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Morfemas infecciosos Genial vuelta de tuerca al manido tema de los Por Ángel de Dios |
<Imagínense ustedes que la próxima enfermedad que asolase nuestro planeta no fuese fruto de experimentos científicos fallidos o de locos terroristas suicidas defensores de su verdad religiosa. Imaginen por un momento que la próxima oleada zombi que arrase con la humanidad viniese originada por un mal letal, imparable y contagioso hasta límites insospechados que se propagara, no por medio de un mordisco certero, sino a través de la palabra hablada.
Sí, sí, han leído ustedes bien. Párense a pensar por un instante tan solo que alguien (ya sea un grupo de lingüistas hastiados de escucharnos hablar mal continuamente o un Dios, o deidad que corresponda en caso de haberla, que pretenda volver a repetir el suceso acaecido hace ya algunos milenios a los pies de Babel) consiguiera infectar algunas de las palabras que decimos con mayor asiduidad con una especie de virus que viaje en ellas, haciendo que nos convierta en una suerte de zombies sin control en busca de personas a las que pasar la palabra que no podemos dejar de repetir insistentemente... Pues no imaginen más porque ese momento ha llegado. Ese instante de terror se llama Pontypool.
"¡La culpa es del zombie negro de La tierra de los muertos vivientes por aprender a hablar!"
El film, basado en la novela "Pontypool changes everything" de Tony Burgess, se convierte en toda una sorpresa a reivindicar y un clarísimo exponente de lo que es hacer buen cine con pocos medios, y de que para incomodar o asustar es más efectivo insinuar y sugerir más que mostrar. La película deja al espectador ante la visión más horrenda que jamás existirá y que no es otra que la que éste componga en su propia mente (y ya sabemos lo que pueden dar de sí nuestras mentes cuando nos asalta algún temor).
Toda la acción transcurre en el sótano de una iglesia de Pontypool, Ontario, en una cabina de radio local en la que ha comenzado a trabajar Grant Mazzy (una estrella venida a menos que conoció tiempos mejores en la "gran ciudad"). De camino a su trabajo, de madrugada, en medio de una incipiente nevada, una mujer golpea su coche y comienza a balbucear extrañas palabras que no son sino repeticiones de las preguntas que le hace Mazzy. Lo que parece un día más, aburrido y monótono, está a punto de transformarse en una pesadilla de dimensiones apocalípticas. Sin saber muy bien el motivo que les impulsa a ello (al menos por el momento para los protagonistas, que van relatando en todo momento cuanto acontece en el exterior) la gente infectada comienza a unirse hasta crear un numeroso grupo de personas que se tornan en salvajes sedientos de sangre.
"Párense a pensar que alguien consiguiera infectar algunas palabras con una especie de virus, haciendo que nos convierta en una suerte de zombies sin control" |
Las descripciones de lo que sucede (relatadas por un reportero exterior) son tan horrendas que Mazzy cree que se trata de un novatada, una broma como regalo de bienvenida a su nuevo lugar de trabajo. Pero nada más alejado de la terrible realidad... Resulta que el lenguaje que utilizan, las palabras con las que se comunican, contienen un virus que se transmite al pronunciar una palabra determinada, al repetir una palabra cualquiera al azar varias veces, o al comprender el significado de lo que se escucha o pronuncia.
Los infectados buscan nuevos huéspedes a los que transmitir sus palabras enfermas, repitiéndolas una y otra vez hasta el infinito, éstas pierden su significado y mutan, como la nueva carne de Cronenberg, a una nueva "cosa" que ya no es lo que era en su origen; es decir, la repetición no sirve como afianzamiento, sino como regeneración... Llegados a este punto... ¡sálvese quien pueda!
"Ya te decía yo que si recitaba la filmografía de terror de Uwe Boll me infectaba seguro"
Sólo tengo un calificativo para esta película y es que es simplemente genial, ya que es una vuelta de tuerca sorprendente al ya manido tema de los zombies (no entendidos como muertos vivientes, sino como seres sin alma), creando una nueva amenaza. Sirve, además, como crítica nada velada a los oportunistas medios de comunicación (de manipulación y desinformación) y su afán por llegar hasta el fondo de las noticias más sórdidas y escabrosas que puedan encontrar.
Un film terroríficamente cerebral, innovador, agobiante, y surrealista que hace que nos planteemos muchas preguntas y en la que, a diferencia de Planeta prohibido donde era el subconsciente el que se tornaba en monstruo, son las palabras y no los pensamientos los que portan el Mal. Así que ya saben, estimados amigos, tengan mucho cuidado con las palabras que escogen para comunicarse a partir de ahora (piensen si no es mejor guardar silencio) porque tal vez alguno de los morfemas o palabras que salgan de sus bocas esté infectada y se vean obligados a repetirla eternamente contagiando a otros./>
“Pontypool” (2008). Dirigida por Bruce McDonald con Stephen McHattie, Lisa Houle, Georgina Reilly, Hrant Alianak, Rick Roberts, Daniel Fathers, Beatriz Yuste y Tony Burguess.
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