<Imaginen la escena: están ustedes en Londres, tomándose tranquilamente una copita en un local de striptease en el centro de la ciudad (por haber entrado por equivocación para tomarse un merecido descanso tras haber estado visitando durante todo el día el British Museum, no piensen mal), cuando de repente, sobre las dos de la madrugada, entran dos guiris borrachos y uno de ellos empieza a montarla fina.
Se saca la camisa luciendo su pecholobo, baila como un robot imitando las celebraciones del futbolista inglés Peter Crouch, y silba y grita como un poseso pendiente de exorcización improperios a las bailarinas saboteando sus actuaciones.
Total, que dos seguratas gorilones se le acercan y le piden que guarde la compostura, a lo que el guiri se niega rotundamente de la manera más violenta. Resultado: los gorilas maguilas lo sacan a hostia limpia y lo meten por la fuerza en su coche igualito como si estuvieran recreando una melé de rugby para la peli Invictus, y lo mantienen allí encerrado hasta que alguien se brinda a conducirle hasta el hotel donde se aloja.
Pues esto mismo es lo que le sucedió a Kiefer Sutherland el pasado finde. Esperemos que nuestro amado Jack Bauer no estuviera en Londres investigando ninguna amenaza terrorista con bomba nuclear incluida, porque si no la hemos jodido. ¡Eres grande, Jack!/>
Kiefer Sutherland, acompañado gentilmente a su coche
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