquello sí que era cine clásico de sectas demoniacas como Dios manda.

   Dije en el artículo de previa del festival que Rob Zombie tenía muchos escépticos a los que convencer con The Lords of Salem, que ésta era la película que iba a decantar la opinión general de los fans del género sobre su validez como director. Pues por el coro de silbidos que ha podido oírse en la sala nada más aparecer en pantalla los créditos finales, parece que el veredicto está claro. Al menos en mi caso, un fan menos.

 

 
Sentencia Quaid:
Condenada a alforfones

 

 

Safety not Guaranteed (Colin Trevorrow. E.U.A., 2012)

> SAFETY NOT GUARANTEED web del festival

   Voy a hacer una confesión de esas que pueden costarme el puesto en el Diario de Venusville: me encantan las pelis románticas indie. Y si tienen toque fantástico, mejor (no todas, claro, solo las buenas: me vienen a la cabeza ahora mismo Olvídate de mí y Otra Tierra). Por raro que parezca viniendo de alguien que solo hace un par de crónicas atrás destacaba las virtudes de una salvajada como Maniac, soy perfectamente capaz de emocionarme y disfrutar como un burro con un filme de algodón de azúcar como Safety not Guaranteed, que básicamente es la antítesis de esos hinchados blockbusters de ciencia-ficción con los que Hollywood nos castiga verano tras verano: una película con muy poco presupuesto pero mucha inteligencia.

   Dos chicos (Jeff y Arnau) y una chica (Darius), becarios en una revista de poca tirada en Seattle, son enviados a investigar un extraño anuncio por palabras publicado en prensa, y ver si detrás suyo se esconde una historia digna de ser publicada. El anunciante en cuestión (Kenneth) pide un voluntario para acompañarle en el viaje inaugural de la máquina del tiempo que ha inventado. El anuncio destaca que el voluntario en cuestión cobrará a la vuelta, que debe traerse sus propias armas, y que “no se puede garantizar su seguridad”. Tras algunos intentos infructuosos de establecer contacto con Kenneth, Darius acabará por ganarse su confianza, y Kenneth accederá a entrenarla y llevarla consigo en su viaje al pasado.

 

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"Mis credenciales son haber visto Regreso al futuro una docena de veces seguida"

 

   El elemento fantástico en Safety not Guaranteed es un mero catalizador para explicar una historia de enamoramiento entre personas que no encajan en ninguna parte, con un divertido factor de paranoia añadido (Kenneth no sabe si Darius es sincera al cien por cien o es una espía del gobierno enviada para joderle el invento; Darius no sabe si la máquina del tiempo realmente funciona o si Kenneth es un cantamañanas lunático). Safety not Guaranteed es dramedy de primer orden, con una trama que engancha, personajes a los que querer, diálogos ocurrentes y frescos, complejidad emocional, subtramas bien explotadas y una sensación de imprevisibilidad que te tiene al borde de la butaca hasta la última escena. Y encima sale Kristen Bell un ratito. Ideal, vamos.

 

 
Sentencia Quaid:
Copas de yate

 

 

Robo-G (Yaguchi Shinobu. Japón, 2012)

> ROBO-G web del festival

   Una pequeña compañía japonesa de electrodomésticos está tratando de desarrollar un robot con el que ampliar su catálogo de cachivaches. Por desgracia han encargado la tarea a sus tres trabajadores más idiotas, y a los diez minutos de película el prototipo ya está completamente destrozado (es el primer y mejor gag de Robo-G). Una importante feria de tecnología punta está a la vuelta de la esquina, y lo único que a los tres idiotas se les ocurre para salir del atolladero y no ser despedidos es contratar a un tipo que sea delgadito, disfrazarlo con la carcasa del robot y hacer con él la demostración ante el público y la prensa, como si fuera un robot auténtico. El escogido para el papel será un apocado anciano que no lleva nada bien la inactividad de su reciente retiro laboral. Lo que no pueden prever los tres idiotas es que la presentación del falso robot irá tan bien que se convertirá en un icono popular famoso en todo el país. Ahora no les queda más remedio que seguir con la farsa.

 

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"Pues dentro de C-3PO también había un tío y nadie se quejó"

 

   Pese a la chorrada de su premisa, los agujeros de guión que la pueblan, y lo previsible que resulta todo su desarrollo, Robo-G se salva porque, básicamente, es muy divertida. La mayoría de sus gags funcionan con una métrica perfecta (en buena parte gracias a la labor del actor Shinjiro Isarashi, que interpreta al anciano protagonista haciendo gala de una expresividad y un lenguaje corporal tremebundos), y en ese contexto todo lo demás es secundario: mientras te estás riendo no prestas atención a lo que no funciona. Es más, no me sale de las narices entrar en detalles sobre lo que no funciona en esta película. Cuando salgan del cine y empiecen a darle vueltas, ustedes mismos podrán deducirlo con facilidad. Yo les recomiendo que no lo hagan. Dejen a Robo-G estar tal como está, que así está la mar de bien.

 

 
Sentencia Quaid:
Copas de yate

 

 

Headshot (Pen-ek Ratanaruang. E.U.A., 2012)

> HEADSHOT web del festival

   En el corazón de Headshot hay una buena película de cine negro pugnando por salir a la superficie. El problema es que su director se ha gustado y ha decidido narrarla del modo más complicado posible, mediante una sucesión de flashbacks y flashforwards que despistarían al más sesudo experto del género, y no digamos ya a un zoquete como yo, que además tiene el cerebro a punto de entrar en ebullición tras haber visto ya otras cuatro películas ese día.

   Básicamente la cosa va sobre un policía ejemplar al que se dedican a joderle la vida tras haber rechazado un soborno para impedir que un político corrupto vaya a la cárcel. Mira que es fácil contado así, ¿no? Pues nada, desordenemos el guión hasta que no se entienda: ahora el prota es poli. Ahora un flashforward a cuando es sicario. Ahora un flashback a cuando es poli. ¿Por qué de repente lleva el pelo corto y gafas? Ah no, que esto pasa después, cuando sale de prisión. Flashforward a cuando se hace monje budista. Flashback a cuando le matan a la chica. Espera, no, no está muerta, es un truco. Flashforward otra vez a cuando es sicario (¿por qué ya no lleva gafas, si esto está ambientado después de que salga de la cárcel?).

 

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"He dicho que veo al revés, no doble"

 

   Flashback a cuando es policía. Oye, pues al final resulta que sí que le mataban a la chica. Mega-flashforward a cuando es monje. No, a ver un momento, que es que se ha hecho monje budista DOS VECES DISTINTAS en dos periodos diferentes de su vida. Y así todo el rato. Por si aún quedaba en la sala alguien capaz de seguir la trama, en cierto momento al protagonista le pegan un tiro en la cabeza y empieza a verlo todo boca abajo (yo no sé si esto es médicamente posible, pero sin duda es cinematográficamente confuso).

   Ya digo que seguro que la culpa es mía, no del guión, pero el ritmo moribundo de la película no ayuda precisamente, y tampoco lo hacen ciertos momentos inverosímiles, como un tiroteo en un bosque de noche (diluviando y sin ninguna fuente de luz a mano), o que las dos veces que el prota detiene un coche a punta de pistola para darse a la fuga, sea EL MISMO COCHE CON LA MISMA TIPA AL VOLANTE (y que nuestro héroe se quede tan pancho sin sospechar nada).

   Total, un despropósito. La fotografía es bonita, eso sí.

 

 
Sentencia Quaid:
Congelada en carbonita

 

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1 Respuesta

  1. Anónimo
    David Durden<br />Hombre, pues tal como lo cuentas Headshot parece un LOL de primera magnitud!

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