Otra (y van…) adaptación de Stephen King, esta vez sobre un paseíto para estirar las piernas
Tras las fallidas intentonas de George A Romero y Frank Darabont a finales de los 80 y los 2000, respectivamente, finalmente nos llega esta adaptación de Stephen King de la mano del antiguo videoclipero Francis Lawrence. Y aunque la obra original fue escrita en 1967 y publicada en 1979 bajo su famoso pseudónimo de Richard Bachman, esas arengas al gandulismo de la juventud y esos mensajes pesimistas sobre el poder que transmite “La larga marcha”, no han pasado de moda. Ni que pintado le viene a esta película la existencia de presidentes como Putin o Trump, haciendo juegos de guerra y ejerciendo un rancio totalitarismo donde los seres de a pie somos simples marionetas.
Un irreconocible Mark Hamill al más puro estilo Clint Eastwood en El sargento de hierro haciendo un discurso patriotero muy hitleriano, da el pistoletazo de salida dejando claras las reglas del juego. Tan simple como hacer una caminata popular a una velocidad de 5 km/h sin límite de kilometraje, donde solo puede quedar uno. Todos los concursantes que no lo consigan serán, como en El juego del calamar, disparados por blandengues. Y como pasaba en la serie coreana, más allá de los pasados negros y las mierdas de los personajes, lo que realmente mola es ver cómo van cayendo uno a uno, cuánto más sádico mejor.

"Quien llegue primero gana un baile privado con la pelirroja de La vida de Chuck"
El guionista JT Mollner reduce el centenar de jovenzuelos del libro a cincuenta, representando a los 50 estados americanos, aunque en realidad no lleguen a diez los caminantes que realmente nos importan. Como no puede ser de otra manera en la inclusiva sociedad globalizada del siglo XXI, aparecen personajes negros, asiáticos e incluso nativos americanos (tal como estamos ahora con el empoderamiento femenino, seguro que tuvieron tentación de incluir mujeres en la parrilla de participantes).
El desarrollo de la película es tremendamente plano: tomando como eje al concursante interpretado por Cooper Hoffman, se van sucediendo conversaciones más o menos trascendentales de los traumas de los participantes en un tono de compañerismo, como si estuvieran luchando juntos en la Guerra del Vietnam.
“La frase ‘volar la tapa de los sesos’ cobra en La larga marcha su más amplio sentido de la expresión”
Fuera de todos esos circunloquios pueriles y rifirrafes que van manteniendo los reclutas camino del matadero, y de momentos escatológicos muy desagradables, son las escenas de las dramáticas muertes de los participantes las que realmente valen la pena. La frase “volar la tapa de los sesos” cobra en La larga marcha su más amplio sentido de la expresión, y tal como le gusta al mismísimo Stephen King, nos las muestran sin escatimarnos el visionado de la sangre de los adolescentes que son disparados. Pero la verdad es que aunque se intenta dar un fondo a los personajes, explicando a grandes rasgos la oscura razón que les ha llevado a alistarse en una caminata mortal, no se empatiza con ninguno de ellos, y en su gran mayoría, incluso celebramos que los eliminen de una u otra manera.
Solo Cooper Hoffman y David Jonsson, como auténticos referentes de la película que chupan la mayoría de los planos, son los únicos personajes cuyos destinos nos importan realmente. En especial ese Hoffman en el papel de Garraty, oriundo de Main y un auténtico héroe que se convierte en un hombro donde llorar y confesor de males de todo el grupo de inmaduros marchantes de La larga marcha. Esa aura de chico listo que ya nos mostró en Licorice Pizza ayuda a que resulte más creíble, aunque como pasara en la película de Paul Thomas Anderson, esos aires de autosuficiencia puedan resultar por momentos cargantes.

"Yo me he apuntado sólo por el morbo que me da cagar haciendo el pingüino"
A David Jonsson, anteriormente visto en Romulus, también se le da mucha bola en su papel de amiguete de la mili de Hoffman, personaje que además, es favorecido por un extraño giro de guion que perpetra JT Mollner respecto al libro. Pero bueno, por encima de todo es Mark Hamill quien se sale, creando un personaje al viejo estilo de los de La chaqueta metálica o El sargento de hierro, como comandante cabrón que con su voz de carraca va sermoneando alegremente a los pobres chavales que asienten como corderitos a punto de ser degollados.
Aún así, no podemos decir que estemos ante la mejor adaptación de un libro del rey Stephen King. Principalmente, porque en un alarde de presunta genialidad, el excelente final del libro, abierto y metafórico, en esta versión de Francis Lawrence se convierte en un final made in Hollywood, más vulgar y para públicos menos exigentes. Una pena que hayan optado por esa opción porque ha convertido a La larga marcha en una oportunidad perdida.
INFORME VENUSVILLE
Venusentencia: Dos Caras Harvey

Recomendada por Kuato a: los que no soportan a los que se apuntan a todas las Carreras populares con fines benéficos que se organizan, y tienen deseos fatales sobre sus existencias.
No recomendada por Kuato a: los que ya estén cansados de ver adaptaciones de Stephen King. Este año ya van cuatro películas y dos series. Parece que no hay nadie más que escriba historias de terror.
Ego-Tour de luxe por: Mark Hamill, al que acabamos de ver en La vida de Chuck, y que después de vagar por el interespacio estelar, parece que vuelve a encontrar su sitio fuera de la estela de Star Wars.
Atmósfera turbinea por: los cuestionables cambios de guion respecto al libro, modificando el final y obviando totalmente todo lo relacionado con la novia del protagonista.
■ LA LARGA MARCHA. ESTRENO EN VENUSVILLE: 14/11/2025.










