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SITGES 2011 crónica día 7: Maratón cinéfago

   

Maratón cinéfago

Séptimo día de festival: Livide; Extraterrestre;
The Raid; Burke and Hare; The Innkeepers

Por Chema Pamundi

 

<Empiezo esta crónica con otra aclaración de las mías: ayer comenté que la película The Woman estaba basada en el relato del mismo título, lo cual no es así: el relato se titula en realidad “Winter Child”; aparte tampoco es exacto que dicho relato conectase originalmente con la segunda novela de la saga, sino que es más bien una pieza que se puede leer de manera independiente. Es lo que ocurre cuando citas las cosas de memoria…

   Encaramos ya la recta final del Festival, y la falta de sueño acumulada ha empezado a obrar un efecto extraño en los enviados de prensa, que parecemos extras ensayando para la Zombie Walk del viernes. Caminamos sin rumbo arrastrando los pies, y hablamos mediante balbuceos. Hoy, como no tenía bastante matraca que meterme en el cuerpo, he decidido quedarme todo el día en Sitges y complementar las películas diurnas (que solo eran tres) con una maratón de madrugada. Con dos cojones…

 

 

Livide (Julien Maury y Alexandre Bustillo. Francia, 2011)

   Lucie, su novio y el hermano de éste son tres jóvenes cuyo futuro profesional se intuye como bastante incierto. Buscando un golpe de suerte que cambie sus vidas, se infiltran una noche en el tétrico caserón de una viejuna comatosa para mangarle el tesoro que, según han oído, hay oculto por allí. Sí, al final encontrarán el tesoro, y sí, sus vidas cambiarán. Pero en ninguno de los dos casos será del modo que imaginaban...

   La pareja de directores Julien Maury y Alexandre Bustillo debutaron en el año 2007 con A l’Interieur, arrebatada orgía de giallo que ofendió a la mitad de quienes la vieron, y dejó con el culo torcido de gusto a la otra mitad. Lejos de polarizar las opiniones de la misma manera, Livide es una película que más bien produce indiferencia. Y tal como dicen, en el arte no hay nada peor que la mediocridad.

   Livide abandona casi por completo la casquería de A l`Interieur (alguna que otra escena truculenta tiene, pero ni punto de comparación con lo que fue aquel despliegue de menudillos) para entrar de lleno a reconfigurar el cuento de terror gótico en un entorno moderno. Es de agradecer el esfuerzo de Maury y Bustillo por no limitarse a fotocopiar lo que tan bien les funcionó en su debut, pero el intento ha sido fallido. A la película le falta tensión, claridad de propósito (a ratos no acabas de ver qué te quieren contar exactamente), personajes a los que agarrarse, y una historia en condiciones.

 

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"Si el Drácula de Coppola se convertía en niebla, nosotros levitamos y lo que haga falta"

 

   Intentando renovar el género y crear una mitología propia, los dos directores cometen la pifia de utilizar un set de reglas, códigos y rituales que solo ellos conocen, y que en ningún momento se molestan en explicar al espectador. Dicho de otro modo, buena parte de lo que ocurre en la película es por el morro: que si nos inventamos un bicho que es una mezcla arbitraria de vampiro y monstruo de Frankestein, que si hacemos un intercambio de personalidad a base de implantarles a las dos víctimas unas larvas de polilla (¿?), que si ponemos un espejo que cuando lo tocas te vas a una dimensión paralela (y un par de escenas más tarde ya has vuelto a tu dimensión de origen, sin mayor explicación), que si sacamos a tres niñas fantasma que le dan una paliza skin a uno de los protas (y ni justificamos de dónde han salido, ni las volvemos a mencionar en lo que queda de película)... Livide recuerda a esos juegos de rol para ordenador, en los que para pasar pantalla tienes que hacer por orden una serie de cosas a las que no les acabas de ver la lógica.

   Además de lo anterior Livide padece una puesta en escena demasiado postiza, demasiado de videoclip de Marilyn Manson etapa Antichrist Superstar (o sea, mucho polvo de talco y muchas telarañas; todo un poco pasadito ya), una primera hora de exposición innecesaria sobre el trasfondo de Lucie, la chica protagonista (total, para acabar yendo a parar a una película de casa encantada de las de toda la vida), y unos cuantos sustos que sencillamente no funcionan.

   En el fondo de todo este embrollo se adivina el germen de una buena película de miedo clásico, a medio camino entre la Hammer y Dario Argento. Pero Maury y Bustillo no han sido capaces de sacar dicha película a la superficie. Eso, y las expectativas injustamente altas tras que se habían creado tras A l’Interieur, dan lugar a una de las mayores decepciones del festival.

 

 

Extraterrestre (Nacho Vigalondo. España, 2011)

   Pues esto es un tipo (Julián Villagran como Julio) que logra pillar cacho con una tipa (Michelle Jenner como Julia) tras una noche de juerga e intensa borrachera, y al día siguiente cuando los dos se despiertan ven que la electricidad ha dejado de funcionar, que la tele no emite señal, que la mayoría de gente de su barrio ha sido evacuada, y que sobre el cielo de Madrid flota un platillo volante de siete kilómetros de largo. ¿Qué hacer en esa situación? Si eres Tom Cruise o Bruce Willis está claro: salvar el planeta. En cambio, si eres el protagonista de una comedia romántica española (como es el caso), lo más probable es que aproveches la coyuntura para intentar volver a llevarte a la chica al huerto.

   Éste es el planteamiento de base de Extraterrestre, que supone un cambio de registro notable respecto al debut de Nacho Vigalondo con Los cronocrímenes. Aquella película era puro artificio de guión (que estaba muy bien trenzado, hay que reconocerlo), una acumulación de vueltas de tuerca con personajes de lo más esquemático y ciertos aires de cortometraje alargado (la película no tenía un auténtico final, ni progresaba demasiado más allá de su primera media hora). Ésta, en cambio, es una obra en la que mandan los personajes y que tiene una estructura clásica de sit-com teatral filmada casi de manera exclusiva en un solo espacio (el piso de la chica).

 

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"No os confundáis, yo no soy como la alien de Especies, que viene a la Tierra a echar un polvo"

 

   Si Vigalondo hubiese querido, podría haber sacado mucho más partido a los componentes de ciencia-ficción de la historia (en toda la película no llegaremos a ver nada más que el OVNI flotante, y no descubriremos ningún tipo de información sobre la supuesta invasión alienígena), y también a los de comedia marciana (nunca mejor dicho) en la línea de los gags paródicos de Señales que aparecían en Scary Movie 3. Pero no lo hace, no le interesa lo más mínimo. A Vigalondo solo le preocupa mantenerse fiel a los parámetros de comedia romántica indie, si acaso armando cierto discurso sobre la incomunicación (de nuevo, como tantas otras pelis de este festival), sobre la dificultad que tenemos para decirnos las cosas sin rodeos, asumiendo el rechazo y el enfrentamiento (los dos protas de la película cuentan una trola tras otra para no tener que asumir las consecuencias de sus actos).

   Y bueno, dentro de este género de comedieta amable Vigalondo se mueve con bastante soltura, pero sin hacer tampoco nada demasiado genial. Tiene algún que otro buen gag, un ritmo correcto, diálogos cachondos (con un tono de levedad y frescura poco común en el cine español), interpretaciones creíbles (salen como secundarios los “chanantes” Carlos Areces y Raúl Cimas, que están bien porque hacen de sí mismos, como casi siempre), y un dibujo de personajes pasable (aunque en realidad el único que no es una caricatura simplificada sea el protagonista). Vigalondo ha sido lo bastante honesto como para no pillarse los dedos con algo que no pudiera manejar, pero esperábamos más. Peliculita.

 

 

The Raid (Gareth Evans. Indonesia, 2011)

   Segunda película en el Retiro (solo me queda por estrenar el Prado, aunque creo que ya no tendré oportunidad para ello). Se trata de la indonesia The Raid, que enloqueció a todos los corresponsales de prensa que asistieron al pase de ayer. Se corrió la voz, y debido a ello los tiquets para el pase de hoy se agotaron diez minutos después de abiertas las taquillas de prensa (yo ya me puedo dar con un canto en los dientes: me llevé el último que quedaba). La sala estaba a reventar con un público entregado de antemano, que ha empezado a aullar y aplaudir en cuanto se ha iluminado la pantalla, y ya no ha dejado de hacerlo en toda la proyección. ¿Había motivos para tanta claca? Buah, yo incluso creo que se ha quedado corta...

   The Raid narra, casi en tiempo real, la incursión de una veintena de policías de élite en un bloque de apartamentos de la ciudad de Yakarta, que sirve como centro de operaciones a la banda de traficantes de droga más letal del país. La operación, que consiste en tratar de descabezar a la banda matando directamente a su capo, empieza yendo como la seda; pero claro, si no surgieran complicaciones no tendríamos película, así que las cosas no tardarán en irse a la mierda para el operativo policial. Sus supervivientes, aislados en una ratonera infestada de mafiosos, asesinos, y demás hijos de puta armados hasta los dientes, se verán obligados a cambiar por completo el objetivo de su misión: ahora ya solo se trata de salir de allí con vida.

 

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"Eso por decir que Chow Yun-Fat salía hecho un nenaza en Ana y el rey"

 

   The Raid es un ballet de tiros a bocajarro, machetazos, patadas circulares, luxaciones, cuchilladas, rodillazos, descoyuntamientos y demás maniobras pensadas para causar dolor, como yo no había visto jamás en la vida. Afirmo, sin la menor sensación de estar exagerando, que esta película tiene algunas de las mejores coreografías de artes marciales jamás vistas en una pantalla de cine. Lo que muestra The Raid se puede igualar, pero me parece francamente difícil superarlo.

   Está claro que en una película como ésta no tiene sentido entrar a valorar la sutilidad del guión o la calidad de los diálogos. En cambio, sí que hay que destacar la maestría en apartados tales como la fotografía, la planificación o el montaje (que, no nos olvidemos, también son cine). Las escenas de acción de The Raid se desarrollan a una velocidad de vértigo y con una claridad expositiva total, que deja en mantillas el montaje picadito que se ha puesto últimamente tan de moda en el cine de acción, y que consiste en marear al espectador y no dejarle ver una mierda de lo que pasa en pantalla (véanse como ejemplo palmario de esta tendencia las dos entregas de la saga Bourne dirigidas por Paul Greengrass).

   The Raid es una receta sencilla pero ejecutada de manera insuperable. Es como un huevo frito perfecto, con la yema bien jugosa y los bordes churruscaditos. In-cre-í-ble.

 

 

Burke and Hare (John Landis. G.B., 2010)

   A la una de la madrugada, arranca la maratón de dos películas que mencionaba en la introducción (bueno, en realidad acaba empezando cerca de las dos, porque todas las sesiones del día ha ido acumulando retrasos). Las maratones son uno de los eventos más divertidos del Festival de Sitges, y siempre intento catarlas al menos una vez por edición. El público de las maratones suele ser más festivo y gamberro que el de las sesiones diarias: gritan, vitorean, hacen comentarios en voz alta y aplauden a la menor ocasión. Por desgracia Burke and Hare, primer título de esta sesión doble, resulta ser tan mala que tiene el efecto de un sedante (hasta el punto de que casi la mitad de los asistentes se acabarán largando sin esperarse a la segunda película).

   John Landis fue un gigante de la comedia. Hace ya tanto que casi nadie se acuerda, pero lo fue. Así lo atestiguan títulos como Made in U.S.A., Amazonas en la Luna, Granujas a todo ritmo o Entre pillos anda el juego (por no mencionar Un hombre lobo americano en Londres, que también pesca a ratos en dicho género). Por eso resulta doloroso verle poner su nombre a una nadería como Burke and Hare, que para más inri es su primera película en más de una década. Tampoco se entiende que al festival le dé ahora por programar un título que se estrenó en Inglaterra en octubre del año pasado (o sea, que cuando sí hubiera tenido sentido pasarlo era en Sitges 2010).

 

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"La culpa la tiene Eddie Murphy, que gafó al pobre John en Superdetective en Hollywood 3"

 

   Burke and Hare es una comedia negra (aunque le falta mala leche para llegar siquiera al gris oscuro), sobre dos tipos que en el Edimburgo de principios del XIX decidieron iniciar un peculiar negocio: matar gente para luego vender los cuerpos a los médicos locales, que necesitaban especímenes con los que experimentar. La historia ocurrió realmente más o menos tal como la cuenta la película (de hecho, en su día inspiró el cuento de Robert Louis Stevenson El ladrón de cadáveres).

   El humor de Landis ha sido siempre más una cuestión de tono, de lograr establecer cierto nivel de complicidad con el espectador, que de orquestar grandes gags. Pero claro, ¿cómo justificar una comedia en la que no te ríes ni una sola vez? La puesta en escena es excelente (la película está rodada en los Estudios Ealing, y se nota), y el casting se esfuerza lo suyo (están Simon Pegg, Andy Serkis, Tim Curry, Isla Fisher, Tom Wilkinson… y ninguno de ellos lo hace mal), pero el guión es un bandazo tras otro (hay una subtrama sobre una obra de Macbeth interpretada solo por mujeres, que no aporta nada y alarga la película de manera innecesaria), y la dirección es histérica y descuidada, acumulando escena tras escena casi sin respiro. Y ya digo, no te ríes.

 

 

The Innkeepers (Ti West. U.S.A., 2011)

   La segunda película de la maratón, The Innkeepers, dirigida por el imaginativo Ti West, logró remontar un tanto los ánimos de quienes decidieron quedarse. Ayer en mi crónica suspiraba de manera velada por el retorno de las películas clásicas de fantasmas, de las que no se tienen demasiadas noticias desde hace una década; The Innkeepers, sin ser ninguna maravilla (habrá quien diga que sin ser siquiera una buena película), sirve como ejemplo de lo que pedía.

   La historia está ambientada de manera exclusiva en un viejo hotel durante un fin de semana con puente. El negocio está a punto de cerrar sus puertas, y ya solo quedan allí dos empleados, Luke y Claire, para atender a los clientes (que también se pueden contar con los dedos de una mano). Luke y Claire no tienen nada que hacer aparte de aburrirse en el mostrador de recepción, llevar toallas a las habitaciones que las pidan, gastarse bromas pesadas el uno al otro… y grabar psicofonías por todo el edificio, que tiene a sus espaldas cierto trasfondo de estar habitado por fantasmas. ¿Saben aquello de “la curiosidad mató al gato”? Pues tal cual. Los dos protagonistas son como un par de niños que se empeñan en tratar de meter una horquilla en el enchufe de la luz... Hasta que les pega un calambrazo.

 

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"Si el hotel de pacotilla de Peter O`Toole tenía fantasmas, el nuestro no iba a ser menos"

 

   The Innkeepers parece una versión de El resplandor de casa de muñecas: todo un poco más pequeño, más amateur, más deslabazado. Está claro que la película no llega al nivel de calidad de The House of the Devil (la anterior obra que Ti West trajo por Sitges, el año pasado); el guión no está tan trabajado, el ritmo lento puede llegar a ser un tanto enervante, y el uso del soundtrack no siempre está acertado (si quieres inquietar a la audiencia a base de efectos de sonido no los tapes con música, leñe).

   Aún así, la película tiene los suficientes buenos momentos para justificar su existencia (sobre todo los últimos veinte minutos), y en cualquier caso a mí me sigue pareciendo milagroso que un director con los presupuestos que maneja este hombre se plantee películas tan referencialmente complejas, que homenajean el cine clásico de género sin caer en el cliché, mostrando atención por el detalle y evitando los desparrames de sangre y pus (cualquier otro se limitaría a hacer cafradas gore para adolescentes).

   The Innkeepers es puro cine clásico de fantasmas al estilo ochentero, sin trampas, sin FX demasiado complicados, y hecho con oficio. A mí me basta para salir del cine razonablemente satisfecho./>

 

 

¿Desea saber más?


   

> Día 6: Coppola, chocheas

Sexto día de festival: Emergo;
Melancolía; Twixt; The Woman

Por Chema Pamundi


   

> Día 5: Fiebre amarilla

Quinto día de festival: The Yellow Sea; Hara-Kiri:
Death of a Samurai; Bellflower; The Moth Diaries

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> Día 4: Otros mundos

Cuarto día de festival: Another Earth; Verbo;
Grave Encounters;  Hobo with a Shotgun

Por Chema Pamundi


   

> Día 3: Gente muy sola

Tercer día de festival: Mientras duermes;
Love; Hell; Sint; Attack the Block

Por Chema Pamundi


   

> Día 2: Michael Biehn, gracias

Segundo día de festival: Lobos de Arga;
Intruders; The Victim; The Divide

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> Día 1: Poca inteligencia y mucho artificio

Primer día de festival: Eva; Inteligencia
Artificial; The Murder Farm; Contagio; Knuckle

Por Chema Pamundi


 

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5 Respuestas

  1. Anónimo
    Chema Pamundi<br /><p>Me gusta ese baremo de puntuar las obras maestras sobre el diez, me lo apunto. Sí, con lo de Aquí no hay quien viva + OVNIS he ido a hacer daño, lo reconozco. Lo de Cimas lo voy a dejar en stand by hasta que le vea en algún que otro papel. Pero recuerdo que a mí Pajares me gustó en ¡Ay Carmela! Debo de ser el único geek del planeta al que Mallrats le parece una tontuna con un único buen gag (el del cuadro del barco). Lo asumo.</p>
  2. Anónimo
    Víctor Parkas<br />Quizás estaba algo exaltado y con frenesí post-screening, pero Raúl Cimas me sigue pareciendo un actor revelación excepcional. No nos olvidemos que la Academia, a parte de los nombrados por usted, también ha entregado el cabezón a Juan José Ballesta, a Pajares, a Fernando Tejero (el horror ... el horror ...), a Echanove y a los niños de Pà Negre. Para mí tres son multitud. Y lo de Tejero aún duele. Sí que coincidimos en lo de Areces, que está por convertirse, salvando las distancias MUCHO, en el Bill Murray español: poner a Carlos Areces en una película para que haga de Carlos Areces. Aunque reconozco que en papeles de secundario me sigue convenciendo, ponerlo en uno protagónico como en Balada me parece, al menos aún, un desacierto. Con la maldición de la segunda película me refería a que, cuando sale la "esperanza blanca" de cualquier bandera cinematográfica lo normal es que con la segunda película se les destroce, la caguen, una suma de las dos ... Ahí están Mallrats, La ardilla roja o La madre muerta para cerciorarlo. Y no se preocupe, que El Guateque ya la he re-visto y vivo para contarlo. Eso es lo que yo considero un 11, un 12 y un 20 sobre 10. Vigalondo es muy grande, pero para caminar sobre el agua como los autores que cita arriba le queda camino, tampoco pretendo pecar de ingenuo ni de oler a espíritu adolescente. Lo imperdonable es lo de Aquí no Hay quien Viva con OVNIS. Eso ha sido patada en la entrepierna en la bañera de barro. No le rebato más. Gracias por tomarse la molestia de contestar, por el seguimiento del festival y por el juego de rol de Fanhunter. P.D.: Ganas de leer su opinión sobre el Palmarés.
  3. Anónimo
    Chema Pamundi<br />Hola. Ante todo gracias por el seguimiento de las crónicas (a ti y a todos los demás que se las leen). Estaba escribiendo ésta, y sabía yo que la frase sobre que los chanantes "hacían de sí mismos" era más efectista que exacta y que podía despertar algún comentario como el tuyo. A ver, a lo que me refería con ese comentario es a que actores como Carlos Areces o Raul Cimas no son intérpretes que se amolden a un personaje de manera camaleónica, sino que tienen un registro bastante limitado (ninguno de los dos es De Niro precisamente), y que generalmente compensan eso aportando carisma y frescura (que es para lo que se les contrata). Areces, poniendo como ejemplo otra película vista en el festival, hace en Extraterrestre el 90% de lo mismo que hacía en Lobos de Arga (y en ambas está bien). Mi comentario era un elogio a su labor, especialmente en el caso de Cimas, del que no soy muy fan: generalmente ya me parece sobreactuado incluso en Muchachada Nui y Museo Coconut. Lo de que tú lo consideres un ACTOR con mayúsculas, de talento superior a muchos de los Ganadores de un Goya, me interesa especialmente. Repaso la lista de ganadores del Goya a mejor actor en los últimos veinte años, y me salen Javier Bardem, Luis Tosar, Benicio del Toro, Alberto San Juan, Oscar Jaenada, Juan Diego, Eduard Fernández, Juan Luis Galiardo, Paco Rabal, Fernando Fernán Gómez, Antonio Resines, Santiago Ramos, Carmelo Gómez, Juan Echanove, Alfredo Landa y Fernando Guillén. ¿A cuantos de ellos te parece superior el chanante Cimas, con una única película en su haber? Según tú, a muchos, así que no seas tímido dando nombres... Lo demás, la calidad de la película, es por supuesto totalmente opinable (aunque si a ti te parece una comedia "de 10", te recomiendo que no veas nada de Billy Wilder, Lubitsch, los Marx o Blake Edwards, porque igual te explota la mente). Respecto a la maldición de la segunda película (no sabía que hubiese una maldición sobre eso), pues ya depende del talento de cada cual, supongo: la segunda película de Orson Welles fue El cuarto mandamiento; la segunda de Christopher Nolan fue Memento; la segunda de Álex de la Iglesia fue El día de la bestia; la segunda de Almodóvar fue Laberinto de Pasiones; la segunda película de Nacho Vigalondo es... Extraterrestre. Para acabar, solo aclarar que yo no juzgo las películas por el hecho de que sean más o menos "venusvilleras" (te remito a mis comentarios sobre Melancolía o Another Earth, ninguna de las cuales, te lo aseguro, es Michael Bay). Lo que opino de Extraterrestre (equivocado o no), se ciñe de manera exclusiva a su calidad como comedia. Y ya lo siento pero me ha parecido simplemente correcta (un poco "Aquí no hay quien viva" con OVNIS). Bah, de todos modos en la diferencia de opiniones está muchas veces la gracia de hablar de cine. Ya me mola que no estemos de acuerdo... Además, ya somos dos los que nos cagamos en Verbo.
  4. Anónimo
    El azotador de nalgas<br />yo también me quedé sin ver The Raid...
  5. Anónimo
    Víctor Parkas<br />Señor Pamundi, sigo y comparto la mayoría de sus críticas desde hace mucho tiempo, pero siento diferir en su opinión de Extraterrestre. Vigalondo no saca más partido a la ciencia ficción porque ésta es el mcguffin de la película, como lo eran los zombis en Shaun of Dead, por poner un ejemplo semejante (utilizar el fantástico para hablar de relaciones sentimentales). La invasión es la excusa y la metáfora de toda la película, sirve de alegoría al sentimiento de Villagrán durante todo el film: la imposibilidad de estar en su elemento, de sentirse el "octavo pasajero" de un espacio que no le es propio. El casting de lo excéntrico se vuelve sorprendentemente arrollador (¿qué significa que los "chanantes" hacen de sí mismos? ¿les conoce en lo personal o se refiere a que le recuerdan a sus personajes televisivos?) y los personajes son deliciosamente reconocibles como arquetípicos desde su primer parlamento. Raúl Cimas se revela como, aunque él lo niegue, un ACTOR con un talento que ya quisieran muchos que le sacan brillo a su Goya. Miguel Noguera deja sin palabras y se convierte en el corazón de la película. Para ser una obra de impás, Vigalondo ha pasado el examen de la maldición de la segunda película con 10 porque no nos dejan ponerle el 11. Que no se mueva eminentemente entre los parámetros de cine que acoge el Diario, es otra cosa. Sin acritud (o con toda la acritud de alguien que no ha podido ver The Raid, suertudo ...), un fuerte saludo y gracias por el seguimiento del festival. Me cago en Verbo.

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